En su tenor de apéndice tirano,
este pájaro loco no se mide:
al que marcha detrás de sí preside
y se le erige en jefe y soberano.
Poseído a su vez por un malsano
furor, siempre se excede si decide:
harto de la vagina, luego pide
culo, nariz, oreja, boca y mano.
Así culmina el macho consecuente:
tanto amando a su bicho de adelante
que le ofrece el atrás de un semejante.
O suele sucederle, por caliente,
que una infección lo deje inapetente
y a su pájaro, flácido y babeante.
2 comentarios:
en la octava lìnea puedes añadir tetas
... Y axilas y pulmón y riñonada, sólo que quedaba fuera de la preceptiva.
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