8.11.12

De los
poemas a Laguna


Se entregan a los labios luego luego
sin requerir de guión o partitura.
Dejan actuar al fuego y la ternura
y hay en su corazón ternura y fuego.

Si hubiera una objeción contra este juego
es que pasa fugaz y que no dura.
Mas qué importancia tiene, si perdura
en la memoria ardiente su sosiego.

Ante la prisa el beso es un conjuro,
un remanso benéfico y preciso
que proyecta el deseo hacia el futuro.

Se separan, gozando del hechizo
pues logran detener –esto es seguro–
el tiempo en el ansiado paraíso.

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