3.4.08

Cosas de La Innombrable

Letrina rural

  • Inodoros de alta tecnología
  • La vida empieza en lágrimas y caca...

La modernidad es paradójica: abomina de la mierda y todo lo relacionado con ella, pero en la historia de la humanidad no ha habido proyecto civilizatorio más benévolo para con las necesidades finales del vientre. Vean, si no, la invención del papel higiénico, su perfeccionamiento hasta grados conmovedores de acolchonamiento, suavidad y resistencia, la producción de inodoros con diseños Bauhaus y Lamborghini y hasta con asientos iluminados, la construcción sin precedentes de desagües, la fabricación de plantas para el tratamieno de aguas negras, los extractores domésticos de olores, las aerosoles perfumandos que empiezan a volverse parte indispensable de los sanitarios domésticos, los adminículos nipones que emiten un poderoso sonido de agua corriente para que no se escuchen los rugidos del parto fecal.

“La era de los inodoros de alta tecnología comenzó en Japón en 1980 con la introducción de la Washlet G Series por TOTO, y desde 2002, casi la mitad de los hogares japoneses disponen de ese tipo de inodoro, excediendo a la cantidad de hogares con un ordenador personal. Aunque el indoro parece como uno occidental a primera vista, tiene una serie de funciones adicionales, tales como secador, calentador de asiento, opciones de masaje, controles de ajuste del chorro de agua, apertura automatizada de la tapa, activación de la cisterna tras el uso, paneles de control inalámbricos, calefacción y aire acondicionado para la habitación, etc. Las funciones son accesibles a través de un panel de control que o bien está a un lado de la taza o en una pared próxima, a menudo trasmitiendo las órdenes de forma inalámbrica”, platica Wikipedia.

Al tiempo que los esconde, esteriliza y deodoriza, nuestra cultura despliega un vasto arrullo amoroso para los excrementos. Nos ha acostumbrado, también, a mirar con horror hacia el pasado y a evocar la amarga vida de quienes tenían que cagar al aire libre, entre un hervidero de hormigas, o bien en letrinas secas, entre el zumbido de las moscas, y desprovistos, por supuesto, de tratamientos especiales para el colon y de tabletas antidiarréicas, desamparados tecnológicos a la hora del aseo íntimo. Me sabe mal recordarlo, pero hasta hace no muchos años el periódico cortado en trozos era un sucedáneo modesto del papel higiénico; la gente se quejaba por la consistencia y por la textura poco absorbente, pero no oí que nadie protestara por haberse embarrado de tinta lo que se limpiaba de otra cosa. Peor habrá sido la esponja remojada en agua salada, de uso colectivo, que se empleaba en Roma, o las hojas de lechuga, habituales en el siglo IX. Benditos sean, pues, los chinos, a quienes se atribuye el invento del moderno insumo.


El Rey Cuitláhuac, con su característico glifo en forma de zurullo

Esta suerte de piedad discreta para con los defecantes procede, tal vez, de la noción de inevitabilidad del acto, en el mismo rango que respirar, beber líquidos, comer y dormir. En un texto que recorté y perdí, Umberto Eco proponía un buen inicio para entender los derechos humanos en el respeto a tales obligatoriedades fisiológicas: violas los derechos humanos de alguien, en primer término, cuando le impides que respire, que beba, que coma, que sude, que duerma, que haga caca. Hasta donde sé, el único que se atreve a justificar una contravención a esta lógica evidente es George Walker, empeñado en no comprender que la privación del sueño se llama tortura.

El problema es que, mientras más comodinos y apapachados a la hora de dar rienda suelta a la tripa, más fóbicos nos volvemos, y más pánico nos causa entrar en contacto –visual, olfativo, táctil y sonoro, por no hablar del otro posible— con la hija de nuestras entrañas una vez que es expulsada de ellas. Y es que, en el fondo, todos los artilugios, circunloquios, mecanismos y habitáculos construidos en torno al acto de cagar, están concebidos para borrar de la faz de la tierra, a la brevedad, el resultado de la acción y sus diversas manifestaciones; para desentendernos y poner, entre ellos y nosotros, barreras infranqueables de tiempo, distancia, tierra, agua y sustancias químicas.

El sueño de la razón higiénica se viene abajo en forma estrepitosa cuando llega la hora de recolectar una muestra para exámenes de laboratorio. Habituados y entrenados para no contaminarnos nunca con excremento, la circunstancia de la muestra pone de cabeza nuestro orden cotidiano, porque entonces es la caca la que debe ser preservada de la menor contaminación; le llega el turno de ser colectada, en un mundo diseñado más bien para desecharla; ahora es la estrella, la protagonista y la dueña de la palabra y del saber, en tanto que nosotros debemos conformarnos con ser sus choferes: la llevamos, en coche o en autobús, hasta el laboratorio, azorados porque no hay recipiente, bolsa, bolsillo, medio de transporte, gesto o actitud corporal que dignifique nuestra vergonzosa situación de portar, fuera del organismo, un pedacito de mierda.


Panel de control de un inodoro japonés


Aun en el lenguaje, preferimos alejarnos de ella: se considera inadmisible el anuncio “voy a cagar” e incluso el culterano “voy a defecar”; parece grosero incluso mencionar por su nombre al mueble (retrete, letrina, inodoro, escusado), y hasta recurrimos al eufemismo equívoco “voy al baño”, como si fuéramos a regresar duchados; últimamente he oído por ahí evasiones verbales y ñoñismos insoportables, como el afectado “tocador” (¿acaso la vas a tocar?), el tecnocrático “servicios”, el aristocratizante “trono” o la lesa traición idiomática “dobleú ce”. Y conste que el pánico a llamar a las cosas por su nombre no es reciente: ya los monjes reclusos hablaban de asistir a los “oficios humildes” en cada ocasión en que querían vaciar la tripa.

Al mismo tiempo, una veta apestosa y regocijante recorre la literatura, de Roma en adelante, y estalla en flores nauseabundas, pero muy hermosas, como los textos clásicos de Quevedo (“La vida empieza en lágrimas y caca”), Rabelais y Montaigne, los modernos de Joyce, los antropológicos de Alfredo López Austin (Cuerpo humano e ideología), los de divulgación de Julieta Fierro (El libro de las cochinadas), el artículo espléndido de Jaime Campmany.

“No vayas al retrete si te estás cayendo de sueño, ni te metas en la cama si no aguantas más las ganas de cagar. En el primer caso, te dormirías cagando, y en el segundo, te cagarías durmiendo”, dice Ernesto Maruri, y le asiste la razón. Más allá del sueño, la defecación en los tiempos actuales resulta difícilmente compatible con otras actividades físicas, pero puede llevarse bien con las intelectuales, las espirituales y algunas artísticas: la reflexión, la oración, el dibujo, la escritura y, por supuesto, la lectura. La proliferación de lap tops y de conexiones inalámbricas de banda ancha permite prever que, en un futuro próximo, la computadora portátil rivalizará con el libro, la revista y el periódico como compañía socorrida en el inodoro, y entonces el chat, los videojuegos y los videos amenizarán (si es que no lo hacen ya entre las muy nuevas generaciones) las expulsiones de materia inmunda. Ah, y no son recomendables el bel canto ni las conversaciones telefónicas porque las contracciones del vientre dificultan el control preciso de las cuerdas vocales y producen inflexiones extrañas y hasta sospechosas.

De estos asuntos se puede escribir un libro y hasta una enciclopedia. Pero para leer en una sesión de inodoro basta con lo aquí expuesto. Y no olviden lavarse las manos.



--¿Qué ves en la figura?

--Un niño que ésta defecando en una letrina con la puerta cerrada.
--¿Por qué debemos defecar en una letrina?
--Porque así eliminamos las heces en un lugar que no contamina a las personas ni al medio ambiente, y lo hacemos sin que nadie nos vea.
(Dirección de Salud, Lima Norte)

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja, ja. ¿Y qué tal "voy a hablar por teléfono"? La primera vez que lo escuché, pensé "qué cagado".

Yo solía ir al baño a lo que iba, pero luego mi exmarido me contagió su hábito de leer sentado en el escusado. Su hermano me acaba de confesar:
-Yo me tardo tanto que me meto con mi lap.
Así que, sí, las nuevas generaciones chatean mientras hacen caca.

Algo que acabo de escuchar: Dicen que si te sientas y pones los pies sobre un banquito evacuas mejor. Y me parece que lo del Washlet incluso tiene un diseño ergonómico que mejora la evacuación (igual que el banquito).

Importantísimo, sin duda. La tripa controla nuestro humor.

Híjole, bueno. Namás falta mencionar lo del boleto del metro como sustituto del papel de baño, ya que estoy encarrerada.

Caminante dijo...

etsa respuesta la escribo ahora mismo desde el baño de la office ayudandome de mi itouch

Anónimo dijo...

...jajajaja...me he cagado de la risa leyèndolo...que tire el primer papel aquèl que no haya ido "an 'ca.. garcìa", a "zu.. rranchito", a "dejar la mercancìa", a "liberar al tigre" y màs, acompañados de un buen libro...recuerdo un verso que lo he escuchado por muchìsimos años en la familia, a propòsito de lo del papel periòdico, dice: "Cuando vayas a la calle, y te den ganas, no te limpies con papel, porque el papel tiene letras, y el "siete" no sabe leer"
Lo leo desde hace mucho en La Jornada y desde hace unos meses por internet...he querido saludarle otras veces y este escrito me da la ocasiòn...saludos pues desde Còrdoba, Veracruz. Atte: Lorena Castañeda Aguirre.
(Por cierto, mi jijo, que todavìa no se quiere sentar al wc, lo hace encuclillas... con una facilidad...y felicidad, que no vea!!!)

Anónimo dijo...

Hola Pedro Miguel,

Muy bueno el Blog, para romper con la monotonía por la que pasa el país (la elección interna del PRD, el tema del petróleo).

Un abrazo desde Alemania,

David B.

Jesusito dijo...

Pedro, que atinada la forma de ligar una de tus columnas con lo anterior. Primero, acusas de recibo a Fe-cal. Segundo, seguimos con el tema, hablando de lo mismo, de heces fecales (en Sonora les llamamos cuachas).
Saludos!!!

Anónimo dijo...

Sé que es absurdo, pero para mí esto fue una bocanada de aire fresco.

A veces la realidad es bien abrumadora y uno anda como que muy serio. Esta lectura hace sonreír.

Por cierto. En el mismo número de "La Jornada" en que publicaste esto (¿o fue un día después?), salió en "La Jornada de Enmedio" la noticia de que gracias a un "excremento humano" que fue fechado hace más de 14000 años se pudo conocer que el hombre empezó a colonizar América 1000 años antes de lo que se creía.

Leer eso hizo que me diera todavía más risa lo que tú habías escrito.

¡Gracias a una cacá, no a un pedernal tallado o pintura rupestre, sabemos desde hace cuanto estamos aquí!!

Gracias mil
RRS

SHE dijo...

bueno, parece que este tema tranquiliza mis nervios jooooo.

Pedro encantada de verte por todas partes (menos en el baño por fortuna!) espero que te caigan bien los premios blogers , tengo dos añejandose en mi espacio como Muestra de Aprecio.

un abrazo y gusto me da leerte.

Pedro Miguel dijo...

Pero otros dicen que es al revés, Gin, que el humor controla nuestra tripa, y algo habrá de cierto en ello porque cagarse de risa será una metáfora, pero cagarse de miedo sí que llega a ocurrir en la literalidad de los calzones. El mal humor estriñe, la felicidad da a las heces una consistencia esponjosa y ya mejor no sigo. Por lo demás, es verdad que la posición de cuclillas es más natural y salutífera que aquella a la que nos han acostumbrado los inodoros occidentales.
Abrazo.

Espero que tu itouch tenga cubierta de acrílico o, por lo menos, estuche, mi buen Caminante.

Lorena: ¡Liberar al tigre! Esa no la recordaba, y es maravillosa. Me recuerda la consigna que inventaron Gis y Trino para defender la libertad de evacuación: "Liberen a Willy".
Bien por tu hijo, y un abrazo.

No captaste, mi buen David, lo que Jesusito sí: este post era en realidad una manera elíptica de seguir hablando de los comicios perredistas, la reforma energética y los bisnes de Mouriño. Cambio de forma, pues, pero no de sustancia.
Abrazos a ambos.

RRS: No es absurdo, nomás paradójico, que el aire hediondo de este tema pueda ser más fresco que el acontecer nacional. La nota que dices se publicó el viernes y a mí también me causó un gran regocijo, pero no pude hallarla en la página de La Jornada; no está en la sección de Ciencias ni en la de Cultura; capaz que la metieron en Gastronomía, o será simplemente que les choca el tema. El dato me hizo recordar que hay por ahí una señora que se dedica a investigar las cacas fozilizadas de los dinosaurios (coprolitos, les llaman) para inferir si esos animales digerían bien, si tenían hemorroides, etc. Toda una autopista para el conocimiento científico, aunque algo resbalosa, creo.

Querida She: justamente por andar por todas partes, no me he dado el tiempo de visitar los blogs amigos. Ya ni te platico de los remordimientos que eso me causa; mejor me voy para allá.
Un abrazo, y gracias.

Francisco Arvizu, vía email, señala: "aunque la grafía más difundida es "excusado", lo correcto etimológiamete, y para evitar anfibologías, es escusado, de absconditus, oculto, escondido."
Le agradezco el desburramiento, pido perdón y corrijo de inmediato.

A dijo...

Alguna vez vivi en chiapas, en una (pequeña)comunidad llamada 'maravilla tenejapa'.

El estado de chiapas queria ayudar en las cosas mas basicas a la escuela primaria (y unica escuela) del pueblo.

Pues les pusieron letrinas, tres para los alumnos, y dos para el profesorado. La cabaña donde yo vivia estaba a unos 40 metros del rio -como maximo- y muchas veces vi con estos ojos, que se han de hacer ceniza, no solo a los niños, sino a los maestros, caminando al rio, bajandose la ropa y haciendo en el agua, lo que deberian hacer en las letrinas.

Lo que es la fuerza de la costumbre.

Besos al natural
A.

Champy dijo...

Maravilloso!!!!

Simplemente.

Te vopy a robar la ultima ilustración.

Pedro Miguel dijo...

A: "El costumbre", dicen en mi ex país, ha sido idealizado por sociólogos y militantes de un montón de cosas (muchos ambientalistas, por ejemplo, se tragan el cuento de que las comunidades viven "en armonía" con el entorno, cosa generalmente muy falsa), pero así como tiene cosas encomiables, también es un repertorio de atrasos y de ignorancia.
Beso.

Champy: Róbele, róbele, que ladrón que roba a ladrón... Esa ilustración tiene una virtud extraña: cuando la vi, por primera vez en mi vida sentí ternura ante la imagen de alguien cagando.
Abrazo.

maría de lourdes aguirre beltrán dijo...

Pedro Miguel:

Hace unos tres años visité una Villa Romana En Piazza Armerina (no sé si se escribe así)en Sicilia, está muy bien conservada, y me llamó la atención que el salón donde están los escusados.
hay una construcción en forma de herradura, donde las fosas están una junto de la otra, no recuerdo cuantas eran, tal vez unas diez o doce , ¿te imaginas cuando este lugar estaba lleno, todos platicando como si estuvieran en la sala de su casa?