25.5.12

En defensa del español


Nuestro idioma tiene topónimos propios para desginar, entre otras, a las siguientes ciudades o naciones:
  • Angora (Ánkara, en turco);
  • Bielorrusia (Bielarus, en bielorruso)
  • Bombay (Mumbai, en maratí)
  • Brujas (Brugge, en flamenco)
  • Cantón (Guangzhou, en chino)
  • Colonia (Köln, en alemán)
  • Cuernavaca (Cuauhnáhuac, en náhuatl)
  • Grecia (Ellás o Ellinikí Dimokratía, en griego)
  • Estambul (Istanbul, en turco)
  • Florencia (Firenze, en italiano)
  • Jerusalén (Yerushaláyim en hebreo, al Quds en árabe, Jerusalem en inglés)
  • La Haya (Den Haag, en neerlandés)
  • Londres (London, en inglés)
  • Maguncia (Mainz, en alemán)
  • Marsella (Marseille, en francés)
  • Moscú (Moskvá, en ruso)
  • Múnich (München, en alemán)
  • Nankín (Nanjing, en chino)
  • Nueva York (New York, en inglés)
  • Pekín (Beiying, en chino)
  • Turín (Torino, en italiano)
Asimismo, el idioma español tiene gentilicios exónimos para designar a los
  • huicholes (endónimo: wixáricas)
  • tarahumaras (endónimo: rarámuris)
  • estadounidenses o estadunidenses (endónimo: americans o americanos)
Por cierto: a ningún hispanohablante se le pasa por la cabeza pedir a los italianos que digan “México” en vez de “Il Messico”, o a los franceses que usen “Chile” y no “Le Chili”, o a los alemanes que digan “España” en lugar de “Spanien”. Tampoco se nos ocurre exigir a los anglófonos que digan “peruanos” en lugar de “Peruvians” o “guatemaltecos” en vez de “Guatemalans”, ni imponer a los daneses el endónimo “argentinos” por sobre “argentinske”.