"No puedo aceptar el fallo del TEPJF ni reconocer a un poder ilegítimo surgido de la compra del voto y de otras violaciones graves a la Constitución y a las leyes.
"La desobediencia civil es un honroso deber cuando se aplica contra los ladrones de la esperanza y de la felicidad del pueblo. Convoco a todos los partidarios de la democracia y de nuestro movimiento a que nos congreguemos en el Zöcalo de la Ciudad de México el domingo 9 de septiembre a las 11 am. Ahí definiremos lo que sigue.
"Seguiremos actuando con responsabilidad y por la vía pacífica, sin dar motivos para que los vioelntos nos acusen de violentos."
31.8.12
Tercer fraude
En los últimos 24 años la sociedad mexicana ha sido víctima
de tres grandes fraudes en comicios presidenciales; fraudes a ritmo promedio de
uno cada ocho años. Los dos primeros (1988 y 2006) se saldaron con sendas
imposiciones, en la Presidencia, de individuos que causaron daños gravísimos al
país. Las consecuencias del tercero... están por verse.
En este cuarto de siglo ha habido sólo dos gobiernos federales emanados
de las urnas: el de Ernesto Zedillo y el de Vicente Fox. El primero, represor en
lo político y depredador en lo económico, no tuvo sin embargo más remedio que apechugar
con la apertura democrática exigida y protagonizada por la sociedad y permitió
la realización de comicios libres en 1997 y en 2000. En ambos cambiaron de manos
los más importantes cargos del país: el gobierno del Distrito Federal, conquistado
por la izquierda con Cuauhtémoc Cárdenas a la cabeza, y la Presidencia, ganada tres
años más tarde por el empresariado, esta vez bajo la bandera de Acción Nacional,
pero con el respaldo indiscutible de una mayoría ciudadana. Fuera de ese breve
paréntesis de tres años, las fórmulas de recambio presidencial han sido urdidas
y gestadas en las entrañas institucionales y corporativas del régimen político
e impuestas por medio de simulaciones democráticas con propósitos de legitimación.
Desde 1988 la derecha tradicional optó por volverse parte
integrante del régimen y desde entonces las alternancias entre el PRI y el PAN
son meros cambios de fachada de un modelo político y económico antidemocrático
y oligárquico, basado en la permanente devaluación de la población, la
concentración creciente de riqueza y poder en unas cuantas manos y el
desmantelamiento progresivo del Estado y de la Carta Magna.
En cinco ocasiones sucesivas la izquierda y los sectores
progresistas del país, por su parte, han intentado llegar a la Presidencia –posición
clave del poder político—por la vía electoral, con un saldo hasta ahora
desolador: ganaron dos de las correspondientes elecciones –1988 y 2006–, pero
en ambos casos les fue arrebatado el triunfo mediante la descarada alteración de
los resultados electorales; perdieron limpiamente la justa democrática en otras
dos –1994 y 2000– y habrían vuelto a ganar en 2012 de no ser porque la oligarquía
político-empresarial y mediática urdió para esta ocasión un fraude pre
electoral: sobornó a cinco millones de ciudadanos (sobran en el presente escenario
económico aquellos para quienes mil pesos representan la diferencia entre una quincena
de comida y una quincena de hambre) para asegurarle a su abanderado, Enrique
Peña Nieto, un margen relativamente holgado de triunfo, a pesar de ser el
candidato presidencial más repudiado de que se tenga noticia.
Las autoridades responsables de organizar, vigilar y
calificar la elección –el IFE, la Fepade y el Tribunal Electoral– se
comportaron de manera parcial y facciosa a lo largo de las campañas. Es claro,
visto en retrospectiva, que su desempeño obedeció a una consigna inequívoca: no
permitir el triunfo del candidato de las izquierdas e impedir, al precio que
fuera, que la elección presidencial pusiera en riesgo la perpetuación del
modelo político y económico vigente.
Desde julio de 2011, con motivo de las elecciones locales en
el Estado de México, pudo verse la clase de blindaje fraudulento con el que se
había dotado el poder oligárquico. La elección de Eruviel Ávila como gobernador
incluyó el respaldo descarado de Televisa, la compra masiva de sufragios, el amedrentamiento
y/o la cooptación de opositores y el uso de las oficinas públicas como
mecanismos de coacción para que el PRI amasara un porcentaje de sufragios
perfectamente desmesurado e inverosímil. Algunos advertimos en ese entonces que
el movimiento lopezobradorista se preparaba para enfrentar el fraude pasado, el
de 2006, mas no para remontar el que se perpetraría en 2012 y que, salvo prueba
en contrario, la
vía electoral estaba clausurada como instrumento de transformación
nacional. Fue, posiblemente, un señalamiento crítico injusto para con el más
formidable esfuerzo de organización política y social de signo progresista emprendido
en la historia moderna de México –el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena–
y de cualquier forma el abandono anticipado de la arena electoral habría
equivalido a un suicidio. Sin embargo, a la luz de lo ocurrido entre el 1 de
julio pasado y la fecha de hoy, queda claro que la única forma de garantizar un
triunfo electoral presidencial ante el aparato delictivo del régimen sería
obtener el 70 por ciento o más de los sufragios y, por si aún así hiciera falta defender
ese resultado por la vía jurídica, obtener de los urdidores del fraude una
confesión de chanchullos notariada, videograbada y ratificada personalmente
ante todos y cada uno de los siete magistrados del tribunal electoral. Y tal
vez, ni así.
En suma, el tercer fraude oligárquico del México moderno no
sólo despoja a la mayoría de la sociedad del ejercicio de la Presidencia, sino
que ha terminado por disipar las esperanzas depositadas por muchos en la
posibilidad de llegar al poder político por medio de las vías institucionales
establecidas. Lo más doloroso, exasperante y canallesco de este último atraco
electoral, pues, no es necesariamente la postergación del cambio de rumbo y de
prioridades que el país requiere en casi todos los órdenes, sino el asesinato de
la confianza en las elecciones. O, más directamente, el asesinato de la
democracia.
Ahora el desafío acuciante e inmediato consiste en imaginar,
formular, poner en práctica y generalizar modalidades de lucha política y
social pacífica que permitan transitar la incierta ruta entre el tercer fraude
y la regeneración de la república. Entre la justificada cólera social del
presente y la confección de una cuarta Constitución el camino no es necesaria
ni obligadamente largo –su duración depende, en buena medida, de la iniciativa,
creatividad y capacidad de convocatoria de los movimientos sociales que hoy se
expresan contra una tercera imposición presidencial y contra la conformación de
un nuevo gobierno espurio–, pero sí va a ser, con toda seguridad, difícil. Para
acometerlo, más vale ir haciendo acopio de energía, pasión, paciencia y
lucidez.
24.8.12
Microcuento
Para Laguna
23.8.12
El obispo y la viceministra
El 22 de junio de este año Fernando María Bargalló presentó su renuncia al obispado de Merlo-Moreno –sufragáneo de la Arquidiócesis de Buenos Aires–, que encabezaba desde su creación, en 1997. Junto con ese cargo se despidió de la presidencia de Cáritas Latinoamérica y se recluyó en un retiro espiritual, a la espera de que la organización que encabeza Joseph Ratzinger lo enviara a una parroquia perdida en alguna parte del mundo. El sacerdote había tenido algunos encontronazos con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y con el intendente de Merlo, Raúl Othacehé, quien hostigaba al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Creía en la opción por los pobres.
En rigor, Bargalló no perdió sus puestos debido a sus confrontaciones con las autoridades, sino en razón de una directiva establecida en 1123 en el primer Concilio de Letrán, que ordenó a sacerdotes, diáconos, subdiáconos y monjes abstenerse de practicar su sexualidad. Esa imposición injustificada –pues no se sostiene en ningún pasaje de las Escrituras– tuvo como propósito preservar los intereses patrimoniales de la Iglesia católica, ya que privaba a sus integrantes de esposas, amantes o hijos que pudieran formular algún reclamo sobre los bienes de los religiosos.
El martes 19 de junio un canal de noticias local divulgó unas fotos tomadas 18 meses antes por algún paparazzi que sugieren la infracción, por parte de Bargalló, del mandato de castidad. En ellas, el ex obispo aparecía en una playa de Puerto Vallarta acompañado de una empresaria porteña, ambos en traje de baño y en actitudes algo más que afectuosas, aunque no abiertamente sexuales. Unas fotos que podrían encontrarse en el álbum familiar de una pareja cualquiera.
El religioso ensayó una defensa pueril: dijo que la mujer y él eran amigos desde la infancia y lamentó que mi imprudencia pudiera dar lugar a malas interpretaciones. Nadie le creyó y la jerarquía eclesiástica le exigió la dimisión. Así terminó la destacada carrera de este sacerdote de 58 años. Su amiga, divorciada y tres años menor que él, enfrentó el escarnio de los medios y el morbo de la opinión pública.
Independientemente de las posturas políticas y pastorales de Fernando María, su tragedia deja entrever el horror y la hipocresía de la castidad obligatoria. Las y los religiosos católicos, como ocurre con casi todos los organismos multicelulares que pueblan este mundo, están sujetos a las pulsiones de la sexualidad. La organización a la que pertenecen les permite obedecer a ese llamado natural a condición de que aparenten no hacerlo. No se ha sabido que un cura o una monja descubiertos en la genitalidad por un superior o igual –situación que ha de ocurrir con harta frecuencia– sean expuestos y castigados, al margen de que sus prácticas sexuales resulten inofensivas o lesivas para terceros, como es el caso de la pederastia y el abuso sexual.
Bargalló y su amiga hicieron cuanto pudieron para coger sin molestar ni escandalizar a nadie. Viajaron desde Argentina hasta las remotas playas del Pacífico mexicano –incluso tomaron vuelos separados– para vivir unos días de normalidad biológica y afectiva, y para experimentar el amor o el desamor terrenales que forman parte del escenario cotidiano de la inmensa mayoría de los seres humanos. Pero algún enemigo del obispo supo del romance y mandó a un chacal fotográfico a obtener testimonios gráficos que ni siquiera dejan entrever más de lo que una foto cualquiera en el álbum familiar de un matrimonio de cincuentones. Luego, las imágenes fueron enviadas a algún medio informativo inescrupuloso y mercenario, de esos que no son capaces de trazar una línea ética entre el interés público y la vida privada. Ante el escándalo, Bargalló no fue capaz de mandar al carajo a la opresiva madre y maestra en cuyo seno sórdido había venido desarrollando su vida profesional. Puso fin al romance, pero de todos modos su carrera ya había sido destruida.
Un mes después Costa Rica se vio cimbrada por un video puesto en Youtube en que aparece la entonces viceministra de Cultura y Juventud, Karina Bolaños, en ropa interior, enviando un mensaje cachondo a un individuo cuya identidad no agrega nada al asunto.
La versión de Bolaños es la siguiente: grabó ese video años atrás, cuando se encontraba separada de su marido. Posteriormente contrató a un técnico informático para que revisara los sistemas de su domicilio; éste se apoderó de los archivos contenidos en su computadora y durante meses se dedicó a extorsionarla, con la amenaza de divulgar sus hallazgos. La funcionaria, aterrada, accedió a las exigencias económicas del tipo hasta que se quedó sin dinero. Cuando cesaron los pagos, el video fue difundido en Youtube.
Bolaños no incitó al terrorismo, al lavado de dinero, al homicidio, o al narcotráfico; en el video simplemente le hizo saber a alguien: aquí estoy, sola, deseándote y esperando verte el martes, y te juro que si esta almohada fueras tú, qué no te haría. Sin embargo, el gobierno tico anunció su despido en los siguientes términos: Si bien las informaciones que han circulado están estrictamente relacionadas con la vida privada de Bolaños, y no con su quehacer como funcionaria pública, la separación de su cargo se dará para que ella pueda enfrentar este caso desde el ámbito privado. O sea que la mujer, sumida en una crisis conyugal y emocional por la exhibición de su privacidad, fue echada de inmediato del cargo que ostentaba. Poco importó su eficiencia administrativa y política. A lo que puede verse, Chinchilla y su gente entienden que el envío privado de un mensaje erótico en video –algo que, en rigor, sólo habría debido ser de la incumbencia del destinatario, de la remitente y del marido de ésta– constituye una falta política grave.
Hay aquí dos ejemplos de lógicas institucionales y sociales torcidas y perversas que castiga a las víctimas de violaciones a la intimidad con la destrucción de sus vidas profesionales y afectivas y premia a los responsables de tales violaciones con dinero, con la satisfacción de ver a un adversario demolido o quién sabe con qué recompensas políticas.
El mundo fue, es y seguirá siendo (desea uno) un copuladero, lo cual no es bueno ni malo, sino todo lo contrario (como decía algún preclásico), pero a ciertas personas se les exige que se comporten como si tuvieran la entrepierna tan lisa y el corazón tan vacío como un maniquí de aparador.
21.8.12
Ejemplos para Cameron
El primer ministro David Cameron podría
seguir el ejemplo del general guatemalteco Romeo Lucas García, un
asesino que ejerció la presidencia de su país entre 1978 y 1982.
Uno de los episodios más recordados de su administración es el
asalto por fuerzas policiales a la Embajada de España, ocurrido el
31 de enero de 1980, luego que un grupo de indígenas sobrevivientes
de las masacres perpetradas por el Ejército en el occidente se
refugiara en esa sede diplomática. En ella, el representante de
Madrid, Máximo Cajal, atendía a un ex vicepresidente y un ex
canciller del país anfitrión.
De inmediato, el gobierno instaló un
cerco de fuerzas policiales en torno al inmueble. El embajador pidió
tiempo para negociar con los indígenas pero no le fue concedido. Los
efectivos oficiales lanzaron granadas de fósforo blanco al interior
de la embajada y ésta se incendió. Las fuerzas policiales
impidieron el paso a los bomberos y al personal de la Cruz Roja que
pretendía rescatar a los atrapados en el incendio. De las 41
personas que había en el reciento, sobrevivieron sólo tres: el
propio Cajal, el abogado Mario Aguirre Godoy y el indígena Gregorio
Yujá Xona. Los tres sufrieron graves quemaduras. El primero fue
sacado de inmediato de Guatemala y el tercero fue internado en un
hospital local. Al día siguiente el gobierno lo secuestró, lo
torturó y lo asesinó, y dejó su cadáver frente a la Universidad
de San Carlos. España rompió relaciones con Guatemala.
El primer ministro Cameron podría
también inspirarse en el jefe militar afgano Ahmad Sah Masud,
apodado “El León de Panjshir”, quien tuvo a su cargo el asalto
al edificio de la ONU en Kabul el 26 de septiembre de 1996. Desde
cuatro años antes, el depuesto Mohamed Najibulá, títere abandonado
a su suerte por los soviéticos, se encontraba refugiado allí, junto
con su hermano Shahpur, y los talibán recién triunfantes querían
las cabezas de ambos. La sede, que tenía estatuto de embajada, fue
tomada por asalto y la turba de combatientes montó un espectáculo
en el que el plato fuerte fue la castración y el asesinato de los
dos refugiados. Luego, los cadáveres fueron expuestos con
cigarrillos en los labios y billetes en los dedos y el nuevo régimen
prohibió que les fueran prodigados funerales islámicos regulares.
No hay en la historia reciente, hasta
donde sé, otros casos de asaltos a legaciones diplomáticas por
parte de fuerzas locales, a menos que se trate de intervenciones
solicitadas por los representantes extranjeros, como ocurrió en Lima
en abril de 1997, cuando fuerzas policiales enviadas por Alberto
Fujimori irrumpieron en la residencia del embajador japonés, tomada
cuatro meses antes por una docena de guerrilleros que capturaron como
rehenes a 72 personas.
Ahora Julian Assange está refugiado en
la embajada de Ecuador en Londres y el gobierno que preside David
Cameron, y el Estado que encabeza la anciana Elizabeth Alexandra Mary
Windsor, amenazan con sacarlo de allí por la fuerza. Serían los
terceros, después del general guatemalteco y del cabecilla afgano,
en cometer semejante brutalidad.
Ni el mismo Pinochet se atrevió a
tomar por asalto una sede diplomática –las de México y Cuba, repletas de perseguidos, eran
candidatas evidentes– cuando se encaramó al poder de manera
sangrienta, en el ya lejano septiembre de 1973. La integridad de las
representaciones extranjeras se respeta por un principio básico de
civilización: si una de ellas es violentada, se corre el peligro de
desencadenar un efecto dominó de escala planetaria. Como lo dijo
hace unos días el ex embajador inglés Craig Murray a propósito de
las amenazas formuladas por el gobierno de su país, “si la policía
entra a la embaja de Ecuador, todos los diplomáticos británicos en
el mundo estarán en peligro”.
20.8.12
Vidas imaginarias
Desde que no te apareces
y en la distancia porfías,
las horas se vuelven días,
los días se vuelven meses
y tiendo a pensar a veces
que eres más bien ilusoria,
que en realidad esta historia
no ha tenido lugar nunca
y ha sido sólo una trunca
mentira de la memoria.
18.8.12
Amor filial
Llegada cierta edad, los hijos amorosos
y comprensivos tendrían que reconocer a sus madres, si es que
siguen en este mundo, por toda una vida de honestidad y rectitud, y
sugerirles que, en lo sucesivo, se dedicaran al sexo, a las drogas y
al rock & roll. Lo malo es que algunas, en lugar de agradecer el
consejo, se dan por ofendidas.
15.8.12
De ustedes depende
Señoras y señores magistrados del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF),
Magdos. José Alejandro Luna Ramos, María del Carmen Alanís
Figueroa, Constancio Carrasco Daza, Flavio Galván Rivera, Manuel
González Oropeza, Salvador Olimpo Nava Gomar y Pedro Esteban Penagos
López:
Como hace seis años, el organismo que
ustedes integran tiene ante sí la tarea de juzgar la validez, la
legalidad y la legitimidad de una elección presidencial. En 2006 el
TEPJF dio por bueno un proceso electoral viciado, irregular y oscuro,
proclamó presidente electo a Felipe Calderón. Ante las
inconformidades, las autoridades electorales se negaron a exhibir las
pruebas del supuesto triunfo del aspirante panista –esto es,
rechazaron el conteo voto por voto– y la instancia que ustedes
encabezan decretó la validez de unos comicios en los que, según los
propios magistrados el entonces presidente Vicente Fox, el Consejo
Coordinador Empresarial y el partido que está a punto de dejar el
poder cometieron transgresiones a la legislación electoral. Ese
fallo causó, con ello, un gravísimo daño a las instituciones
republicanas y al país en general: generó una fractura política en
la sociedad, erigió una presidencia ilegítima a ojos de un
importante sector de la población, sentó un precedente de impunidad
para delincuentes electorales y minó severamente la confianza de la
gente en los procedimientos democráticos como generadores de
consenso y de solución pacífica de las diferencias. El sexenio que
termina deja un saldo catastrófico de estancamiento o regresión en
todos los ámbitos de la vida nacional y buena parte de ese saldo es
atribuible a la ilegitimidad de origen del propio Calderón.
En el momento presente ustedes
enfrentan la disyuntiva de repetir aquella decisión trágica y
validar unos resultados electorales oficiales asentados sobre una
montaña de irregularidades y de presuntos delitos o de sanear la
vida republicana y garantizar la estabilidad política e
institucional mediante la nulificación del proceso.
Ustedes no ignoran que los poderes
fácticos pretenden, entonces como ahora, revestir con una cáscara
de legalidad un resultado electoral obtenido por medios ilegítimos:
desde el inicio de una campaña de facto con seis años de
antelación, con la ayuda de los medios electrónicos, hasta la
inyección masiva de dinero de dudosa procedencia –recursos
públicos, en algunos casos– para obtener millones de votos a
cambio de dinero. Esta inadmisible corrupción de la voluntad
ciudadana se realizó en los sectores más pobres del país,
aprovechando las circunstancias de necesidad y miseria de los
votantes.
Ustedes están conscientes de que las
prácticas referidas son manifiestamente ilegales y que en su momento
no fueron evitadas, investigadas ni sancionadas por el Instituto
Federal Electoral (IFE) ni por la Fiscalía Especializada en la
Atención a delitos electorales (Fepade), organismos que ostentaron
un comportamiento manifiestamente omiso. Para ustedes, como para
todos, es claro que si no se hubiera recurrido a métodos como los
señalados, es decir, si los comicios de julio pasado hubieran sido
realmente libres, el aspirante presidencial priísta no habría
obtenido la mayoría de los sufragios. Para el país, ustedes
incluidos, es claro que un candidato impopular y rechazado no puede
ganar unos comicios, a menos que se recurra a acciones ilícitas para
adulterar la voluntad popular y simular que los ganó.
Es de suponer que ustedes estarán
sometidos –como está sometido el país en su conjunto– a
intensas presiones para que decreten, pese a todo, la legalidad y
validez de la elección del 1 de julio es legal y válida.
Señoras y señores magistrados:
resistan a esas presiones, dejen de lado los intereses particulares
que pudieran tener en este caso y obedezcan a su conciencia.
Otórguenle una oportunidad al país, a la democracia, a la
estabilidad y a la gobernabilidad, a la credibilidad del alto
organismo jurisdiccional que integran, a la propia respetabilidad y
honorabilidad de ustedes como jueces. Invaliden estos comicios
presidenciales viciados e inverosímiles y sienten un precedente
contra los poderes fácticos que han venido ensuciando y
distorsionando los procesos electorales en el país. Abran las
puertas a la renovación de la vida republicana del país que puede
iniciarse en el lapso de una presidencia interina. De ustedes
depende. Ahórrenle al país otra catástrofe.
14.8.12
Prepararse un café
(Del muro de Agustín Aguilar Tagle)
En la estufa divina se calienta
agua para café –no la bebida
misma, que hervirla es cosa prohibida–
y la vigila una mirada atenta.
No se cansa Agustín, no se impacienta,
no siente que la espera es aburrida
ni se queja tampoco si la vida
ante el hervor del agua pasa lenta.
Prepararse un café da circunstancia
para ser y pensar, mientras levante
sus burbujas la líquida sustancia.
Y en ese transcurrir alucinante,
sin cuidado del tiempo y la distancia,
cabe la eternidad en un instante.
13.8.12
Coplas de la lavandería
Resulta que a Peña Nieto
ya le dicen “El Ariel”.
Es lavandero discreto
y nadie lava como él.
Él quiere ser presidente
pero le sale mejor
blanquear el gasto corriente
que ejerce su sucesor.
Monex es el detergente,
la lavadora es Soriana;
juntos, dejan refulgente
cualquier tejido de lana.
Videgaray, su ayudante
en esto de la lavada,
deja la chamba fragante
y también muy bien planchada.
Pero un mal día, caray,
algún asunto se atora
y deja Videgaray
abierta la lavadora.
Resulta que un delincuente
por mala fortuna enseña
todas las fotografías
que se tomaba con Peña.
En un ingenioso ardid
lo agarró la policía
cuando andaba por Madrid
traficando porquería.
En vez de la pulcritud
y de ropa que relumbre,
igual que un ataúd
aquí sólo hay podredumbre.
Con asco y curiosidad,
sin que un detalle se pierda,
observa la sociedad
el gran lavado de mierda.
Así se ve con razón
que esta labor de lavado
hizo ganar la elección
al crimen organizado.
10.8.12
Padre posesivo
El otro día, cuando paseábamos por las calles de Guatemala, a Eugenia y a mí se nos vinieron a los labios unas coplas de La casa en el aire de don Rafa Escalona, gran músico vallenato, portentoso arquitecto aéreo y chiflado genial. Pobre su hija Ada Luz, y no: debe haber sido un papá insoportable, tal vez divertido y ciertamente muy celoso:
Voy hacerte una casa en el aire
solamente pa´que vivas tú.
Despues le pongo un letrero muy grande
de nubes blancas que diga "Ada Luz".
Porque cuando Ada Luz sea señorita
y alguno
le quiera hablar de amor
el tipo tiene que ser aviador
para que pueda hacerle una visita,
el tipo tiene que ser aviador
para que pueda hacerle una visita
Porque si no vuela no sube
a ver a Ada Luz en la nube;
porque si no vuela no llega allá
a ver a Ada Luz en la inmensidad.
Voy hacer mi casa en el aire
pa´que no la moleste nadie.
Ponte a pensar cómo será 'e bonito
vivir
arriba de todo el mundo:
allá en las nubes con los angelitos
sin que te vaya a molestar ninguno.
Si te preguntan como se sube
deciles
que muchos se han perdido
para ir al cielo creo que no hay camino
nosotros dos iremo´ en una nube.
Porque si no vuela no sube
a ver a Ada Luz en la nube;
porque si no vuela no llega allá
a ver a Ada Luz en la inmensidad.
Voy hacer mi casa en el aire
pa´que no la moleste nadie.
Como esa casa no tiene cimientos
tiene el sistema que he inventado yo:
me la sostienen en el firmamento
los angelitos que le pido a Dios.
Vengo a decirles cuál es el motivo
de hacer
esa casa en el aire
la única forma de vivir tranquilo
porque ese camino ninguno lo sabe.
Porque si no vuela no sube
a ver a Ada Luz en la nube;
porque si no vuela no llega allá
a ver a Ada Luz en la inmensidad.
Voy hacer mi casa en el aire
pa´que no la moleste nadie.
7.8.12
México, entre el
Jurásico y Egipto
Y en pleno verano de 2012 México se vio de regreso a 1988,
cuando el régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se renovaba a
sí mismo con votaciones fabricadas, elecciones a modo y candidatos mágicos que
lograban sobreponerse a la más honda de las aversiones populares para
convertirse en mandatarios electos.
Tal vez para algunos lectores extranjeros suene disparatado
hablar de régimen priísta cuando, según se sabe, el país lleva 12 años bajo gobiernos
emanados del Partido Acción Nacional. El dato que falta para comprender a
cabalidad la apreciación es que la sonada alternancia presidencial de 2000, que
habría debido ser histórica, fue, en cambio, mera historieta: para entonces,
Acción Nacional había cogobernado con el PRI en una alianza de facto
establecida desde 1988, cuando ayudó al aspirante presidencial priísta
derrotado, Carlos Salinas de Gortari, a imponerse en la Presidencia. A partir
de entonces, el sistema político dejó de ser monopartidista para transitar a un
modelo binominal estructurado alrededor de acuerdos básicos: imposición del
recetario económico neoliberal, disolución paulatina del Estado de bienestar,
desmantelamiento del Estado laico, integración económica con Estados Unidos y
supeditación política a Washington. En ese lapso, el poder político real fue
transferido de la vieja nomenklatura priísta, nacionalista, autoritaria
y corrupta –desbancada por los tecnócratas neoliberales educados en
universidades del país vecino del norte–, a una cúpula
político-mediático-empresarial no menos corrupta ni menos antidemocrática, pero
desprovista de nacionalismo.
Desde entonces, esa oligarquía ha venido dictando los
programas de gobierno y las reformas legales necesarias para transferir riqueza
colectiva a manos privadas, para recortar derechos políticos, económicos,
humanos, colectivos y de género. La famosa alternancia presidencial de 2000
entre priístas y panistas pudo realizarse en forma tersa y fluida porque el
poder real ya no estaba en la Presidencia sino en los grandes empresarios, los
concesionarios de la televisión, los consejos de administración de los bancos
que dominan la economía y (last but not least) la embajada de Estados
Unidos.
Entonces, muchos votantes creyeron de buena fe que con la
salida del Revolucionario Institucional de la residencia presidencial de Los
Pinos habría de terminar el largo periodo de autoritarismo y corrupción
características de las administraciones de ese partido. Pero Vicente Fox
gobernó con él, benefició a sus integrantes más corruptos con una plena
impunidad y heredó la maquinaria de complicidades, generación de consensos
mediante el reparto de prebendas y un completo repertorio de instrumentos para
cocinar fraudes electorales. Sin el PRI en la presidencia continuaron los
cacicazgos locales, la política económica generadora de millones de pobres y de
media docena de nuevos integrantes en la lista de Forbes, los acuerdos bajo la
mesa con la delincuencia organizada y el enriquecimiento astronómico de los
integrantes del equipo gubernamental. Seis años más tarde la mayoría del
electorado dio la espalda al PAN en las urnas, pero para entonces este partido
ya dominaba el arte de torcer la voluntad popular.
En un libro de reciente aparición, La cocina del Diablo,
el antropólogo y politólogo Héctor Díaz-Polanco recopila una serie de trabajos
de científicos e investigadores que demuestran, mediante minuciosos análisis
estadísticos de los resultados oficiales, la derrota de Felipe Calderón y el
triunfo de Andrés Manuel López Obrador en la elección de 2006. En el libro no
sólo se describe la manera en que el Instituto Federal Electoral (IFE) infló la
votación de Calderón –mediante la transferencia ilegal de 5% de los sufragios
recibidos por el aspirante priísta, Roberto Madrazo– para que quedara arriba de
López Obrador con un margen de 0.56%, sino también la forma en que las
televisoras privadas y los intelectuales del régimen contribuyeron a convertir
en verdad oficial aquella impostura y a desacreditar y a acallar a quienes,
números en mano, señalaban que la victoria del panista era insostenible. A la
postre, Calderón fue impuesto en la Presidencia con la ayuda invaluable de los
legisladores del PRI –así devolvieron al PAN el favor de 1988– y con la
intervención de la embajada de Washington, como lo puso de manifiesto, años más
tarde, un
cable de WikiLeaks.
Entonces, como ahora, las diferencias entre los tres principales
candidatos podían reducirse a dos proyectos de nación: el enarbolado por el PAN
y por el PRI, que es en realidad un plan de negocios basado en la concentración
de la riqueza, la exportación neta de capitales y de mano de obra, y el
desmantelamiento continuado de la propiedad pública para transferirla, a
precios de remate, a manos privadas.
Si los comicios de 2000 fueron una suerte de referéndum
sobre el balance de 70 años de gobierno priísta, en los de 2006 lo que estaba
en tela de juicio era el desempeño del ciclo entero de administraciones
neoliberales. La voluntad popular le fue adversa pero el régimen impuso a un
presidente espurio. Seis años después, y con el país hundido en las últimas
consecuencias del neoliberalismo (miseria multiplicada, desempleo al alza,
degradación institucional sin precedentes y una violencia delictiva fuera de
control), el referéndum volvió a plantearse: tres candidatos de la continuidad
político-económica (Josefina Vázquez Mota, por el PAN y Gabriel Quadri, por el
partido Nueva Alianza, además de Peña Nieto, por el PRI) frente a uno, López
Obrador, que volvió a la arena electoral con una nueva organización política
forjada en seis años y con presencia en todo el país (el Movimiento de
Regeneración Nacional, MORENA) y un programa concebido y redactado por una
cuarentena de intelectuales progresistas.
El régimen, por su parte, aprovechó ese lapso para construir
una candidatura alternativa al desgastado PAN. Enrique Peña Nieto, un priísta
tan jurásico como cualquier otro, fue posicionado en los medios y en las
encuestas, a golpe de dinero, como el aspirante presidencial joven, guapo y
dinámico que México necesitaba para salir de la trágica circunstancia en la que
lo sumió la administración calderonista. Pero la criatura se derrumbó sin la
protección de las entrevistas pactadas –con respuestas leídas en telemprompter–
en diciembre pasado, cuando Peña, ya precandidato, fue expuesto por primera vez
a los medios. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, el aspirante
no fue capaz de citar tres títulos de libros que le resultaran importantes.
Los tropiezos continuaron en los días y semanas siguientes
cuando el priísta no logró recordar el monto del salario mínimo vigente ni el
precio de la tortilla, cuando se evidenció que no tenía claro si era candidato
o precandidato y, sobre todo cuando, en un encuentro con alumnos de la
Universidad Iberoamericana, se jactó de haber ordenado, como gobernador del
Estado de México, la bárbara represión policial contra el pueblo de San Salvador
Acento (mayo de 2006), episodio que incluyó un par de muertos a bala, el
allanamiento sin orden judicial de cientos de domicilios, el robo generalizado
de pertenencias, el apaleo ante las
cámaras de centenares de personas, la tortura y violación de decenas de mujeres
arrestadas, la grosera fabricación de cargos penales y la falsificación de
declaraciones. (Por cierto: entre las detenidas que sufrieron agresiones graves
y vejaciones se encontraba una ciudadana chilena que por entonces estudiaba
cine en la ciudad de México y que acudió a Atenco a filmar lo que ocurría. A
modo de indemnización recibió una orden fulminante de expulsión del país por el
gobierno democrático de Vicente Fox.) Peña tuvo que abandonar el plantel a las
carreras, entre gritos y abucheos, y en el resto de su campaña no volvió a
pararse en ninguna universidad.
La burla devino repudio social generalizado y casi unánime
pero el dinero hizo su tarea y las casas encuestadoras mantuvieron las
abultadas preferencias a favor de Peña Nieto en los sondeos de opinión. El
mecanismo de este milagro ya había sido explicado años atrás por la analista
política Leslie Bassett, de la embajada estadunidense, en un despacho
confidencial a Washington: los pagos furtivos a medios periodísticos y
casas encuestadoras para que mantuvieran la ficción de la popularidad. A
excepción de la masa mediática del régimen –encabezada por la omnipresente
Televisa–, del puñado de intelectuales orgánicos del poder y del propio PRI,
Peña resultaba ética, política y humanamente inaceptable para el resto del
país, y se consideraba que su triunfo en las urnas sólo podría ser posible
mediante un fraude masivo. Con todo, había la esperanza de que el régimen se abstuviera de perpetrar una
segunda defraudación electoral al hilo y se resignara a perder el poder. A fin
de cuentas, se razonaba, resulta más fácil y menos costoso ganar una elección
limpia que organizar un paro general.
Pero la elección no fue limpia. Desde semanas antes de los
comicios fue asomando un alud de irregularidades clásicas que iban desde la
cooptación de empleados del IFE para hacer propaganda a favor del PRI y de su
candidato hasta el hallazgo de boletas electorales en manos de operadores
priístas, pasando por los indicios de compra masiva de votos en las regiones
urbanas y rurales más depauperadas. Un dato: el heredero de Peña Nieto en el
gobierno del Estado de México –la circunscripción política que rodea a la
capital– invirtió unos 120 millones de dólares del erario en 170 mil tarjetas
tarjetas de consumo prepagadas para canjearlas por sufragios para el PRI. Unos
70 dólares, en promedio, a cambio de la voluntad política de un ciudadano. En
un país con 18% de desempleo real, pérdida de 42% de la capacidad adquisitiva
del salario y 52 millones de almas ubicadas por debajo de la línea de pobreza,
la oferta tiene un atractivo innegable. Unos cinco millones de votos, estimó
López Obrador, fueron obtenidos de esa forma en el país por el candidato del
régimen.
La noche del 1 de julio se repitió, paso a paso, el guión
legitimador de 2006. El presidente del IFE compareció en cadena nacional para
informar que los resultados preliminares favorecían a Peña Nieto y, acto
seguido, Felipe Calderón hizo lo propio para dar su bendición al supuesto
triunfador, todo ello, a contrapelo de la legislación. Desde esa misma noche
los primeros grupos de inconformes se fueron a la plaza de armas de la capital
–el Zócalo– a protestar contra el intento de imposición. Tras el shock
inicial, las oposiciones políticas y sociales –los partidos con registro que
conforman el Movimiento Progresista y
MORENA, por un lado y, por el otro, el movimiento estudiantil #YoSoy132
y una diversidad de organizaciones sindicales, agrarias y sociales– se volcaron
a la tarea frenética de recopilar las pruebas –videograbadas y fotografiadas–
del fraude.
Diez días después de la elección el equipo de campaña de
López Obrador presentó ante el tribunal electoral un voluminoso recurso jurídico
para demandar la anulación de los comicios. El organismo deberá emitir su fallo
antes del 6 de septiembre. El movimiento social, por su parte, ha dado a
conocer un plan de resistencia que incluye la toma de las sedes de Televisa en
diversos puntos del país, manifestaciones masivas frente al tribunal electoral
y, en caso de que éste decrete la validez de la elección, el bloqueo del
recinto legislativo en el que Peña Nieto debería, eventualmente, tomar
posesión, el próximo 1 de diciembre.
A juzgar por las declaraciones de sus personeros, el régimen
piensa que este conflicto poselectoral es una mera reedición del de 2006,
cuando los partidarios de López Obrador permanecieron más de 40 días en plantón
en el Paseo de la Reforma, una de las principales de la capital. Desde fuera
del poder las cosas parecen distintas. En el último sexenio el poder público ha
exacerbado la rabia social hasta un punto peligroso. Ya no sólo hay que
lamentar los millones de desempleados y de pobres, los millones de niños sin
escuela y de enfermos sin hospital, sino, además, los 70 u 80 mil muertos que
le ha costado al país la guerra de Calderón, absurda y sin sentido a menos que
se juzgue su utilidad desde la perspectiva de las ganancias multiplicadas del
narcotráfico y de los contratistas de la industria bélica. Y el PRI ha sido
partícipe y corresponsable, en los estados que gobierna, de los saldos
demenciales de esta aventura.
La resistencia al fraude no se limita, hoy en día, a los
entornos del movimiento lopezobradorista, sino que unifica y articula a
organizaciones tradicionalmente opositoras al régimen con expresiones sociales
de última generación, como el movimiento estudiantil surgido desde el rechazo a
la candidatura de Peña, en mayo pasado –y que ha encontrado en las movilizaciones
de los estudiantes chilenos una fuente privilegiada de inspiración– y el
activismo febril en las redes sociales. En vastos sectores de la clase media y
aun en algunas casas de clase alta, la perspectiva de una recomposición del
régimen encabezada por el PRI produce aversión y vergüenza.
La periodista Denise Dresser escribió poco antes de los
comicios que la vuelta del priísmo a la Presidencia equivalía a que los
alemanes levantaran de nuevo el Muro de
Berlín. El ingenio de la metáfora expresa claramente el malestar nacional ante
este nuevo intento de imposición, pero oculta un fallo de juicio: a diferencia
de lo ocurrido en Alemania tras el derrumbe del muro y la reunificación
subsiguiente, la configuración del poder en México no ha experimentado cambios
sustanciales y el PRI nunca abandonó el poder; simplemente, se convirtió en el
PRIAN, que es la expresión local para designar al brazo político y partidista
del régimen. La insurgencia cívica del momento no es, en estricto sentido,
contra un candidato presidencial odioso, sino contra el sistema. El hecho de
que ese sistema pretenda recolocar en su fachada un logotipo partidario cargado
de recuerdos amargos de represión, corrupción, y soberbia, es un componente
adicional del agravio, pero no el sustancial. Lo fundamental es que el consejo
de administración que realmente gobierna pretende mantener encerrado al país en
el Parque Jurásico. Parece ser que la paciencia social se ha agotado y que si
los encargados no abren las puertas la sociedad se encargará de echarlas abajo.
¿Qué hay más allá del Jurásico? La respuesta está a cargo
del tribunal electoral y deberá emitirla a más tardar el próximo 5 de
septiembre. Si el organismo jurisdiccional acepta anular la pasada elección,
volverá a abrirse una oportunidad para iniciar la demolición del régimen por la
vía de las urnas, pues sería improbable que el priísmo lograra montar de nueva
cuenta un operativo fraudulento. Si el tribunal, en cambio, da por buenos los
comicios y su resultado, bien podría estar dando paso, en México, a una
secuencia social “egipcia”, es decir, una insubordinación social en gran escala
dispuesta a derribar al poder establecido. Está por verse. Es posible que, en
su insensibilidad y su empecinamiento, la oligarquía mexicana descubra que este
país tiene algo en común con Egipto, además de pirámides.
(Publicado en la revista chilena Punto Final, viernes 3 de agosto de 2012)
6.8.12
Homenaje a un sabor
Qué prueba de ADN ni qué ocho cuartos. Uno puede estar seguro de poseer unos cuantos genes guanacos si siente la necesidad obsesivo-compulsiva de ingerir Fernaldia pandurata.
3.8.12
Gracias
A mediados del siglo pasado,
cuando vine a este mundo,
los bebés se morían de paludismo
o de disentería.
Pero no me morí. Llegué a ser joven.
Varios de mis amigos de juventud
fueron asesinados por algún gobierno.
Por lo visto, no me fue deparada esa suerte.
Más bien seguí creciendo.
Tampoco me fue dado morir de una sobredosis
como le ocurrió a uno que otro
ni dejé los pedazos en un accidente de tránsito.
Alguna vez robé para comer
o para comprarle flores a alguien
pero no he matado ni violado a nadie.Es cierto que a uno le rompí la narizy que otro me la rompió a mí.Me disculpo, si ha lugar, con el primeroy no le guardo rencor al segundoporque eso fue hace mucho tiempo.
Nací sin la glándula de la fe
y no tuve buena suerte con las creencias
mas no por eso he orinado en el altar de Cristo
o gritado blasfemias en la mezquita
o untado un moco en el Muro de los Lamentos
aunque, por supuesto,
hice muchas cosas que no habría debido hacer.
Tal vez a los 30 me habría gustado
morir de amor. Pero eso no estaba en mi destino.
A fin de cuentas, tuve una hija.Da la impresión que nos caemos bien;
a veces consigo hacerla reír,
aunque por lo general me sigue la corriente
y me dice mentiras piadosas.
Me hice de un oficio;
logré conocer París y hasta Moscú y Estambul
y no me he partido la madre en un avionazo.
Tengo jirones de familia sanguínea por aquí y por allá,
me quieren y los quiero y todos lo sabemos,
aunque no nos veamos casi nunca,
y también tengo
mucha familia de adopción voluntaria
–mamás, papás, hermanas y hermanos–
y entre todos nos mantenemos atornillados a la cáscara del mundo.
Conozco a una mujer misteriosa.
Es un poco niña desamparada y un poco maestra inflexible;es grácil y torpe; seca y amorosa;pertinaz y frágil,cachonda y tímida.Cuando no está en silencio suele decir cosas muy agudas.A veces, sus pensamientos se enredan en su pelo ensortijadoy en ellos se enredan, a su vez,una lechuga, un búho, un relojo una mariposa roja.O sea que me sorprende casi siemprey por esas sinrazones, o a pesar de esas razonesy por otras que no quiero contar,parece ser que me he enamorado.Ella me exprime la ternura hasta la última gota
y me tiene la mente ocupada con pensamientos lascivos
16 horas de cada día.
Leí dos o tres cosas y sobre esas
he ido construyendo un pequeño edificio
de lecturas subsecuentes.
Desde la azotea miro el valle que me rodea.
A propósito de construcciones,
tengo una casita en la que caben
cuatro o cinco personas (ochocientas, máximo),
dos perros, siete pericos australianos,
una colonia de búlgaros que me regaló Diana,
un coche viejo y una computadora que algún día
rellenaré de tierra para sembrarle geranios.
Por lo pronto, me he vuelto una especie de médium
–aunque no crea en esas cosas–
por cuya boca alguna gente dialoga consigo misma
(aunque eso no me exime de ir a comprar verduras,
de pagar impuestos a regañadientes,
de detenerme en los semáforos cuando están en rojo,
de ser común y corriente).Tal vocación me sigue siendo extraña
pero me ha multiplicado las amistades.
Creo que la sangre recorre el organismo
sin más propósito que producir cosas buenas
como un orgasmo,
o cuando menos, interesantes,
como un poema,o, ya de perdida, graciosas,
como un chiste.
Y aunque parezca que me contradigo,creo que hay que creer
y no ser demasiado cínico.Creo que la esperanza lo mueve a unopero que no es indispensable:si se acaba se puede seguir haciendo lo correctoporque queda el sentido del deber.
También creo que uno no es nada sin los otros,
sin los demás que ya se fueron,
sin los demás que están ahora,
sin los demás que vendrán mañana,
sin los otros de aquí al ladito y sin los otros de las antípodas
y que se debe decir “gracias”
a la mayor parte de los humanos que habitaron, habitan
y habitarán en el mundo.
No he terminado con esa tarea.
Será tal vez por eso que he llegado a los 54
y sigo sin morirme.
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