14.8.12

Prepararse un café



En la estufa divina se calienta
agua para café –no la bebida
misma, que hervirla es cosa prohibida–
y la vigila una mirada atenta.

No se cansa Agustín, no se impacienta,
no siente que la espera es aburrida
ni se queja tampoco si la vida
ante el hervor del agua pasa lenta.

Prepararse un café da circunstancia
para ser y pensar, mientras levante
sus burbujas la líquida sustancia.

Y en ese transcurrir alucinante,
sin cuidado del tiempo y la distancia,
cabe la eternidad en un instante.

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