31.8.07
Con uno basta
29.8.07
Canto a mí mismo
- Sueño de una tarde de septiembre
- Whitman y El Ciudadano
Así como soy existo. ¡Miradme! / Esto es bastante. / Si nadie me ve, no me importa, / y si todos me ven, no me importa tampoco. / Un mundo me ve, / el mas grande de todos los mundos: Yo. / Si llego a mi destino ahora mismo, / lo aceptaré con alegría, / y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré... / esperaré alegremente también. / Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito / y me río de lo que tú llamas disolución / porque conozco la amplitud del tiempo.
De pronto, un recuerdo de juventud se infiltró en la ensoñación presidencial. Evocó el enojo y la fatiga que le causaban, en lo remotos tiempos estudiantiles, los mensajes presidenciales del primero de septiembre, más feos y rimbombantes que un discurso de papá de quinceañera, “tejidos con la más exquisita demagogia” y en los cuales se prometía “redención social y bonhomía”. Pensó en la imposibilidad de pronunciar aquellas piezas oratorias sin hacer a un lado congruencia e integridad, sobre el obligado desdoblamiento de personalidad y la tergiversación y recomposición de realidades (aquí se toman prestadas frases de Eva Salgado y de Rebeca Barriga, autoras, respectivamente, de El discurso del poder y de su reseña, y dejo el resto de las referencias en navegaciones.blogspot.com). Desde su época de estudiante, El Ciudadano se había sentido parte de una sociedad que, como dice Monsiváis, no era registrada por la atmósfera retórica del mundo oficial, “y cuya sordera ante los eslogans típicos iba en aumento”. Pensó con tristeza que el texto que tenía enfrente estaba amasado con la misma pasta lexicográfica que los informes de, por ejemplo, Díaz Ordaz: financiamiento, inversión, créditos, sector, plantas, reservas, tasa, incremento, aumento, crecimiento, programa, producción, infraestructura, capacitación, agricultura, transporte, desarrollo, planeación, favorecer, debemos, hemos, hospitales, expansión, gobernar, Ejército.
Nuestro personaje ignoraba casi todo lo relacionado con la épica, la lírica y la dramática. En eso y en otras cosas se parecía a sus antecesores; el inmediato, por ejemplo, había pasado de la vida campirana a la gerencial, y de ésta a la presidencial, sin toparse nunca en su camino con uno de esos objetos obsoletos y populistas denominados libros. Las carencias del Ciudadano no eran tan ostensibles e irremediables, y recordó algo que había leído años antes, Canto a mí mismo, atraído por su parcial homonimia con el que creyó autor –León Felipe Camino, que era sólo el traductor— y sintió que ese título describía a cabalidad el mamotreto que tenía por delante y que debía entregar esa tarde al Poder Legislativo, como se viene haciendo desde tiempos de Guadalupe Victoria, quien estrenó el género. No sabía que el poema original es obra de un gringo del siglo antepasado, hipócrita, excelso y probablemente gay, llamado Walter Whitman, ni que el trascendentalismo de Song of Myself es muy diferente al afán de trascendencia que caracteriza las alocuciones presidenciales, afán muy parecido, en cambio, al impulso que lleva a un adolescente a escribir a punta de navaja “aquí estuvo El Pecas”, o cosas similares, en la corteza de los árboles. Me celebro a mí mismo y me canto a mí mismo.
Canto a sí mismo
El Ciudadano volvió al presente y observó con fastidio el adobe optimista que descansaba sobre su escritorio y pasó lista a las muchas cosas omitidas en el documento: la fabricación de delitos a dirigentes sociales, la viejita que murió de una gastritis no atendida, los ínfimos resultados de la guerra contra las drogas, las escuelas públicas con goteras y cuarteaduras en los muros, la turbiedad de la prueba “Enlace”, el incremento del desempleo, la carestía en los productos de primera necesidad, los conflictos laborales y agrarios en todo el mapa nacional, la imposibilidad de las reformas, las sospechas generalizadas por la manera en que su gobierno había manipulado una suma millonaria decomisada a un empresario farmacéutico que resultó ser narco, la persistencia de la corrupción en casi todas las esferas gubernamentales, la irritación creciente del empresariado por la falta de rumbo claro en las decisiones económicas, la desconsiderada arrogancia del gobierno del país vecino (“pero si les digo que sí a todo, y ni así...”), el chantaje consistente y perenne de los desplazados del poder, los pleitos cada vez más desbordados en su partido y en su círculo inmediato, la desastrosa herencia de un antecesor que lo odiaba sin ambigüedades, la vida entre lambiscones dignos de toda su desconfianza, los gritos y las injurias repetidos en cada lugar público que visitaba, la desatención de los hijos, en la que incurre sin remedio todo jefe de Estado...
De pronto, la suma de estas incomodidades desembocó, en la imaginación del Ciudadano, en una causa grave constitucional y en vía de escape rápido. En ese momento se dio cuenta que los únicos vítores no inducidos a los que podría hacerse merecedor provendrían de su salida voluntaria del cargo que desempeñaba y por el cual había luchado toda su vida. Reflexionó un momento sobre su paisano Pascual Ortiz Rubio, quien llegó a la Presidencia tras una elección muy disputada que dejó dudas sobre la veracidad de los resultados oficiales y renunció al puesto dos años después de asumirlo. Se imaginó de nuevo libre de obligaciones aplastantes, a salvo de dilemas irresolubles, ajeno a la inmundicia irremediable que prolifera en el poder. Vio cómo se recomponía la clase política, despejada de agravios perdurables, concibió su propia felicidad y la del país, imaginó a la Nación viviendo el alborozo de lo imprevisto. “Lo que tendría que hacer –se dijo— es agregar a los anexos de este tomo una carta de renuncia”.
Pero en ese momento, alabado sea Dios, uno de sus confiables colaboradores entró al despacho y le informó que todo estaba listo, que la oposición había renunciado a serlo y hasta a parecerlo, y El Ciudadano se olvidó de sus tentaciones, retomó la compostura y, como lo hacían cada año todos sus antecesores desde Guadalupe Victoria, partió a entregar un mamotreto en el que se anunciaba por escrito el advenimiento de una nación feliz.
28.8.07
Rubí Oseguera vs. Vieux Diop
Ahora me acuerdo de este otro, que tuvo lugar en el Parque México, en una noche de primavera de 1999, entre el zapateado jarocho de la veracruzana Rubí Oseguera y el tambor mandingo del senegalés Vieux Diop:
27.8.07
Goodbye, Gonzales
Alberto Gonzales tiene tras de sí una historia impresionante de éxito y de superación personal. Nieto de indocumentados mexicanos, hijo de albañil y segundo de ocho hermanos, se graduó con honores en el bachillerato, ingresó a la aviación militar y luego de dos años de lavar fuselajes consiguió ingresar a la Academia de la Fuerza Aérea. Luego curso una licenciatura en Ciencias Políticas y después, un doctorado en Derecho en Harvard.
Se sacó la lotería cuando conoció a George W. Bush, quien, como gobernador de Texas, lo hizo su consejero, su secretario de estado y su hombre en el tribunal supremo estatal. Gonzales sirvió a su amo con lealtad absoluta: en 1996, por ejemplo, consiguió que el gobernador fuera eximido de presentarse ante un jurado por manejar borracho y logró desaparecer el expediente de un arresto que sufrió su patrón en Maine, dos décadas antes, por confundir la botella con el volante. Este hispanic exitoso revisó las peticiones de clemencia de todos los ejecutados en Texas durante la gubernatura de Bush –150 en total, 148 hombres y dos mujeres— y en ningún caso registró circunstancias que habrían debido ser suficientes para detener las sentencias. Uno de los casos más terribles es el de Terry Washington, un hombre que al momento de ser sometido a la inyección venenosa tenía la capacidad expresiva de un niño de siete años. O el de Carl Johnson, cuyo defensor de oficio se quedó dormido en la sesión en la que el acusado fue condenado a muerte.
Con esa vasta experiencia de matarife, Gonzales se mudó a Washington, siempre al lado de Bush, luego que los republicanos se robaron la elección presidencial de 2000 y pusieron al texano en la Casa Blanca. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, y en su calidad de consejero legal del presidente, el hijo del albañil mexicano redactó la Orden Ejecutiva 13233, que recortó severamente la libertad de información y tiñó de opacidad toda la esfera presidencial. En enero de 2002 compuso un célebre memorándum en el que cuestionaba la validez de la Convención de Ginebra en la “guerra contra el terrorismo” lanzada por Washington. La almendra de su razonamiento era que las disposiciones de ese instrumento internacional que prohibían las ofensas a la dignidad y el trato inhumano a los prisioneros eran demasiado ambiguas y ponían en riesgo a los militares estadunidenses de ser procesados bajo los términos del Acta de Crímenes de Guerra de 1996. Para entonces, los torturaderos de Guantánamo y Abu Ghraib funcionaban a plena capacidad. Discurrió entonces a favor de los tormentos light y forjó el argumento estrella del actual gobierno estadunidense para legitimar sus masivas violaciones a los derechos humanos en el mundo: la tortura era una práctica aceptable siempre y cuando no se le llame tortura. Gonzales fue, además, un operador central para la aprobación del “Acta Patriótica”, un conjunto de disposiciones que otorga facultades discrecionales y excepcionales al Poder Ejecutivo y borra buena parte de las garantías individuales y las libertades tradicionales del sistema judicial estadunidense.
El descendiente de indocumentados no llegó a ser secretario de Justicia a pesar de ese historial abominable, sino precisamente gracias a él: es que las opiniones y los actos del sirviente son reflejo fiel de los deseos del amo. En enero de 2005, poco antes de que el Capitolio aprobara su nombramiento, Brian J. Foley escribió que el mayor pecado de Gonzales no era su respaldo a la tortura, sino “su intento de dar al presidente el poder de encarcelar a los estadunidenses en régimen de incomunicación y por tiempo indefinido”.
Gonzales fue el brazo ejecutor de Bush para destruir el sistema legal de Estados Unidos y cumplió el encargo con eficiencia, prontitud y lealtad absoluta. En materia de arrasamiento de las libertades, garantías y derechos fundamentales, la oposición demócrata se tragó todos los sapos. Gonzales podía ser matarife, perjuro, entusiasta de la tortura y encubridor de su jefe, pero no se le perdonó el manejo faccioso que hizo Gonzales de los movimientos de personal en la secretaría de Justicia: a la clase política le resultó intolerable que despidiera a fiscales imparciales y que prefiriera a los incondicionales de Bush y del Partido Republicano. Por eso le dijeron: “Goodbye, Gonzales”.
25.8.07
Ni la burla
"Hay un asunto que a todos nos importa: que el dinero que es para la educación vaya a la educación."
Elba Esther Gordillo, propietaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)
Un millón de años antes de Cristo
Cuando era niño vi esta película con reverencia y espanto, como si fuera una de las grandes gestas de la Humanidad. Anoche volví a verla y me topé con una de las grandes simas de la historia del cine.
La compré porque quise compartir con Clara las emociones que me había provocado, pero desde un primer momento el bodrio empezó a caerse a pedazos ante nuestros ojos. Cuando aparece la iguana gigantesca, Clara pregunta:
--¿Así pensaban que eran los dinosaurios cuando tú eras chiquito?
--No --admito--. Nadie pensó nunca que hubiera dinosaurios como ese. Pero además...
--... cuando aparecieron los humanos los dinosaurios ya se habían extinguido --interrumpe ella, cerrando toda posibilidad de verosimilitud a lo que queda de la película, que es, a esas alturas, la mayor parte.
Lo que sigue es una carnicería: Raquel Welch es antipática, su novio cavernícola (John Richardson) se la pasa pelando los ojos como si tuviera en todas las tomas a un asistente de producción pellizcándole el perineo, los animales exhiben látex y el cartón-piedra de la escenografía no deja concentrarse en la trama, la cual parece haber sido escrita por un hippie sin talento y, desde luego, carente de la más puta idea de geología, paleontología y prehistoria.
Y mientras en la pantalla algo que se esforzaba por parecer pterodáctilo trataba de comerse a la Welch, nosotros devorábamos unas quesadillas que nos quedaron igual de buenísimas. Nunca nos habíamos divertido tanto despedazando una película.
24.8.07
El phishing de Los Pinos
Llegó al buzón de Navegaciones un simpático "Boletín de la Presidencia de la República" con un "Pronóstico de Rutas del Huracán DEAN para los próximos días": "Incluimos una lista completa de todas las ciudades que pudieran estar en peligro de la llegada de este meteoro, le pedimos que cheque todas las posibilidades y que piense en la seguridad de usted y de su familia, sin más por el momento le enviamos el mejor de los deseos, para que este huracán no afecte en nada su vida cotidiana, a continuación le damos el link para descargar el programa climático".
http://swanky.tiki-lounge.com/~lundeen/huracan-dean.exe
No piquen este anzuelo. Calderón no será precisamente un Demóstenes; es más, habla y escribe horrible, pero el estilito del mensaje resulta inverosímil incluso con ese antecedente. Lo peor: menciona un tal "sistema nacional de prevención climática", así, en bajas (pero si a la Presidencia le encanta disfrazar con mayúsculas el carácter minúsculo de su titular) y una "facultad de ciencias climáticas de la UNAM", organismos que no existen.
No, esto no viene de Felipe y ni siquiera de su algorítmico pariente Hildebrando. Es un phishing de lo más miserable, como pude confirmar en Cofradía, y podría originarse en una cosa que se describe a sí misma en estos términos:
grupo imagen corporativa solo es un medio publicitario y no necesariamente comparte o apoya el criterio de sus anunciantes. este sitio fue adquirido por G.I.C. con domicilio en Av. Revolucion # 1650 col. centro, Tijuana B.C. y los temas tratados son responsabilidad exclusiva del reportero que publica la nota G.I.C. es la primer agencia de noticias de publicacion y uso gratuito abierta al usuario comun. Si decea publicar sus comunicados y boletines puede hacerlo directamente registrandose o enviar a gicnoticias@gmail.com G.I.C. es un foro de acceso publico y no se responsabiliza por la veracidad o procedencia del articulo, foto, audio o video. ver politicas de publicacion
"Decea", por mi madre. Allí, el programa espía está alojado en esta URL:
http://galeria7.com/noticias/wp-content/uploads/2007/08/
lista-huracan-dean.exe
El mensaje que me llegó a mí no procedía de México sino de un sitio inglés (kiwi.webfusion.co.uk), como pude ver en los haders.
Ya suficiente phishing económico y político padece el país con este calderonismo oligárquico y autoritario como para que nos caigan otros.
Aguas.
23.8.07
Morir en el melting pot
- Ejecución número 400
- Colombia: 20 años de paramilitarismo
Parece ser que la primera vez que se usó la expresión melting pot (crisol) para referirse a los distintos orígenes étnicos y culturales que confluyen en la población estadunidense fue en la obra homónima del escritor sionista Israel Zangwill, estrenada en 1908 en Washington, y que es una suerte de adaptación de Romeo y Julieta al contexto de la inmigración rusa en Estados Unidos: los personajes centrales son David Quixano, de origen judío, y Vera, de familia cristiana. Asimismo, The Melting Pot antecede en medio siglo al célebre musical West side story, en el que se desarrolla una historia de amor entre Tony, un polaco-estadunidense, y María, una puertorriqueña. Años más tarde la corriente multiculturalista impugnó las apologías del melting pot señalando que la asimilación cultural al universo anglosajón parecía más licuadora que crisol en la medida en que despojaba a las minorías de su identidad. Un dato interesante es que las primeras odas a la licuadora cultural hacían referencia a los ingleses, a los escoceses, a los irlandeses, a los holandeses, a los germanos, a los suecos y a los italianos, pero solían omitir a los negros y a los latinoamericanos.
Noticias del melting pot: un joven descendiente de esclavos negros introducidos al actual territorio estadunidense por mercaderes holandeses es acusado de asaltar una tienda y de asesinar en la acción a su propietaria, una inmigrante vietnamita que roza la cincuentena. Un cliente de la tienda, de origen latinoamericano, y quien resulta herido en el hombro, cree identificar a Johnny Ray Conner como el agresor. Otros dos testigos coinciden en la identificación y concuerdan en que el asesino escapó, corriendo, del lugar del crimen.
Los tres testimonios divergen radicalmente sobre la manera en que iba vestido el asesino y ninguno de ellos hace mención a alguna discapacidad evidente en el imputado. Días más tarde, la policía encuentra, en los alrededores de la tienda asaltada, una lata de refresco con una huella digital perteneciente a Conner, quien resulta ser un reincidente con una larga historia de delincuencia juvenil. Se arresta al muchacho –de 23 años, para entonces—, y con una celeridad escalofriante un jurado lo declara culpable y un juez lo condena a muerte. La justicia pasa por alto inconsistencias escandalosas en los testimonios, como el hecho de que Johnny cojea de manera ostensible debido a una reciente fractura ósea, un detalle que no fue mencionado por ninguno de los testigos cuando refirieron la forma en que el criminal escapó del sitio. La ejecución de Johnny Ray Conner estaba programada para las últimas horas de ayer, en el mortífero condado de Harris, Texas. Es muy posible que, para cuando nos encontremos en estas líneas, la temperatura en el cuerpo del reo haya descendido hasta igualarse con la del ambiente.
Esto sería sólo una historia corriente, no la más aberrante de todas, en el largo historial de asesinos institucionales de buena parte de los estados que conforman la Unión Americana. La singularidad de Johnny no radica en la precariedad de las acusaciones con base en las cuales fue sentenciado a la pena capital, ni el racismo y el clasismo con que operan los jueces que controlan la aguja de los venenos en el país vecino, sino su lugar en la estadística: si Conner amaneció muerto hoy, su deceso fue el número 400 en Texas desde el restablecimiento de la pena de muerte en Estados Unidos, en 1976.
Ante la inminencia de que la tierra de George W. Bush alcanzara ese récord redondo, la Unión Europea dirigió al gobernador de Texas, Rick Perry, un llamado a que detuviera las ejecuciones, le pidió que diera un descanso a la jeringa y señaló: “No hay evidencia alguna que sugiera que el uso de la pena de muerte sirve como disuasión a la criminalidad violenta y lo irreversible del castigo significa que los extravíos de la justicia, inevitables en todo sistema legal, no pueden ser corregidos”.
En una respuesta por medio de su vocero, Perry se insolentó: “Hace 233 años nuestros abuelos pelearon una guerra para expulsar el yugo de una monarquía europea y lograr la libertad de la autodeterminación [...] Los texanos decidieron hace mucho tiempo que la pena de muerte es un castigo justo y apropiado para los crímenes más horribles cometidos contra nuestros ciudadanos [...] Para hacer las leyes de nuestro país no nos basamos en la opinión internacional”. Cosas parecidas decían, en su momento, Augusto Pinochet y Slobodan Milosevic. Lo más terrible del caso es que el mandatario republicano puede sentirse tranquilo en un país en el que dos de cada tres ciudadanos siguen pensando que asesinar a los asesinos es una práctica muy correcta, por más que la inyección venenosa se aplique de cuando en cuando en las venas de individuos inocentes. En ese contexto, cualquier político sabe que una opinión en contra de esta porquería moral se traduce, invariablemente, en una perceptible pérdida de votos.
La sonrisa de Perry
Por lo que respecta a Texas, es posible que la fábrica de cadáveres que funciona en el condado de Harris –una de las pocas empresas del estado que no se ha vuelto negocio particular en el marco de la privatización de casi todo— esté empezando a generar cierta sensación de asco entre la población, porque entre 1999 y 2005 el respaldo a la pena de muerte entre los texanos pasó de 68 a 60 por ciento. Y se pregunta uno cuántas sesiones de degradación en la cámara de ejecuciones faltan todavía antes de que ese apoyo empiece a ser minoritario.
Y a otra cosa. Se cumplen 20 años de los asesinatos de Luis Fernando Vélez, Héctor Abad Gómez, Leonardo Betancur Taborda y Pedro Luis Valencia Giraldo, en Medellín, Colombia. El primero era líder del Sindicato de Institutores de Antioquia; el segundo era médico y presidía el Comité de Derechos Humanos de ese departamento; el tercero era vicepresidente de ese organismo. Los tres eran profesores de la Universidad de Antioquia y sus nombres habían aparecido poco antes en una lista negra divulgada por un grupo de paramilitares. Recuerda Martha Helena Montoya que poco antes de su muerte, Abad Gómez le había dicho en una conversación telefónica: “Martha, ya tocamos fondo; ¿qué más puede seguir ahora?” Lo que siguió fue “ver su rostro en medio de un charco de sangre, su camisa blanca toda manchada, y su esposa de rodillas ante el cadáver, recogiendo la sangre con un pañuelo y preguntándole con estupor a su hija si alguna vez había pensado que eso les llegaría a pasar”.
Hoy, 20 años después, el bando moral de los asesinos de esos luchadores es gobierno en Colombia. Gracias a las distorsiones monstruosas en la institucionalidad del país, los paramilitares lograron instalar a un parapresidente: Alvaro Uribe Vélez.
Este navegante repetirá de viva voz las edificantes historias papales contadas recientemente en este espacio. Organiza el Grupo Brujularte, de Elena, Laura, Juan y Fabián. La cita es el viernes próximo (día 24) en Tacuba 53, Centro Histórico, a media cuadra de la estación Allende del metro, a las 19 horas. Nadie está vetado, pero si Valdemar y Norberto desean evitarse entripados adicionales, les sugiero que no vayan.
22.8.07
21.8.07
El PRD y los otros
Posiblemente el PRD sea el último de los partidos grandes del país en el que haya todavía alguna capacidad para escuchar lo que mucha gente de la calle piensa acerca de él en particular y, en general, de todos los partidos: que está lleno de rateros, de corruptos y de oportunistas; que sus dirigentes prometen una cosa y antes de una semana hacen la contraria; que el rescate de México y el bienestar de la población están sólo en el papel mojado de los estatutos, pero que en la práctica lo único que importa es llegar a la diputación, a la senaduría, a la gubernatura o a la dirección general de algo, de cualquier cosa; que sólo se acuerda de los ciudadanos cuando va a haber elecciones o cuando hay que hacer un mitin; que el partido no va a cambiar nunca el régimen porque sus dirigentes se encuentran entre los beneficiarios de él.
Tal vez existan, al interior del partido del Sol Azteca, algunas orejas dispuestas a escuchar estos juicios que algo tienen de hipérbole y de caricatura y que no son clamor sino rumor sordo, exasperado y desarticulado en una población cada vez más harta de ser ciudadanía, un título cuyo refrendo anual le cuesta miles de millones de pesos. A fin de cuentas, todavía quedan en ese partido algunos o muchos que recuerdan los tiempos en los que para propugnar la transformación del país no se necesitaba de camionetas de 300 mil pesos, choferes para el cónyuge y los hijos, viajes a Europa y seguro médico con aplicación en Houston, todo ello pagado por el erario público. Quedan los que no tenían problema en declinar a la competencia por candidaturas porque estaban conscientes de sus limitaciones personales y tenían disposición para reconocer las aptitudes de otros compañeros. Quedan los que abominaban de la grilla en las oficinas y preferían ir a hacer trabajo directo en los sindicatos, en las colonias, en los ejidos.
El PRI escuchó durante cuatro décadas reclamos semejantes, y más agudos –porque a las acusaciones de rateros, de corruptos y de oportunistas se ha agregado, en ocasiones, la de asesinos—, se acostumbró a ellos y optó por asumir sin complejos su propia descomposición. Candidaturas como la presidencial de 2006 y la estatal de Baja California en 2007 confirman que el Revolucionario Institucional halló un filón de imagen corporativa en sus peores lacras: el leproso le agarró gusto al arte de bailar desnudo sobre las mesas y es natural que si alguien le señala sus purulencias, responda: “Y a mucha honra”.
Por su parte, Acción Nacional, salvo memorables excepciones como la de aquel legislador del que se recuerda el mote mas no el nombre –el dipu-table dance—, abomina de los desnudos: lo suyo es la falda, o la sotana, o la casaca militar, calada hasta el huesito. Desde luego, semejantes agregados a López Velarde son inconscientes y así se quedarán: los blanquiazules son inmunes a la autocrítica, y cuando un yunquero realiza un ejercicio de introspección, no se encuentra con su demonio interior, sino con una estampita de Cristo Rey.
Pensar es demasiado doloroso, parece recordar el discurso de Manuel Espino, y por demás innecesario para la tarea de gobernar, agrega el de Vicente Fox, el presidente más iletrado que ha tenido el país y quien, sin embargo, quiso pasar a la historia con la construcción de un elefante blanco que lo mismo habría podido ser biblioteca que pizzería o que tienda departamental: la apuesta –como se ha ido revelando después— era por una obra cuya magnitud dejara márgenes generosos y jugosos para los contratos turbios. Vuelto gobierno, el partido de la gente decente rompe marcas históricas de indecencia. Los herederos de Gómez Morín hablan como Felipe Calderón. Los que reclaman una historia partidista de luchas abnegadas por la democracia son lo más autoritario que se haya visto en décadas, y no lo son más porque el país no se deja. “Transparencia”, clamaba Fox, mientras justificaba el uso de recursos públicos para comprarle ropa a su mujer.
Así las cosas, ojalá que el PRD sea capaz de escuchar, de contemplarse en el espejo y de sacudirse a los burócratas sedientos de poder y presupuesto, a los caciques de clanes corporativos, a los simples rateros, y de aplicar en sí mismo –aunque duela— la propuesta de país ciudadano, democrático, equitativo y honesto que ha quedado reducida a un conjunto de signos cada vez menos legibles en el papel mojado de sus estatutos.
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Posdata: Acabo de recibir un documento enviado por Alfonso Ramírez Cuéllar al X Congreso perredista, que terminó ayer. Me parece un punto de referencia importante --no digo que el único, no digo que el más atinado ni el más equívoco-- sobre las demandas internas de una reforma perredista.
20.8.07
Las 9 sílabas
Recuerdo la noche absoluta
en que salimos de la tierra:
lloró tu cuerpo su amenaza,
su desquiciada sangre enferma.
Oscuro habrá de ser el día
en que entreguemos el espejo.
Mientras tanto, sigue la lluvia
de amistades y de silencio.
Un gato encerrado en la noche
vimos llorando desde lejos
y se nos puso el alma verde
y se estremeció nuestro cuerpo.
La culpa completa del mundo
—ayer sólo temblor macabro—
asomaba por nuestros ojos
que miraban a un pobre gato.
Mientras tu sangre se aniquila
compongo esta canción de cuna
para tus células mortales,
tu corazón, tu sepultura.
18.8.07
Evocación de Tezcatlipoca
Cuando somos un instrumento peligroso
no parpadea la locura.
O amanecer en la fruta del día
y en la boca del diablo
es grave, porque esa fruta
se nombra soledad y sabe a pez despacio.
Una vez y otra vez somos fecha de alguien
que nos mancha de tiempo como un calendario.
Nos usan las palabras, nos usan los vestidos,
el triste rato de pensarnos;
nos ladra el mastín corpulento del miedo,
nos arrastran los mares cuando mueven sus brazos.
Somos la brasa, el amante que flota
lascivamente ahogado.
Algo muere en nosotros
cuando se apagan los astros.
Y es que a través del humo,
del cuervo espejo diario,
nos damos cuenta, al fin, por un largo cabello,
de que somos humanos.
Al pasar por la vida
¿qué sentirá aquel árbol desgajado?
Juan Bañuelos
Espejo humeante
Dice la versión de la leyenda que recogió Ángel Ma. Garibay: “Un día vino a Quetzalcóatl el mago Tezcatlipoca y envuelto en telas traía un espejo de doble faz... Después de saludarlo diciendo: ‘Señor, rey y sacerdote, vengo a mostrarte a Quetzalcóatl Uno Caña: tu cuerpo, tu propia carne’, respondió el rey: ‘¿Cansado estás y rendido. ¿Cuál es mi imagen? Muéstrala, déjame que yo la vea’. Dijo el mago: ‘Ésta que ves es tu imagen... Mírala bien: cual ella del espejo sale, así has de salir tú en tu propia figura corporal’. Vio Quetzalcóatl el espejo y lleno de ira lo arrojó de sí. Dio gritos lleno de enojo: ‘¿Es posible que me vean, que me miren mis vasallos, que me vean sin alterarse, sin que se alejen de mí? Feo es mi cuerpo: ya estoy viejo, ya tengo de arrugas surcado el rostro, todo el cuerpo acancerado y mi figura es espantosa’.” Horrorizado y desolado, el hasta entonces recto gobernante de Tula emborrachose y copuló con Quetzalpétatl, su hermana. Dice El Humeante al soberano humillado, en la interpretación de Agustí Bartra: “No seré tu fin ni seré tu principio, Quetzalcóatl. Silbo tu Tú. Habito en tu yo. Hagamos división de poderes: sé tú la Estrella de la Mañana y que yo sea la Estrella de la Tarde. Accede a mi sí e hinca la otra rodilla. Nada puedes contra el eternamente joven, la fuerza que domina a la conciencia, el sol de la noche. En mi espejo duerme y vela el tiempo. Lo sé todo.”
Otras definiciones del Espejo Humeante eran titlacahuan, “de quien somos esclavos”, telipchti, “joven”, y moyocoyotzin, “dios caprichoso”. Se lleva muy bien y muy mal con su hermano Quetzalcóatl: colabora con él para restaurar la Tierra, ambos se convierten en árboles gigantescos para ir a la morada de Tonacatecutli a colocar el Cielo en su lugar, se transforman en un nudo de serpientes para derrotar, juntos, al monstruoso Cipactli, quien en el combate devora un pie al Señor Espejo. Se relaciona con la ingesta de excrementos divinos –lo que lo vincula, a su vez, con Atlazoltéotl, la comedora de inmundicias— y con la secreción de “sustancias espumosas” amarillas o blancas.
De entre las deidades de la cultura náhuatl Tezcatlipoca es –vaya descubrimiento— la más oscura. No hablo de su nocturnidad y de sus humos, sino de la dificultad para entender a este personaje. Con Tláloc uno la tiene fácil: agua, lluvia, versión masculina de la fertilidad; con Quetzalcóatl no está tan en chino: vientos, movimiento, totalidad del universo. Ante la terrible figura de Hutzilopochtli uno puede decir, temblando de susto, que representa eso que se percibe como la ojetez intrínseca del mundo: tu alimento está en los otros seres vivos y tu vida depende de su muerte (no me vengan ahora con historias de bondad vegetariana, porque la semana pasada un enjambre de hormigas borró de este mundo un hermoso naranjal que cultivé durante un año). Matas para sobrevivir y mueres para que otros vivan, ecuación a la que el cristianismo le rebanó piadosamente la primera mitad. Pero está más difícil con este dios con la pierna derecha rematada por un muñón de hueso y que es jaguar, Primer Sol, noche, fuerza principal de la cosmovisión mexica, expresión e instrumento del “Dios dual, Nuestro Padre, Nuestra Madre, y asimismo de todos los dioses” y, en una extrapolación riesgosa, equivalente mesoamericano del demiurgo platónico: “poietes kai pater, hacedor y padre del mundo” (León Portilla). O sea que Tezcatlipoca es representación de casi todo y, por consiguiente, no es casi nada: su identidad se disuelve en la inmensidad de sus atributos. Está bien: seré muy tonto y además los inventores de ésta y otras deidades mesoamericanas tenían un pensamiento muy complicado. Pero tal vez la comprensión enfrente un tercer obstáculo, que sería, más o menos, así:
Pasado mañana, día martes, llegan los extraterrestres y le meten fuego a las mil bibliotecas más grandes del mundo, borran con unos imanes muy potentes el contenido de los discos duros y las cintas de los mayores diez mil servidores del planeta, achicharran en una gran pira diez mil millones de discos compactos de todas clases; luego, se pasan los próximos cien años hurgando en oficinas, tiendas, templos y hogares para detectar y destruir cuanto registro encuentran –en bronce, tela, cartón, madera, celuloide, vinil, acetato, policarbonato, silicio-- del conocimiento, la cultura, las creencias y el pasado de los terrícolas, los cuales, para colmo, mueren en el proceso en proporción de 19 de cada 20. Ahora tomemos lo que haya quedado de la civilización humana a comienzos del siglo XXII y tendremos una idea del estado en que quedaron las culturas mesoamericanas en los albores del XVII. Desconocemos la cantidad de códices que había en las tierras mayas a la llegada de los conquistadores europeos, pero deben haber sido, cuando menos, varios centenares. Sólo en el Auto de Fe de Maní (1562), Diego de Landa quemó “27 rollos de signos y jeroglíficos” y se sorprendía, el muy animal, de que sus propietarios mostraran “mucha aflicción” ante tal barbarie. Unas décadas antes, y dos mil kilómetros al noroeste de Maní, Juan de Zumárraga convirtió en cenizas la biblioteca de Texcoco, que a decir de Servando Teresa de Mier, “se levantaba tan alta como una montaña”.
Se ha puesto de moda decir que el medioevo no fue una época tan mala, e incluso que fue muy bonita. Lo cierto es que en esos tiempos la mayor parte de los europeos se dedicó al deporte de los clavados en las aguas de la ignorancia, el fanatismo y la superstición; mientras tanto, en Damasco, Bagdad, Toledo y Granada, los árabes (a ver si se enteran de esto, anunciadores del “choque de civilizaciones”, el “islamofascismo” y demás idioteces racistas) les cuidaban a su Aristóteles, a su Platón y a su Arquímedes: “En el Occidente cristiano la cultura de la Antigüedad clásica se conoció, en la mayoría de los casos, por traducciones realizadas a la lengua árabe y sin esta salvedad, no se sabría de gran parte de ellas”.
El logos prehispánico no tuvo esa suerte. Las culturas originarias del hemisferio occidental fueron aniquiladas, demolidas, reducidas a una pedacería inconexa. De todos los documentos pictográficos en papel amate y piel de venado que existían en Mesoamérica, sólo quedaron 22, entre ellos tres mayas y 4 nahuas. Dicho sea de paso, esto no es uno más de esos reproches a destiempo a los españoles: no va contra ustedes, hermanos peninsulares, porque ustedes son tan culpables como nosotros –es decir, nada— por la imbecilidad criminal de algunos de nuestros ancestros comunes. Dejemos que el tontín de Ratzinger se dé el gusto de creer que la evangelización de América fue un acto de amor. En todo caso, después de tanto amor resulta muy difícil hacerse una idea de la cosmovisión de los antiguos mesoamericanos como un todo más o menos coherente, a la manera en que entendemos las mitologías griega, romana o egipcia. Por eso, el espejo de Tezcatlipoca ya no refleja casi nada.
PARA AYUDAR A PERÚ
El Banco Continental ha habilitado tres cuentas para quienes deseen ayudar financieramente a los damnificados:
011-0444-4444444444 (soles)
011-0444-4444444446 (dólares)
011-0444-4444444447 (euros)
El Banco de Crédito del Perú puso a disposición de la ciudadanía las cuentas de ahorros:
193-199999998-0-15 (soles)
193-199999999-1-16 (dólares)
SWIFT: BCPLPEPL
Caritas Banco de Crédito del Perú:
Dólares: 193-1586951-1-16
Soles: 193-1586582-0-79
SWIFT: BCPLPEPL
Un techo para mi país requiere voluntarios
Esa ONG comenzará a partir de la próxima semana la construcción de viviendas de emergencia en las zonas afectadas por el sismo de 7,5 grados que afecto a las provincias de Chincha, Pisco e Ica. Para esta primera etapa, se edificarán 100 viviendas para la que requieren un mínimo de 300 voluntarios para el levantamiento de las casas, por los que aquellos que deseen inscribirse o brindar algún tipo de ayuda pueden hacerlo escribiendo a emergencia@untechoparamipais.org.pe
Por cada vivienda es necesario un presupuesto de 800 dólares, por lo que estarán recibiendo donaciones en las siguientes cuentas del Scotiabank: 000-23888-898 (soles) y 000-2744-867 (dólares).
En esta página se amplía información y formas de prestar ayuda.
Alfa-Redi ha establecido una página de información.(Datos tomados de blogespierre)
* Caution * Precaución * Attention *
16.8.07
Del asesino a sus víctimas
Bichos incomprendidos,
sobrinos del azufre
peligrosos y torpes:
celebro su diseño,
sus potestades negras,
su venenosa simetría;
admiro ese su empeño de estar solos,
me duele su dolor, me aterra
la cortedad de su existencia.
Habrán de perdonarme, o tal vez no
(nadie les dio lecciones de perdón)
pero reniego de su compañía
y no tengo recursos
para sacarlos de mi domicilio
de manera cortés, civilizada:
aquí no hay orden judicial que valga
ni les puedo exhibir mis escrituras
ni hay tribunal capaz de divorciarnos.
Disculpen (tal vez no): debo matarlos,
debo destruir su arquitectura insólita,
aplastarles prosomas, pedipalpos,
o remojarlos en veneno
(el mío es una brisa perfumada, ¿saben?,
y mucho más letal que los de ustedes)
porque, por mucho que se diga
que son seguramente inocuos,
no me voy a arriesgar a contratiempos
de ambulancia y cuidados intensivos.
Les deseo que exista
un Paraíso de alacranes
y, por tercera vez, perdónenme:
no los quiero en mi casa
como no sea muertos
y en la platina del escáner.
(Corregido el 6/09/07)
Aduanas para nada
- Dos mil armas de fuego al día
- Las 30 toneladas de Los Arriola
Dice la nota en La Jornada: “México y Estados Unidos firmaron ayer un plan estratégico aduanero para combatir el terrorismo, el contrabando de armas de fuego, narcóticos, el fraude aduanero y otros delitos. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, afirmó durante el acto que los dos países se comprometieron a luchar contra los ilícitos que dañan la economía y ponen en peligro la seguridad.” Antonio Garza, embajador de Estados Unidos en México, dijo que el acuerdo ayudaría a prevenir el terrorismo. Lo de menos es que los comunicados de prensa emitidos por ambas partes parezcan referirse a dos convenios distintos. Dejemos de lado la paranoia estadunidense que alucina hordas de talibanes y mujaidines al sur del Río Bravo, pese a que, en toda la historia, el único ataque a Estados Unidos procedente del lado mexicano ha sido el de Pancho Villa sobre Columbus, en 1916. El punto es que en vez de medidas de fortalecimiento y cooperación, tal vez habría que pensar en órdenes de clausura definitiva para las aduanas de ambos países.
Miren: en febrero de este año empresarios y sindicalistas de la industria textil denunciaron que en el último sexenio cerraron en México más de 500 empresas y se perdieron 300 mil puestos laborales por el ingreso de productos de contrabando. Un documento de 2005 elaborado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados y firmado por Sara María Ochoa León dice que entre 2001 y 2005 las empresas quebradas fueron dos mil, y las plazas perdidas, 400 mil.
Mientras ese sector económico se iba por el caño, el gobierno anunciaba acciones de nombres rimbombantes: Programa Nacional de Combate a la Corrupción y fomento a la Transparencia y el Desarrollo Administrativo, en 2000; establecimiento de la Comisión Intersecretarial de Transparencia y Combate a la Corrupción, ese mismo año; Convenio de Concertación de Acciones para la Transparencia en el Sector Aduanero, en 2003; Programa Anticorrupción en las Aduanas del País, en 2004; Programa Operativo para la Transparencia y el Combate a la Corrupción, en 2005... Todo, se decía, para frenar el contrabando.
Pero la mitad del mercado minorista de ropa (que oscila entre 15 y 17 mil millones de dólares) sigue copado por mercancía de procedencia ilegal: fayuca, robo y piratería. Digamos que la mitad de la mitad, unos cuatro mil millones de dólares, sea ropa que ingresa ilegalmente al país. Con cuatro mil millones de dólares se puede comprar una montaña de tela y muchas albercas de botones que requieren para su traslado de muchos camiones y contenedores, y para su internación al país, de un ejército de empleados públicos corruptos, dispuestos a hacerse de la vista gorda.
O tomen el caso del azúcar y de las frutas, de las que se introducen anualmente a México 300 mil toneladas al año. Para transportar eso no basta con las bolsas del mandado: se requiere de 85 mil 714 viajes de camiones de 3 y media toneladas; un volumen que, en todo caso, pasa como si nada por las garitas y por los puertos del país.
Ahora piensen en el tráfico de armas de Estados Unidos a México. Por supuesto, el gobierno del país vecino no tiene un interés apreciable en controlar ese flujo de armamento porque a fin de cuentas forma parte de sus exportaciones. Aquí tendría que ser distinto, pero no lo es: según un informe de la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados, diariamente pasan por las frronteras mexicanas unas dos mil armas de fuego, lo que hace 730 mil al año, cuatro millones 380 mil durante el sexenio foxista, medio millón de rifles y pistolas en lo que va de la administración calderonista.
Un reportaje de El Universal indica que en el gobierno anterior fueron decomisadas ocho mil 88 armas, menos de dos de cada mil de las que llegaron a territorio nacional. En su reporte más reciente de embargos de mercancía (del 9 al 15 de julio de 2007), la Administración General de Aduanas registra que en nueve de éstas fueron decomisadas casi ocho millones de prendas de vestir, dos tractocamiones, un remolque, cuatro automóviles, cien mil juguetes, relojes, llantas, estéreos, “una placa de aluminio en forma de rampa” y un número indeterminado de dispositivos Bluetooth: casi tres millones de pesotes. Y para que vean la transparencia, en la aduana de Sonoyta, por ejemplo, el total de lo embargado (siete millones 987 mil 506 prendas de vestir, 96 mil 480 juguetes y un vehículo) fue valorado, en conjunto, en 965 mil 212 pesos: a menos de 12 centavos cada objeto, incluido el coche. Al parecer, esa semana, cuando habrían debido ingresar al país 14 mil armas de fuego, los traficantes tomaron vacaciones, porque no se reporta la confiscación de un solo cartucho, así fuera de salva, o bien decidieron prescindir de los amables servicios de los vistas aduanales y tiraron su mercancía en paracaídas directamente sobre las residencias de sus clientes.
Para qué hablar de la droga. Nadie tiene una idea precisa de cuánta ingresa a territorio mexicano y de allí a Estados Unidos, pero ha de ser mucha: en febrero de 2006 el régimen foxista daba brinquitos de felicidad porque logró capturar a un capo relativamente menor, Oscar Arriola Márquez, del cártel de Los Arriola, “quien mensualmente introducía a Estados Unidos 2.5 toneladas de cocaína”. Pero antes de mandarla al país vecino tenía que meterla a México, porque aquí no se produce: la llamada “cocaína mexicana” es una droga sintética a base de metanfetaminas. Dicen que Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, andaba tratando de montar un laboratorio en el país para no tener que comprar la droga a los colombianos, y que para eso había reclutado a muy buenos científicos, pero en esas lo sorprendió una dosis excesiva de Dormicum. Pero volvamos al punto: una tonelada es igual a mil kilos, es decir, unas 33 maletas cargadas al peso máximo que permiten las aerolíneas. Arriola Márquez, que no era de los empresarios más notables en su giro, introducía a México cada año el volumen equivalente a mil valijas de las grandes.¿Y por dónde entraba toda esa cocaína?
Otra pregunta inquietante es: ¿Por dónde salía? Quiero decir: el abasto de drogas al mercado estadunidense no se ha reducido en forma sustancial y eso quiere decir que los aduaneros gringos están tan metidos en cosas raras como sus colegas mexicanos, porque los cientos o los miles de toneladas de esupefacientes ilícitos que ingresan al país vecino no llegan como las nubes, ni por telepatía, ni por conexiones de banda ancha. Así que ya podrán anunciarnos, unos y otros, en el afán de tomarnos el pelo, tantos convenios bilaterales como bultos de cocaína transitan por sus manos.
Tengo para mí que la seguridad, la salud y la economía de los dos países no estarían mucho peor de lo que están si en cada aduana se instalaran clubes de ajedrez, templos mormones, salones de baile o gimnasios con aparatos de spinning. Lo que es seguro es que habría --en ambos-- menos corrupción.
15.8.07
14.8.07
Gracias por la ceguera
Los gobiernos de Cuba y Venezuela han desarrollado, durante varios años, la Operación Milagro, un programa para dar atención oftalmológica a personas de escasos recursos de varios países del continente, incluido el nuestro. Para 2005 médicos cubanos habían realizado unas cien mil operaciones quirúrgicas para tratar cataratas, desprendimiento de retina, carnosidades y estrabismo a otros tantos pacientes de Venezuela, Panamá, República Dominicana, Haití, Uruguay, Bolivia y México, sin cobrarles un centavo y sin hacer publicidad. Sin embargo, “en localidades marginadas de la montaña y el desierto del país, la gente está más que enterada: en Cuba curan las enfermedades de los ojos sin cobrar nada; todo, hasta el viaje en avión a la isla, es gratuito”, reseñaba La Jornada el 7 de mayo del año pasado. Hasta julio pasado 238 mexicanos habían viajado a Venezuela para recibir atención quirúrgica por cataratas y en el marco del programa humanitario se habían instalado consultorios en Coahuila y Michoacán con capacidad para atender a miles de pacientes al mes.
A principios de julio una fuente de la cancillería mexicana citada por Reforma dijo que estaba en estudio la incorporación del “plan chavista” (la Operación Milagro) en los acuerdos de cooperación bilateral con Venezuela, y adelantó incluso que el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa proponía enviar a ese país a especialistas en problemas de autismo. El informante agregó que “la legislación impide” cumplir con la petición de la embajada venezolana de exentar los impuestos aeroportuarios y personales a los pacientes que viajaban a Caracas y que primero había que incorporar el programa “a los acuerdos que tenemos firmados”. Por esos días el programa humanitario generó un revuelo en las filas de la derecha legislativa y mediática, encabezada por Carlos Abascal. Se dijo que la ayuda médica formaba parte de una “infiltración ideológica” y una panista de Coahuila aseguró que los promotores de Operación Milagro eran “proclives al comunismo”.
A fines de julio La Jornada dio a conocer que el régimen calderonista había impedido el aterrizaje de un avión venezolano que venía a recoger a diez niños y 80 ancianos de Ecatepec para llevarlos a Caracas, en donde serían sometidos a diversos tratamientos para afecciones cardiacas y oculares. El pretexto fue que la línea aérea Conviasa, que operaba los vuelos, no tenía oficinas ni representación legal en el país.
El 9 de agosto, en Morelia, Calderón Hinojosa anunció la puesta en marcha de un programa de cirugía de cataratas denominado Volver a ver para atender, dijo en sus propias palabras, a “muchos mexicanos que carecían de recursos [y que] incluso tenían que salir del país, participar en programas de apoyo y de beneficencia organizados por otras naciones, lo cual evidenciaba el tamaño de la carencia que teníamos en México”. El operativo tiene como meta operar 120 mil pacientes al año, pero en México un millón 600 mil personas –según cifras del secretario de Salud, José Ángel Córdova— padece la afección, y la mitad de ellos sufre de ceguera. Es decir, incluso si Volver a ver fuera algo más que un boletín de prensa, tomaría 13 años atender a los afectados, y seis o siete devolver la vista a quienes la han perdido. Se infiere, entonces, que las actividades de Operación Milagro en nuestro país siguen siendo necesarias. Ah, pero Calderón habla en pasado de los “que tenían que salir del país”, y es de temer que Volver a ver sea el anuncio disfrazado de una prohibición de facto al programa cubano-venezolano. No hay ley que le impida a un ciudadano mexicano viajar a La Habana o a Caracas para operarse de algo, pero el calderonismo ha recurrido ya a las trabas burocráticas para dificultar al máximo posible esa clase de traslados. Muchos podrán decir “gracias por la ceguera, señor presidente”, y la expresión no será sólo metafórica.
Se habla de “normalización” con Caracas y las reglas más elementales de cortesía y los buenos modales hacían obligado un agradecimiento a Venezuela y a Cuba por la asistencia médica gratuita a miles de mexicanos. Si hubiese habido una pizca de buena fe, Operación Milagro habría debido ser objeto de cooperación oficial, no de sabotaje, y el gobierno mexicano habría podido establecer, a cambio, programas de asistencia médica para autismo o para apendicectomías o para problemas de sordera o para sacar uñas encarnadas, en México, en Venezuela y, con un poquitín de generosidad, también en otros países. Se prefirió, en cambio, inventar un pastiche malintencionado del programa cubano-venezolano, no para atender un problema de salud pública sino para tapar “el tamaño de la carencia que teníamos (¿teníamos?) en México”.
Dicen algunos que la mala fe y la mezquindad no estorban para gobernar, y que hasta pueden llegar a ser necesarias; el problema es que a veces se notan a leguas, incluso si el observador sufre de cataratas.Calderón, sin retoques
12.8.07
Recordatorio
“En el sistema mexicano de justicia penal y de seguridad pública es común el uso de la tortura y los malos tratos durante la detención y para extraer una ‘confesión’. [...] A la mayoría de los presuntos delincuentes se le niega el acceso a asistencia y representación letrada adecuada en el momento de la detención, cuando más peligro corren de sufrir tortura e intimidación. Las autoridades desestiman o ignoran de forma sistemática las denuncias de malos tratos bajo custodia y, cuando hay denuncias de tortura o malos tratos, la carga de la prueba recae sobre la víctima. La detención arbitraria y en régimen de incomunicación, la tortura y los malos tratos se producen con mayor frecuencia cuando los sospechosos son detenidos en virtud de las disposiciones que se aplican en caso de delito flagrante, que no requieren órdenes judiciales de aprehensión y cuyo ámbito de aplicación es muy amplio. En la práctica, las personas sospechosas de haber cometido un delito a menudo son consideradas culpables hasta que se demuestra su inocencia.
Los agentes del Ministerio Público tienen poderes excesivos para determinar el valor de la prueba. Las normas de procedimiento y las decisiones judiciales animan a los jueces a presumir la credibilidad y la legalidad de las pruebas presentadas por los agentes del Ministerio Público, sin garantizar explícitamente su examen con arreglo al principio de presunción de inocencia de la persona sospechosa. Amnistía Internacional ha documentado muchos casos en los que se autorizan la detención y el procesamiento sobre la base de pruebas insuficientes o falsificadas.”
Amnistía Internacional – Mayo de 200711.8.07
Botellas en el mar
- Sitios abandonados y mensajes a nadie
- Detenciones y atropellos en Oaxaca
Impone más el pecio de un galeón que la presencia de un acorazado en funciones. La embarcación difunta inspira la serenidad del respeto, no el barullo del miedo. La ausencia otorga un poder que los ausentes transfieren a sus sitios abandonados. Las ciudades en ruinas no sólo son majestuosas porque lo fueron en vida, sino también porque han perdido a sus habitantes. Ya no sirven para alojar a nadie: ahora su función principal es recordar a los que partieron. Pero no hablo de la Acrópolis, de Babilonia, de Tiahuanaco ni de Angkor Wat, sino de cosas y sitios más recientes, como los parques de juegos mecánicos que resultaron un fracaso financiero y cuyas tripas férreas se pudren al sol, o los autocinemas que causaron furor casi mundial en los años sesenta y setenta y cuyos restos aún pueden verse a la vera de algunas autopistas, o de las estaciones de metro clausuradas que exhiben su oscuridad y su polvo cuando los vagones transitan por ellas sin detenerse, o de los bombarderos atómicos ya inofensivos y los petroleros gigantes ya inútiles que se oxidan, para consternación de los ambientalistas, en sus respectivos cementerios.
Por supuesto, la civilización actual no heredará a sus descendientes algo equivalente a Machu Picchu, Teotihuacán o Abu Simbel porque hoy en día reciclamos todo, desde las piedras hasta los cordones umbilicales, y porque la especulación inmobiliaria hace casi imposible que un despojo residencial o sacro se mantenga en su espacio por mucho tiempo antes de que le construyan encima un nuevo centro comercial. un nuevo parque de diversiones o un nuevo conjunto de multifamiliares. Miren: el 80 por ciento del acero que se utiliza en Bangladesh proviene de los barcos abandonados en el puerto de Chittagong, en donde se desguaza la mitad de los buques tanque que se desechan en el mundo, y esa actividad da empleo a 200 mil personas. Los grafitti florecen más rápido que las malas hierbas en las hidroeléctricas, las casamatas y las instalaciones de radar que quedan fuera de servicio. Por lo demás, el planeta está sediento de impresiones fuertes y más tarda un barco en naufragar en aguas poco profundas que una empresa de buceo en organizar excursiones al pecio hundido.
Cementerio de aviones militares en Arizona, visto en Google Earth
El periodo vacacional de verano está por terminar, pero aún hay tiempo para practicar un poco de exploración urbana y emprender excursiones peculiares a sitios abandonados. Pueden encontrar algunas guías útiles en Abandonalia, Fogonazos, Sportersport, Amarcexperience, Triggur, Marcosr, Infiltration, Pandora, Abandoned Places e Itscom.
Otra cosa nostálgica son los mensajes lanzados al mar, al espacio o al ciberespacio con la esperanza de que alguien los encuentre e interprete los signos escritos en ellos. El caso más famoso es el de las cuatro sondas interestelares Pioneer y Voyager, lanzadas a los confines del sistema solar en los años setenta del siglo pasado con una carga de información básica acerca de nuestro planeta y sus habitantes, por si algún día remoto se la encuentran algunos tentáculos capaces de interesarse en otras formas de vida inteligente. La última vez que se logró establecer contacto con el primero de esos aparatos (Pioneer 10, lanzado el 3 de marzo de 1972) fue el 23 de enero de 2003, casi 30 años después de su partida. Se piensa que actualmente se encuentra a unos 15 mil millones de kilómetros de la Tierra y que viaja a una velocidad de 12 kilómetros por segundo en dirección a Aldebarán, a donde llegará, si antes no choca con una piedra o con otro aparato de origen inteligente, en un par de millones de años. Habrá que estar al tanto.
No cualquiera posee cohetes, supercomputadoras, ingenieros y plataformas de lanzamiento, y tal ves por eso una gran cantidad de personas se conforma con meter en una botella un mensaje escrito y lanzarlo al mar. Hoy se inaugura en Termoli (sur de Italia) una exposición con 80 de esas misivas imposibles, recopiladas durante dos años por el médico Roberto Regnoli en el curso de sus paseos por la playa. El País: “La colección contiene desde el saludo de turistas extranjeros en una tradicional hoja de papel hasta unos calzoncillos donde un náufrago solicita auxilio y da su número de teléfono celular, aunque avisa que le queda poca batería”.
Botella de Regnoli
La red mundial, que es oceánica, también está llena de pecios, ahogados apacibles, trasatlánticos empresariales y mensajes en botellas. Hace varios años encontré uno, un tanto críptico, en el que un usuario desconocido preguntaba: “¿Alguien puede decirme cómo enamorar a La Enana?” Me compadecí pero no se me vino otra cosa a la mente que proponerle: “Regálale un banquito”. Nunca recibí acuse de recibo a mi sugerencia. Hace unos días La Libélula Imaginaria echó a andar un mensaje de amor a un desconocido al que vio (y que la miró) en una parada de autobús y que se parece mucho al hombre de su vida. Se le desea suerte.
A otra cosa. El martes 7 de agosto Felipe Calderón Hinojosa tuvo una jornada maratónica de encuentros con representantes de organizaciones humanitarias. Se reunió con la secretaria general de Amnistía Internacional, Irene Khan, con Florentín Meléndez, presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y con Jacob Kellenberger, titular del Comité Internacional de la Cruz Roja, y se refirió, ante los tres a su “compromiso” con los derechos humanos. En alguno de esos encuentros estuvo presente el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, a quien persigue su fama pública de promotor de la tortura. Dos días antes, los ciudadanos españoles Laia Serra Perelló (abogada, integrante de la Comisión Civil Internacional de los Derechos Humanos), Ramón Sesén Marquina, Nuria Morelló Calafell y Ariadna Nieto Espiné, junto con el mexicano José Damián Reséndiz Saucedo, fueron detenidos sin justificación alguna en la ciudad de Oaxaca, golpeados, encapuchados y sometidos a hostigamientos sexuales por parte de elementos de la policía. Los captores robaron los documentos migratorios de los extranjeros para aducir que éstos no podían demostrar su estancia legal en el país y los remitieron al Instituto Nacional de Migración. Desde el lunes pasado permanecen detenidos en la jaula migratoria de Iztapalapa y pende sobre ellos la amenaza de la deportación. El gobierno español maltrata y expulsa a ciudadanos mexicanos por pobres, y el gobierno mexicano maltrata y expulsa a ciudadanos españoles por solidarizarse con los reprimidos y los agraviados; pero estos asuntos no perturban las gratas reuniones de Estado en las que José Luis Rodríguez Zapatero y Felipe Calderón Hinojosa intercambian elogios. Señores gobernantes: nadie va a criticarlos porque le dediquen parte de su tiempo a la autogratificación, pero no es de buena educación practicarla en público, y menos poniendo en voz alta fantasías tales como la democracia, la civilidad y los derechos humanos.
Emeterio Merino Cruz permanece en el Hospital de Especialidades, donde convalece de las graves lesiones que le infligieron policías durante la represión del pasado 16 de julio contra manifestantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca.