Esfe-tafa-desfe-lasfa-quefe-lefe-tienfe-nenfe-asfa-cofo-afa-sufu-
profo-piafa-cafa-cafa, decía un personaje femenino de Cien años de soledad para referirse a una que era muy estirada y, como diría mi admirado Manuel Vicent, tenía la nariz tan respingada que parecía hecha para fornicar con ángeles. Let's face it: hay en este mundo gente que de tan remilgada es capaz de enfrentar una muerte por asfixia antes que sacarse un moco. Pero bueno si hay amor (y cosas peores) virtual para tímidos(as), feísimos(as) y retraídos(as), ya puede inventarse una virtualería para hurgarse las fosas nasales hasta sangrarse sin padecer efectos colaterales en la autoestima. La simulación es muy simple: digitalicen su profo piafa fofo tofo (o una ajena) y extraigan la rebelde excrecencia con la manita del cursor del mouse:
P.D.: Hoy no hubo columna. El domingo habrá.
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