Nacimos para cantar bajo el tratamiento de la policía cuando fabrica culpables. Nacimos para bailar al son de las balas en los retenes militares. Nacimos en el lugar en el que treinta o cuarenta ciudadanos son enviados diariamente al Cielito Lindo, o bien a la simple y pinche tierra del cementerio.
Más siglos para el amor de las congelaciones salariales, del chantaje afectivo del Teletón, de las amorosas cárceles guanajuatenses que albergan en su interior a mujeres condenadas por abortar en forma voluntaria o no. Más siglos para el color parduzco general que dejan en el paisaje las mineras transnacionales protegidas por las autoridades. Más siglos de canciones caras y estúpidas, de oropeles y cartón pintado a toda prisa para ocultar el desastre.
Orgullo que se comparte, el de ocupar el primer lugar de desigualdad entre los países de la OCDE y el primero en caída del PIB en Latinoamérica, de tener un gobierno discrecional e ineficiente, de contar con una política exterior que parece gallina sin cabeza.
La plaza se va llenando de electricistas despedidos, de indígenas acosados por paramilitares, de maestros oprimidos por una dirigencia sindical corrupta y, a la postre, por tropas antimotines.
Lo bueno está comenzando y el ejército seguirá en las calles, la guerra será heredada al próximo gobierno, seguiremos pagando el rescate bancario del antepasado y los contratos multimillonarios que favorecen a consorcios energéticos extranjeros tendrán que cumplirse durante décadas.
Al son del Bicentenario, el Ejecutivo federal se gasta más de dos mil millones de pesos en monumentos inexistentes, en propaganda frívola y mendaz, en cancioncitas que parecen fondo musical de esas coreografías que se presentan en los hoteles de playa.
El mundo tiene razón al preocuparse por las masivas violaciones a los derechos humanos en México, por la violencia irracional y sin salida que sufre el país, por los triquis asesinados, por los mineros reprimidos, por los bebés achicharrados en un negocio particular, por los jóvenes acribillados en sus lugares de estudio.
Gozamos la variedad de ser mexicanos pero los indios siguen padeciendo discriminación, la autoridad federal se empecina en negar a las mujeres el derecho a disponer de sus cuerpos y el clero católico sigue pensando que los homosexuales y las lesbianas merecerán compasión, pero no derechos legales. ¿O a ustedes les habría gustado que los adoptaran unos maricones?
Que México es puro amor, lo saben bien los miles de mujeres –menores de edad, muchas de ellas– que caen en las redes de tráfico de personas y explotación sexual, y lo saben los migrantes mexicanos que regresan de Estados Unidos y que deben hacer frente a la extorsión de todas las corporaciones policiales, y los indocumentados centro y sudamericanos mutilados por La Bestia, perseguidos y asaltados por agentes de la ley y por agentes de la delincuencia.
Se hermanan las diferencias y las cúpulas panistas, priístas y perredistas se enzarzan en sesudas discusiones y en suculentos regateos, mientras un país hambreado trabaja horas extra para pagarles su insultante tren de vida.
Unidos por lo que venga, haiga sido como haiga sido, y quien no quiera festejar, pues que no festeje.
Las voces cantan y estallan; las granadas, también: las calles son una fiesta de cohetes, fuegos artificiales y artillería.
Lo bueno está comenzando. Qué a toda madre. Shala lala lá.
6 comentarios:
Lo a que a mí me decepciona es que un muy buen compositor como Jaime López se haya prestado a esto.
Pero bueno, finalmente también "es parte del show". Saludos.
Angel: Resultó ser un Joaquín Sabina Región 4.
Todo está ad hoc con el gobierno de Calderón, no podían exceptuarse los festejos del bicentenario ni mucho menos el tema musical.
¡Bien la manera de hacer un listado de realidades en tu reflexión "musical" Pedro! Así vislumbro más lejana alguna solución, para mi desgracia.
Tu renglón final creo que lo resume todo...
Saludos.
Mengana.
Muy buen escrito, como siempre. Eres un modelo de estilo en prosa. Sinceramente.
Podría agregar algunos puntos, con mucho peor estilo, pero ¿para qué aburrirte?
Prefiero decirte que a pesar de todo esto, y más, este es el país que escogí para vivir y morir. Es mucho más que los problemas políticos y económicos. Por ejemplo, está lleno de Mexicanos que innovan a diario y a güevo para sobrevivir estos gobiernos. Claro las innovaciones son ilegales en general—el narco, la piratería, los inmigrantes. Pero aparte de este pequeño detalle de la ilegalidad, son los protagonistas de la dizque globalización salvaje. O sea, de acá viene el motor de la evolución cultural de que todos gozamos—o sufrimos, según el caso.
Perdón por el posdata. Se me olvidó la conclusión:
Por esto, no podría estar con los anti bicentenaristas aunque claro que desprecio lo cursi de los preparativos bicentenarios de mi ciudad, etc etc. Veo el bicentenario de los Mexicanos, no del gobierno. Digo que tienen derecho de festejar su propio supervivencia y sí, progreso, a pesar de los gobiernos que les cortan las alas siempre. Deben de poder hacerlo sin pena porque lo merecen.
Por lo pronto, Angel, Menganita, algo está saliendo de ese artículo: una canción.
Buen punto, Roque nuevo: festejar el ingenio de la sobrevivencia. Pero yo creo que deberìamos hacerlo muy al margen de los festejos oficiales; incluso, contra ellos.
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