Con fondos del erario en el rescate,
se echó a volar de nuevo Mexicana;
y si sus dueños la compraron sana,
hoy dicen que no vale un cacahuate.
Hace cinco años ya, Fox la vendía
en mucho menos de lo que valía.
Fue el tal Gastón Azcárraga, hotelero,
el gran afortunado en esa venta.
Millones le costó ciento sesenta
y hoy debe nueve veces más dinero.
Será que en vez de promover el viaje,
el tiempo aprovechaba en el pillaje.
Dice, una vez que rellenó su alforja,
que los empleados ganan mucha lana
y manda que se baje la persiana
por medio de su gato Manuel Borja.
“No hay dinero. No alcanza. No les pago.
Ustedes pasen hambre y yo la cago.”
“Ahí tienen la cáscara vacía
y dejen de una vez de molestarme,
pues a mí Calderón no va a tocarme
con el pétalo de una auditoría.
Quédense de una vez con Mexicana
y vean cómo le hacen con la lana.”
El desprecio al esfuerzo y al trabajo
es descarado y patronal chantaje:
“o emprende Mexicana un nuevo viaje
con destino final hacia el carajo,
o acepten que salario y prestaciones
sufran más y brutales reducciones”.
Aquí se muestra de manera tersa
la aplicación precisa de un modelo
que, si se mira bien, es el gemelo
del que ya se ensayó con Luz y Fuerza:
tras un saqueo torpe y abusivo,
¡la culpa es del Contrato Colectivo!
20.8.10
El saqueo de Mexicana
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