Amada seas, Reina Roja, señora telaraña, carne del cinabrio renacida en Palenque tras un
milenio de descanso, abuela soberana, dueña de la cuenta larga de
los katunes, dama del tiempo.
Amada seas, Hiparquia de Maronea,
piadosa con los mendigos y los vagabundos, aguda como una navaja, princesa de la filosofía,
precursora de los hippies, compañera amantísima de Crates, bella de
antaño, dama del tiempo.
Amada seas, Difunta de Argaria,
muchacha parturienta tan lejos en el tiempo de cualquier hospital,
huesa materna embarazada de huesos nonatos, hija de la Luna, anónima
en tu cama de polvo, dama del tiempo.
Amada seas, Señora de Elche, reina mora, ánfora funeraria maternal y piadosa, misterio de los siglos, hermosura de la carne humana contagiada a la
piedra, inmortalidad de la piedra concedida a la carne, dama del
tiempo.
Amada seas, Nefertiti, la del cuello de
gacela, bondad de Atón, gobernanta del Nilo caudaloso, serena y
deslumbrante, cachonda hasta en el fondo de la muerte, bella que llegas,
dama del tiempo.
Amada seas, Señora de Cao, depositaria
de las potencias de la vida, la muerte, la fertilidad y el futuro,
profeta de las lluvias, portadora de lapizlázuli, durmiente del
valle de Chicama, mural y códice en piel de mujer, joven matriarca,
suma sacerdotisa, criatura con dolor de muelas, dama del tiempo.
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