10 de junio de 1971
En algunos pasajes, los colores del
documental son inesperadamente nítidos. O será que Youtube contagió
la frescura a los viejos carretes (¿16? ¿Súper 8?) en los que se
registró la infamia del halconazo. De no ser por los vehículos que
se observan en el fondo de las escenas y por la ropa y por los
uniformes y el equipo de los granaderos, los muchachos que marchan
con temor y esperanza en la mirada, y las brutales agresiones de que
fueron víctimas momentos más tarde, habrían podido ser
videograbados ayer. Hubo cerca de 120 muertos, dicen, pero en aquel
México de Echeverría, como en este México de Calderón, no había
forma precisa de contar a los muertos. Los esbirros del régimen
priísta irrumpieron en hospitales y remataron allí a varios
estudiantes heridos.
El movimiento #YoSoy132 nació la noche
del 10 de mayo, en el Zócalo, durante el concierto de Paul
McCartney, cuando unos priístas incautos agitaron un trapo con
propaganda de Peña Nieto frente al toro bravo de la multitud; la
mañana siguiente el candidato del régimen fue repudiado en la
Ibero; dos días más tarde, ante las amenazas y las
descalificaciones priístas, el movimiento se bautizó a sí mismo y
ayer, lunes, llegó a su primer mes de vida. En ese lapso ha logrado
muchísimo: arrinconó a una candidatura que a ojos de muchos parecía
invencible, obligó al duopolio televisivo a abrir espacios –así
fuera en una medida de control de daños– y a transmitir el
encuentro entre candidatos presidenciales en los canales de mayor
cobertura. Además, se dotó a sí mismo de demandas claras, realizó
asambleas bien aceitadas, se ha mantenido inmune a los intentos de
manipulación y ha conseguido hacerse de una marcada simpatía en el
grueso de la población.
10 de junio de 2012
Por la noche, el llamado debate acaparó
la atención social. Mucha de ella se ubicó en el Zócalo capitalino
y en otros espacios públicos para seguir la presentación televisiva
de los candidatos. Pocas sorpresas hubo en la pantalla: cero debate
en materia de propuestas, ataques personales al resto a cargo de
Josefina Vázquez Mota –ella misma confirmó de esa manera su
consolidación en el tercer sitio– y un Felipe Calderón tocado por
la soledad y el abandono que optó por meterse al debate por la
puerta de Twitter.
López Obrador transmite mayor
serenidad y solidez en sus spots que desde Guadalajara. Más intimida
Peña Nieto en los suyos que en el antidebate soso y aburrido de
anoche. Vázquez Mota comunica mejor su desolación y su vacío
cuando no está rodeada por sus rivales ni transmitida en vivo.
Una de las paradojas del día es que la
televisión privada abrió sus cámaras al encuentro realizado en la
Expo Guadalajara justo cuando la señal televisiva dejó de ser
indispensable. Lo más importante del cotejo entre aspirantes no fue
lo que se dijo en él, sino la atención y los espacios que obtuvo,
gracias en primer lugar al movimiento #YoSoy132. El domingo, millones
de ciudadanos querían ver un contenido específico en la tele, y lo
lograron. Tal vez sus movilizaciones hayan sido más relevantes, para
la elección próxima, que lo que vieron en las pantallas. Acaso lo
que ocurre en las calles empieza a ser más definitorio que lo que
sucede ante las cámaras. Parece ser que el poderío de los sets
televisivos se encuentra en declinación, que la vida esté en otra
parte y que el 10 de junio no se olvida.
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