- Actos de contrición del Times y el Post
- Atenas: juegos olímpicos o ejercicios militares
- Unas líneas para Leon y otras para Tali
TERMINÉ LA NAVEGACIÓN pasada con una referencia --que
me mandó Argelia Guerrero-- al texto de Javier Sierra titulado “Ninguno de los
hombres del Presidente”. La alusión al clásico de Bob Woodward era por la
mansedumbre de la prensa de Washington ante el poder presidencial. En marzo de
2003, es decir, en vísperas de la guerra de George W. Bush y Tony Blair contra
los iraquíes, reflexionaba Sierra: “En estos momentos cruciales --mientras el
país se prepara para una guerra al parecer inminente--, cuando la libertad de
prensa debe ejercerse con más vigor que nunca (...), ¿qué pueden esperar los
lectores cuando el Washington Post publique artículos sobre
(...) las presentaciones del secretario de Estado, Colin Powell, ante el
Consejo de Seguridad de la ONU, sobre las razones para empezar una guerra en
Irak (...) o la supuesta evidencia de posesión iraquí de armas de destrucción
masiva?”
PUES SÍ: EN el tema de la guerra contra Irak y contra
“el terrorismo”, The Washington Post y el resto de la prensa
estadunidense se han venido comportando con tal sumisión frente al poder
político que uno podría pensar que en materia de independencia periodística han
sido asesorados por el Granma cubano.
A FINALES DE mayo pasado, The New York Times descubrió
que “parte” de su cobertura de la agresión contra Irak “no fue tan rigurosa
como habría debido ser” y atribuyó lo deleznable de su trabajo a una excesiva
dependencia hacia fuentes de la (entonces) oposición iraquí. Esta semana, The
Washington Post admitió su pésimo manejo informativo sobre las armas
de destrucción masiva, el pretexto estrella de la invasión. El alegato
del Post minimiza y banaliza su propia inmoralidad
periodística y la reduce al manejo de la primera plana. El editor ejecutivo
Leonard Downie Jr. dijo que “estábamos tan concentrados en tratar de descubrir
lo que hacía el gobierno que no dimos el mismo margen a la gente que sostenía
que ir a la guerra no era buena idea y cuestionaba las explicaciones oficiales”.
Además, se lanzó contra los opositores a la invasión de Irak: “tienen la
impresión equivocada de que, de alguna forma, si la cobertura de los medios
hubiese sido distinta, no habría habido guerra”.
CUANDO ESTABA POR empezar la guerra, el periodista
Seymour Hersh --quien hizo conocer al mundo la matanza perpetrada por los
estadunidenses en la aldea vietnamita de My Lai-- atribuyó la carencia de un
marco de integridad entre los informadores a que “la Casa Blanca tampoco lo
tiene”. Aliviados estamos: ahora resulta que la inmoralidad de las autoridades
es excusa para un periodismo inescrupuloso.
CON TODA FRANQUEZA, encuentro que la prensa
institucional (no hablo de los medios alternativos) del país vecino está tan
confundida en sus arrebatos autocríticos --los de antes y los de ahora-- como
cuando se mete a la cama de la habitación presidencial. Las miserias del
periodismo no pueden justificarse por el exceso de trabajo, porque los iraquíes
contrarios a Saddam fueran corruptos y mentirosos o porque Bush hubiese echado
a andar una aplastante maquinaria propagandística. Los defectos centrales de la
prensa estadunidense son, en cambio, su arrogancia, su ignorancia y su falta de
sentido común. Si los reporteros y editores del Post, del Times y
de otros periódicos “serios” hubiesen tenido una mínima intención de tomar
distancia con respecto a las verdades oficiales de su gobierno les habría
bastado con consultar en Internet las páginas de Liberation, Clarín, The
Independent o La Jornada, entre muchos otros periódicos
del mundo, para enterarse que a) Osama y Saddam se detestan y que la supuesta
conexión entre Al Qaeda y Bagdad era puro cuento; que b) un país sujeto a un
embargo tan brutal y extendido como el que padecía Irak desde hacía una década
no estaba en condiciones de fabricar armas de destrucción masiva en ninguna de
sus modalidades y que c) si bien era muy probable que Saddam perdiera la
guerra, Estados Unidos carecía de posibilidades reales de ganarla. Downie podrá
decir misa, pero su periódico, como casi todos los medios de ese país, fue
cómplice del engaño urdido contra la sociedad y es, por ello, corresponsable de
las mil bajas sufridas por las fuerzas estadunidenses en el curso de este
conflicto, de los miles de iraquíes masacrados por los ejércitos invasores y de
los 46 trabajadores de prensa fallecidos desde febrero de 2003 hasta agosto de
2004 en territorio iraquí. Felicidades, colegas. El trabajo de ustedes ha sido
fundamental en este reparto masivo de condecoraciones póstumas, banderas
dobladas y notas luctuosas.
http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/middle_east/3556714.stm
EL DESLUCIMIENTO OLÍMPICO en Atenas es consecuencia del
estado de pánico en que vive el mundo por el terrorismo integrista y su espejo
bushiano. La olimpiada de los guardaespaldas, que empezó mucho antes que los
juegos propiamente dichos, tiene un costo de mil 500 millones de dólares. En la
capital griega, más que un encuentro deportivo, se realiza un ejercicio
militar. Y como donde hay policías y soldados siempre hay, además, drogas (o
pónganlo al revés: donde hay drogas siempre acaba habiendo soldados y
policías), resulta que, según estimaciones del presidente del Comité Olímpico,
Jacques Rogge, en Atenas se darán más casos positivos de dopaje que en
cualesquier Juegos Olímpicos anteriores.
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2004/atenas_2004/newsid_3550000/3550990.stm
Leon Golub y Tali Fahima
ESTA SEMANA SE nos fue Leon Golub, pintor de la
crueldad humana, desgarrador de su propia pintura, detractor de la guerra de
Vietnam, hijo withmaniano de Chicago, retratista de la tortura y el genocidio,
el que entendía la tela de sus cuadros como la piel del mundo. Cuando la masa
estadunidense babeaba con el esplendor ficticio de la reaganomics,
arrullada por noticiarios y periódicos que cantan alabanzas al poder y
descubren sus atrocidades dos décadas más tarde, Golub volcó su trabajo
plástico al horror de los escuadrones de la muerte financiados por
Washington en Centroamérica. Te quiero mucho, Leon, entrañable viejo gringo de
pinceles certeros, tiernos y dolientes, vida simple y ética inclaudicable.
http://askart.com/artist/G/leon_albert_golub.asp?ID=30041
http://www.jca-online.com/golub.html
Disturbio, obra de Leon Golub (1983)
HAY UNA ACTITUD que hermana al artista estadunidense
con la israelí Tali Fahima: Tali creció en un entorno de la derecha israelí y
en las más recientes elecciones votó por el Likud, el partido de Ariel Sharon.
Pero después de ver un documental sobre la ocupación de los territorios
palestinos, decidió ir a Jenín a fundar un hogar para huérfanos. Allí conoció a
Zakariya Zubeidi, jefe local de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, hizo
amistad con él, se convenció de que el combatiente palestino no es el demonio
que pintan los medios y decidió convertirse en su escudo humano. La
prensa de Israel desliza en todas las notas que Fahima y Zubeidi son amantes,
dato que, real o falso, es irrelevante. Lo sustancial de esta historia es lo
que cuenta Tali: “Es difícil para una muchacha de 28 años, educada bajo ciertos
valores, descubrir un día que están equivocados. Nunca supe la verdad completa.
Ahora sé que soy responsable por la ocupación. ¿Quién la causa? ¿Los palestinos?
No, los israelíes. ¿Y yo quién soy? Una judía y una israelí, y sentada en casa
y sin hacer nada también soy responsable”. Luego dijo algo políticamente
incorrecto (con lo cual este navegante no está de acuerdo): que si uno se pone
en los zapatos de los palestinos, los ataques terroristas resultan
justificados.
EN MAYO TALI, fue detenida unos días. El lunes pasado
volvió a ser apresada y el Shin Bet, servicio de seguridad interior de Israel,
asegura que la muchacha planeó con Zubeidi un atentado terrorista. El tribunal
de Petah Tikva decretó su arresto provisional por 10 días. Tali podría ser
condenada a cadena perpetua. En el último de los vínculos siguientes hay una
página --muy desactualizada-- por medio de la cual es posible solidarizarse con
Tali.
Nos vemos en
http://www.communityzero.com/nave
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