- Violencia que no cesa
- El retorno del talibán
- Comparaciones inevitables
CORTE NOTICIOSO SEMANAL: el jueves pasado un ataque con
cohetes de 107 milímetros dejó cinco heridos en una base de las fuerzas
alemanas en Kunduz, noreste de Afganistán. Afghan Islamic Press (AIP) reportó
que, en emboscadas efectuadas en el sur del país, las fuerzas del talibán
dieron muerte a 12 soldados afganos. Miércoles 29: la policía informó que tres
soldados del régimen de Hamid Karzai y cuatro atacantes talibanes murieron en un
tiroteo cuyo sitio no se especificó; cerca de la frontera con Pakistán un
motociclista murió, en un aparente intento de ataque suicida contra tropas
estadunidenses. Martes 28: una patrulla militar sufrió cuatro bajas mortales en
emboscada realizada en Kandahar por efectivos talibanes, dos de los cuales
murieron; la policía desmintió informes de testigos que reportaron la caída de
un helicóptero militar en el oeste de la capital y afirmó que todo se debió a
un “malentendido”; dos soldados paquistaníes murieron y otros cuatro resultaron
heridos al internarse en un campo minado en la frontera con Afganistán; el
chofer de un antiguo funcionario fue decapitado en la provincia sureña de
Zabul. Lunes 27: Washington anuncia la captura de cinco líderes talibanes; tres
soldados estadunidenses resultan heridos en un ataque de los rebeldes; un ex
prisionero de Guantánamo que regresó a Afganistán para reinsertarse en las
filas talibanes fue muerto junto con otros dos combatientes por fuerzas de
seguridad del gobierno de Karzai. Domingo 26: tropas estadunidenses con apoyo de
helicópteros mataron a cinco “sospechosos de ser talibanes”; un oficial
estadunidense dice que las fuerzas de ocupación enfrentan una creciente ola de
violencia por parte de unos 2 mil insurgentes, incluidos militantes de Al
Qaeda, que transitan entre Pakistán y Afganistán; AFP reporta la muerte de
nueve soldados del régimen de Karzai a manos de combatientes talibanes; un
reportaje de esa agencia cita a un campesino de Baharak, provincia de
Badakshan: “Desde que empezamos a cultivar amapola todo ha cambiado; tengo una
casa, otros tienen automóvil y puedo mandar a mis hijos a la escuela”.
http://icasualties.org/oef/
Votantes afganas: Gauhar, 29 años, Kabul; estudiante
ES CIERTO QUE hasta ahora la agresión contra Afganistán
le ha salido extremadamente barata, en términos políticos, a la Casa Blanca:
136 bajas propias desde la invasión de finales de 2001, poco más de la décima
parte de los mil 54 estadunidenses que Bush ha enviado a morir en Irak entre marzo
de 2003 y septiembre de 2004. Pero, al igual que en Irak, la guerra dista mucho
de haber sido ganada por Estados Unidos, y muchos sostienen que más bien
Washington la está perdiendo.
Hadia Hamdard, 27 años, Kabul; periodista
EN EL AFGANISTÁN ocupado, y a seis días de las
elecciones del próximo sábado, la violencia, la inseguridad y el descontrol no
sólo afectan a los bandos armados sino, sobre todo, y como ocurre en todas las
guerras, a los habitantes comunes y corrientes. Abd Al-Wahid, un residente de
la provincia suroriental de Zabul, dijo a Al Jazeera que actualmente “no hay
ninguna seguridad, la delincuencia se ha disparado y la tensión política está
también en su nivel máximo”. El declarante se quejó porque “en la mañana llega
la gente del gobierno y nos amenaza con que si no nos empadronamos nos
excluirán de los servicios médicos y de los repartos de comida. Por la tarde
viene el talibán a decirnos que los estadunidenses están en contra nuestra y
quieren saquear nuestro país; que estamos siendo usados y que Karzai trabaja
para ellos; no sabemos en quién confiar”. Por lo que hace a la inseguridad, Abd
Al-Wahid no tiene dudas: “bajo los talibanes este país era el más seguro de la
Tierra, hoy es el más inseguro. Los políticos disfrutan de una vida buena y
segura, mientras los civiles sufren”.
http://www.aljazeera.com/
AL MENOS EN la primera parte de su último aserto, este
habitante de Zabul está palmariamente equivocado. Hace dos semanas, Karzai escapó
ileso del más reciente de los atentados que ha sufrido desde que fue nombrado
presidente por Estados Unidos: un misil tierra-aire disparado por efectivos
talibanes erró el blanco y el helicóptero presidencial aterrizó sano y salvo en
Gardez. Quince días antes Kabul fue estremecida por un atentado con coche bomba
contra la empresa estadunidense de seguridad Dyncorps, responsable del equipo
de guardaespaldas de Karzai. El ataque dejó nueve muertos y decenas de heridos.
En junio pasado, en el oriente del país, una camioneta que transportaba
funcionarias electorales fue destruida por una bomba, con un saldo de dos
muertas y 13 heridas. En abril de 2003 un aliado y amigo de Karzai, Haji
Gilani, fue muerto a balazos junto con su sobrino en la localidad de Deh
Rawood. El 28 de septiembre de 2002 dos bombazos --uno de ellos a menos de 500
metros de la embajada estadunidense-- sacudieron la capital afgana y causaron
al menos dos heridos. El 5 de septiembre de ese año otro bombazo dejó un saldo
de 26 muertos y 150 heridos en Kabul, en los alrededores de los ministerios del
Interior y de Información. Horas antes se había registrado otro atentado
fallido contra Karzai, cuando un pistolero solitario le disparó en la sureña
ciudad de Kandahar, hiriendo al gobernador provincial, quien acompañaba al
presidente; en la balacera subsecuente murieron tres personas. El 6 de julio
había sido asesinado el vicepresidente Abdul Qadir, quien, al igual que Karzai,
pertenecía a la etnia pashtún. El primer político del régimen impuesto por
Washington que dejó de disfrutar de “una vida buena y segura”, para decirlo en
las palabras de Abd Al-Wahid, fue el ministro de Aviación Civil, Abdul Rahmán,
quien fue linchado en el aeropuerto de Kabul en febrero de 2002 por un grupo de
peregrinos que durante dos días esperaron en vano un vuelo hacia La Meca. Este
breve recuento hace pensar que el desafío más acuciante para Karzai no es ganar
las próximas elecciones, sino mantenerse vivo.
EL DESAFÍO PARA los ocupantes y sus empleados locales
consiste, en cambio, en impedir que Afganistán llegue a parecerse demasiado a
Irak. Thalif Deen, analista de Al Jazeera, esboza la perspectiva de un “Irak en
pequeña escala”, con crecientes ataques a las fuerzas de ocupación, los
funcionarios del gobierno títere y los extranjeros --contratistas, diplomáticos
o integrantes de organismos internacionales y no gubernamentales--. Mark Sedra,
quien dirige un proyecto de monitoreo de la seguridad en Afganistán, afirma
que, al menos en un tercio del territorio afgano, el talibán impide las
actividades gubernamentales o internacionales. James Ingalls, del Instituto de
Tecnología de California, señala que “en el mejor de los casos las elecciones
carecerán de sentido porque la gente carece de opciones reales --toda vez que Karzai
carece de competidores reales-- y en el peor, pueden iniciar una nueva guerra
civil”.
http://www.arman1.20m.com/eng71.html
PERO EL BOTÍN de guerra de Afganistán es muy menor si
se le compara con el petróleo de Irak, y esa diferencia tal vez permita
explicar que Estados Unidos mantenga en el primer país apenas una décima parte
de los efectivos que despliega en el segundo. Esa misma diferencia tal vez
permita entender que los países desarrollados hayan concedido a Afganistán
asistencia financiera efectiva por unos 200 millones de dólares desde la
invasión de 2001, suma equivalente a menos del uno por ciento de los 30 mil
millones que requiere el país en los próximos cinco años para reconstruirse.
Kosovo, Bosnia y Timor Oriental han recibido asistencia que, calculada en una
base per cápita, resulta 50 veces mayor, o más, que la que se destina a los
afganos. Estas cifras fueron tomadas del espléndido y tristísimo
documento Losing the Peace in Afghanistan (Perdiendo la paz
en Afganistán) elaborado por el responsable de la División Asia de Human
Rights Watch, Sam Zia-Zarifi, y que puede bajarse en:
http://www.hrw.org/wr2k4/download/5.pdf
Hamida, 65 años, Kabul; actriz y refugiada
¿Y LAS MUJERES? Un sitio comercial y más bien frívolo
dice que “si bien hasta ahora se les ha permitido volver al trabajo, el
gobierno ya no las obliga a llevar la burka y han sido colocadas en posiciones
prominentes en el gobierno, aún quedan en pie muchos desafíos. La represión de
las mujeres sigue prevaleciendo en las áreas rurales en las que muchas familias
aún restringen la participación en la vida pública a sus madres, hijas, esposas
y hermanas. Siguen sometidas a matrimonios forzosos y se les niega la educación
básica. Numerosas escuelas para niñas han sido quemadas y algunas alumnas han
muerto envenenadas por atreverse a ir a la escuela”. Una percepción semejante
se ofrece en un reportaje de Marwaan Macan-Markar, de IPS, quien, citando a la
ministra interina de Asuntos Femeninos del gobierno de Karzai, Habiba Sarabi,
admitió que si bien en ciudades como Kabul “la noción de igualdad entre hombres
y mujeres gana terreno, ‘en particular entre las personas con educación’, en
provincias y zonas rurales a la mayoría de las mujeres se les obliga a seguir
ideas, tradiciones y costumbres fanáticas”.
http://www.afghan-web.com/woman/
ESPERO QUE LA BBC me perdone el tomarle prestadas las
fotos que ilustran esta columna. Se me queda en el tintero mucho material, y
quien desee cartas adicionales de marear, las recibirá a vuelta de correo.
Nargis Ifat, 19 años, Kandahar; activista de derechos
humanos
No hay comentarios.:
Publicar un comentario