- Certificación ISO 9002 para atropellar
- Ejércitos privados para la entrega de dinero
- Dulce cara internética de firmas de seguridad
EN SU PÁGINA WEB, la Compañía Mexicana de Traslado de
Valores, SA de CV (Cometra) ostenta con orgullo el certificado ISO 9002, que le
otorgó en octubre de 2000 el despacho Det Norske Veritas (DNV) por su “profesionalismo,
procesos de calidad total, excelencia operativa y calidad de todos sus
procesos”. Una de dos: o los sitios de DNV en Internet son muy desorganizados y
deficientes y la empresa certificadora no merece sus propios certificados, o
bien el documento exhibido por Cometra en su página es chocolate. Este
columnista realizó una búsqueda exhaustiva por nombre, por país y por giro, así
como en la lista de más de 500 clientes de DNV, y no halló ni una sola
referencia a Cometra. Se me ocurre que, si el papel de referencia no es falso,
los directivos de ésta tendrían que reclamarle la omisión a los de DNV.
http://www.cometra.com.mx/
http://www.uat.edu.mx/SADM/Paginas/DNV.aspx
SEA COMO FUERE, no creo que el certificado ISO-9002 de
Cometra resulte demasiado creíble para la señora Dávalos, atropellada el 30 de
septiembre en Eje 6 Sur y Ermita Iztapalapa por una camioneta blindada de esa
empresa, conducida a exceso de velocidad por Alberto Guzmán Rojas, quien se
pasó la luz roja del semáforo. El documento de marras tampoco atenuará en forma
significativa los inconvenientes sufridos por la familia Rojas, cuya casa, en
la colonia Progreso Nacional, resultó severamente dañada la noche del 13 de
octubre cuando otra unidad de la misma empresa de traslado de valores,
conducida por Martín Rodríguez, también a exceso de velocidad y en sentido
contrario, se impactó en la vivienda, derribó la puerta de entrada y provocó
cuarteaduras en muros y techos. El más reciente de estos incidentes (salvo en
el caso probable de que tenga lugar uno más en el tiempo que transcurre entre
la redacción de esta columna y su envío a la imprenta) ocurrió el jueves,
cuando un niño de nueve años fue atropellado por una camioneta blindada de la
compañía Grumer, que era conducida de manera alocada por Faustino Morales
Torres en la colonia Aeronáutica Militar. En esos percances, meramente
imprudenciales, las transportadoras de valores se hicieron cargo, al parecer,
de cubrir los gastos médicos y las reparaciones correspondientes. El
nerviosismo y la impericia de los chicos encargados de custodiar la marmaja
también se ha traducido en agresiones como la perpetrada el mes pasado en el
centro de esta capital por tripulantes de la unidad 20008 del Servicio
Panamericano de Protección (Serpaprosa) contra el señor Sánchez, a quien
descargaron una escopeta de calibre 12, provocándole heridas en el diafragma,
una quemadura en el riñón izquierdo, una lesión en el bazo y un ligero daño en
la columna. A la empresa se le suspendió temporalmente el permiso para operar.
NOTICIAS COMO LAS referidas son morralla en la prensa
nacional y en los noticiarios radiales y televisivos, y constituyen la punta
del iceberg de la inseguridad y el terror que --como si faltara-- representan
los efectivos de las empresas de traslado de valores para el resto de los seres
humanos de esta capital y del país. Creo que casi no existe un habitante de la
ciudad de México que no haya sido víctima de un atropello, literal o en sentido
amplio, por parte de esos escopetudos que se ganan la vida arriesgándola para
preservar la integridad del dinero ajeno y en cuyos estándares de excelencia no
cuenta el respeto a leyes y reglamentos, y no se diga el civismo y los buenos
modales. En estas semanas, a raíz de sus propios excesos y tropelías, estos
mercenarios han ocupado el sitial de honor en la lista popular de enemigos
públicos que hasta antes correspondía a los microbuseros. El tránsito de las
camionetas blindadas por las calles de esta urbe evoca el paso de los tanques
israelíes por las ciudades palestinas ocupadas. Pero lo que ha llegado a los
medios, decía, es sólo la
punta del iceberg de los desalojos, los empujones, los encañonamientos, los “cerrones”
de tránsito y demás agresiones arbitrarias a las que estamos expuestos y a las
que --lo digo con horror y vergüenza-- ya nos hemos acostumbrado.
A TANTO LLEGARON las transportadoras de valores que
hace una semanas la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del Distrito Federal
las amenazó con cancelarles la licencia si porfían en el incumplimiento de la
Ley de Empresas de
Seguridad. El director de Registro de Empresas de Seguridad Privada de la SSP,
Eduardo López Figueroa, dijo que hay 19 compañías legalmente registradas, que
tienen en conjunto 964 vehículos a prueba de balas y 5 mil 500 empleados en
armas, es decir, algo de dimensiones equiparables a las facciones rebeldes de
Fallujah y los seguidores de Moqtada al Sadr en Najaf, que tanta lata han dado
al ejército de Estados Unidos. Ante los funcionarios gubernamentales, los
representantes de 17 de las 19 empresas se comprometieron a adoptar medidas
eficientes para seleccionar a su personal, al cual deberán capacitar en el
manejo “racional” (lo entrecomillo, porque así dijeron) de armas y vehículos, a
aplicarle exámenes toxicológicos, a pintar en las unidades números telefónicos
para reportar quejas y a ordenar a sus operadores que acaten el Reglamento de Tránsito
“sin excepción alguna” y bla, bla, bla. Eso fue el 30 de septiembre. ¿Alguien
ha notado algún cambio en el extremo comedimiento que caracteriza a los
escopetudos, sea en el volante o en sus desplazamientos por aceras y centros
comerciales? ¿Se ha documentado en días recientes que una patrulla de tránsito
obligue a orillarse a la orilla a un blindado y levante una infracción al
conductor?
SI EN EL ÁMBITO popular las transportadoras de valores
proyectan una imagen pésima, en el mundo empresarial la percepción parece ser
distinta, y no es para menos: ante la inseguridad imperante, y en el marco de
las políticas de seguridad vigentes, tales compañías son indispensables para el
desempeño de cualquier actividad corporativa de rango medio o grande. En un artículo
aparecido hace dos años en la revista en línea Soyentrepreneur,
Roberto Ortega se refería a esas empresas como “ángeles guardianes”, y ofrecía
un interesante listado en el que aparecen las tarifas de algunas. Por ejemplo,
la suspendida Serpaprosa cobraba 148 pesos por “traslado de valores por día”,
así como 2.67 pesos por cada mil trasladados, “por concepto de seguro”. No me
queda claro si son las propias transportadoras, las aseguradoras o ambas, las
que se embuchacan, entonces, más de 0.27 por ciento de todo el efectivo que
viaja en transporte blindado por las calles y carreteras del país, pero da la
impresión que ha de tratarse de una suma buenísima.
https://www.entrepreneur.com/
http://www.azcapotzalco.df.gob.mx/transparencia/reglamento %20de%20la%20ley%20de%20los%20servicios%20de%20seguridad.pdf
EL DULCE ROSTRO de los ángeles guardianes parece
confirmarse en las páginas web de algunas de las compañías citadas, como la
referida Cometra y su ISO 9002. Securitec presenta así sus objetivos
fundamentales: “la protección y la garantía con un valor adicional que enfatiza
nuestros actos, como son la cortesía, la atención y el respeto”. Tameme “es
sinónimo de puntualidad, eficiencia y oportunidad en la administración de
valores que, complementado con nuestro profesionalismo y la flexibilidad para
adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes, hacen de nuestra empresa su
mejor opción en el traslado de valores”. Serpaprosa, la transportadora suspendida
por la SSP, dice que “al iniciar el tercer milenio y cumplir nuestros 35 años
de historia, mantenemos inalterables nuestros valores fundamentales de
honestidad, eficiencia y confiabilidad, adicionados con las más modernas y
mejores aplicaciones tecnológicas; todo ello para atender de acuerdo con la
evolución de sus negocios a nuestra única razón de ser: los clientes”. Además,
la corporación enumera sus “convicciones: apreciar el trabajo como la
oportunidad que se tiene para sumar y ser útiles al bien común; mantener una
actitud clara y valiosa, cimentada en la productividad y en la excelencia,
factores que hacen todos los días a un equipo sólido y confiable para su
clientela”. Sin excepción, los sitios correspondientes son de una fealdad
conmovedora, desde los logos mal escaneados de Cometra, pasando por la
ininteligible interfaz dizque “corporativa” de Serpaprosa, hasta los menús
saltarines de Tecnoval y el irrefrenable caos de Grumer. En algunas de esas
páginas resultan inevitables los chasquidos que recuerdan el ruido de un arma
cuando se corta cartucho, y hasta un desaforado e improcedente fondo musical de
rock. Si alguien desea consultar ejemplos de cómo construir sitios web caros,
vulgares e ineficientes, puede consultar cualquiera de éstos:
https://www.tecnoval.com.mx/
http://www.tameme.com.mx/
http://www.cometra.com.mx/
http://www.serpaprosa.com.mx/
http://grumer-mex.com/index.html
http://www.gruposeguritec.com.mx/
EN CONTRASTE CON la Eficiencia, la Honradez, la
Puntualidad, la Excelencia, la Calidad y demás valores falsos que las
transportadoras ofrecen en sus páginas en Internet, hay el dato siguiente: de
enero de 2000 a la fecha la Procuraduría General de Justicia del Distrito
Federal (PGJDF) ha iniciado más de 30 averiguaciones previas contra escopetudos
de siete de las 19 empresas registradas; 15 han sido alojados en distintos
reclusorios, y han comparecido ante jueces penales empleados de Serpaprosa,
Cometra, Sepsa, Grumer, Tameme y Custraval. Las acusaciones más frecuentes
provienen de sus propios empleadores, a quienes les han robado diversas sumas
de dinero, seguidas por homicidios, lesiones, amenazas de muerte y daño en
propiedad ajena.
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