30.4.12

“Ciudad homicida” o
arzobispado delincuente



“Ciudad homicida”. Así se titula el editorial de ayer del semanario Desde la fe, órgano oficial de la Arquidiócesis Primada de México, en referencia, precisamente, al Distrito Federal y al quinto aniversario de la despenalización del aborto en la capital de la República. Para ese pasquín parroquial, la interrupción del embarazo como un servicio gratuito de salud pública es “más reprobable” que el baño de sangre por el que atraviesa el país porque “de manera institucional y con el apoyo de los recursos públicos, se ha asesinado a más de 75 mil seres humanos en los últimos cinco años”. Adicionalmente, “el aborto, tal como se practica en el Distrito Federal, se ha convertido en la principal escuela de desorientación para los jóvenes y en el principal motivo de irresponsabilidad en el ejercicio de su sexualidad”.

El texto embiste a las organizaciones no gubernamentales “que expresan, con toda razón, su indignación ante la masacre que están causando los criminales en México” pero que “no parecen estar tan convencidas de abogar por la vida humana en su estadio más indefenso”, y se lanza con una enormidad: “Algunos defensores de los derechos humanos guardan un cómplice silencio ante el genocidio que se está practicando en el Distrito Federal”.

“Más adelante, Desde la fe afirma con falsedad: “Afortunadamente, la candidata y los candidatos a la Presidencia de la República han expresado, en sus encuentros con los obispos mexicanos, su rechazo al aborto”. Alguien miente aquí, porque, guste o no guste, López Obrador no ha expresado tal “rechazo al aborto” sino su determinación de someter el asunto a consulta pública, junto con el del matrimonio entre personas del mismo sexo; Peña Nieto, por su parte, manifestó en una entrevista reciente su respaldo a la despenalización, si es que sus balbuceos son correctamente interpretados*. En cuanto a Josefina Vázquez Mota, bueno... ella es diferente.

La liebre salta cuando el texto desemboca en una no muy velada exhortación a no votar por los candidatos de la izquierda en el DF: “Entre aquellos que aspiran a algunos cargos públicos en la Ciudad de México, se encuentran quienes impulsaron estas leyes injustas e inhumanas en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal”. El Arzobispado, pues, se encuentra en plena campaña contra el Movimiento Progresista, es decir, a favor de las otras opciones. La priísta Beatriz Paredes desempeñó un papel activo en la penalización absoluta del aborto por las legislaturas de varios estados y de Isabel Miranda de Wallace, basta con verle el gesto para temer que recriminalice la interrupción del embarazo y hasta toda práctica sexual y cualquier mal pensamiento.

Tal parece ser la razón de fondo para que los chicos del Arzobispado hayan decidido salir con este despropósito ofensivo y desorbitado de “ciudad homicida”. Uno se los imagina, al pronunciarlo, envueltos en la bandera vaticana y arrojándose del Cerro del Tepeyac. Lástima que en la Iglesia Católica no haya niños héroes sino menores víctimas de abuso sexual.

Por lo que a este escribidor respecta, Valdemar y su jefe, Perverto, tienen todo el derecho de seguir examinando, por los siglos de los siglos, la pertinencia de bautizar una por una a sus respectivas células reproductivas y de recomendar la realización del sacramento matrimonial entre un espermatozoide y un óvulo antes de que el primero penetre la membrana del segundo.

A lo que no tienen derecho es a hacer abierto proselitismo político a favor de la reacción en cualquiera de sus vertientes –la priísta y la panista– ni a inducir el sufragio de sus feligreses. Tal acción constituye una infracción a la ley y es, por consiguiente, delictiva.

Tampoco tienen derecho alguno a perpetrar esa obtrectatio ad urbem, esa calumnia a la capital de la República. Por supuesto que no conformamos una “ciudad homicida” Marcelo Ebrard tendría que demandarlos, a nombre de quienes aquí vivimos y de la institucionalidad que nos representa, por difamación y deshonra.

Por último, la legislación, señores del Arzobispado, les prohíbe expresamente encubrir a delincuentes como esos agresores sexuales a los que ustedes han escamoteado a la mano de la justicia. Por su propio bien, dejen de hacerlo. Hace unos años Perverto la libró de panzazo en una corte de Estados Unidos, pero puede ser que un día no tengan tanta suerte y se vayan al bote.

____________________

* Transcripción literal de sus palabras: “Mira, estoy en favor del derecho que tenga la mujer –personalmente y en mi fuero interno estoy en favor de la vida– y creo que las opciones... esta opción última del derecho... de darle este derecho, de tener la mujer este derecho a decidir si eventualmente aborta o no, que lo debe tener la mujer, y debe despenalizarse eh... el que este tipo de práctica eventualmente sea sancionada... pero debe ser una última opción”.

Sobre el asesinato
de Regina Martínez


BASTA YA DE IMPUNIDAD EN LOS CRÍMENES CONTRA PERIODISTAS.

Los ciudadanos y periodistas reunidos este domingo 29 de abril expresamos nuestra consternación e indignación por el asesinato de la compañera Regina Martínez, profesional del periodismo, maestra de varias generaciones, corresponsal de la revista Proceso en Veracruz. Su crimen no es un hecho aislado.

 Se suma a la lista de cinco asesinatos contra periodistas, ocurridos desde 2010, en el estado de Veracruz, según han reconocido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para la Defensa de los Derechos Humanos. Son los casos de Miguel Angel López Velasco, columnista y subdirector editorial de Notiver, y el de su hijo Misael López, fotógrafo del mismo medio (20 junio de 2010); de Yolanda Ordaz de la Cruz, periodista de Notiver(25 de julio de 2010); del hallazgo del cuerpo de Noel López Olguín, reportero de Horizonte y La Verdad (1 de junio de 2011); y el de Evaristo Ortega Zárate, editor del semanario Espacio de Colipa, desaparecido desde abril de 2010.
Todos estos crímenes se mantienen impunes. Veracruz se ha convertido en una de las entidades de más alto riesgo para el ejercicio periodístico, a pesar de las reiteradas promesas y compromisos del gobierno estatal por esclarecer estos homicidios. A estos hechos se suman la ola reciente de criminalización de usuarios de redes sociales y las presiones constantes contra periodistas y medios, cuya función principal es informar a la sociedad veracruzana. El asesinato de Regina Martínez constituye también el síntoma de una de las peores épocas para el ejercicio periodístico en todo el país.
Más de 70 crímenes, desapariciones y amenazas de muerte se han sumado en este sexenio. Tan sólo en 2011, la organización Artículo 19 contabilizó 172 casos de amenazas y agravios contra periodistas. De nada han valido los compromisos de palabra, ni la creación de fiscalías o leyes para la protección de los periodistas. México se ha convertido en uno de los países más peligrosos del mundo para los informadores. Por esta razón, reiteramos que no se trata de un crimen aislado sino resultado de un contexto reiterado de abusos, impunidad y amenazas contra la libertad de expresión y el derecho a la información en México.
Matar a periodistas es silenciar a la sociedad. No sólo se afecta a un gremio o a un medio en específico. Se violenta el derecho a la información de todos los mexicanos, uno de los elementos sustanciales de cualquier régimen que aspire a ser democrático. La peor ley de la censura es la del silenciamiento por la vía del asesinato. Y a ese silenciamiento se suma la falta de justicia y de esclarecimiento en cada uno de estos crímenes. Por esta razón, quienes nos hemos reunido en el Distrito Federal, en Morelia, en Jalapa, en Puebla y en otras ciudades de la República nos unimos a un reclamo: Basta ya de Impunidad en los Crímenes contra Periodistas.

27.4.12

@lopezdoriga1 calla, y otorga


Ocurrió: por conducto de Joaquín López Dóriga, Televisa se quitó la máscara, embistió de frente al candidato presidencial de las izquierdas y admitió, por la omisión del silencio, que es el verdadero partido político detrás de Peña Nieto. El lector de noticias se exasperó porque López Obrador explicó su ausencia en uno de los debates realizados por los aspirantes presidenciales hace seis años porque, dijo, previamente la empresa televisiva le había preparado una trampa para después del encuentro, con mesa de opinión y encuestas listas para sostener que había perdido el debate.

–¡Miente López Obrador! ¡Miente, miente! ¡Es un mentiroso! –estalló López Dóriga ante el micrófono de su programa en Radio Fórmula, el miércoles pasado. El tabasqueño recogió el guante y pidió un espacio para ejercer su derecho a réplica, el cual le fue concedido poco después del mediodía de ayer. Entre un suceso y otro, durante toda la tarde del miércoles, López Dóriga se cocinó a fuego lento en las expresiones de desprecio que bullían en las redes sociales.

A lo que puede verse, el locutor no midió bien el terreno y no cayó en la cuenta de que el monopolio de las cámaras ya no es lo que era hace seis años y que, como dijo hace poco Juan Luis Cebrián, la columna vertebral de la opinión pública se ha ido trasladando de los medios tradicionales a las redes sociales. El empleado de Televisa tampoco ha comprendido una de las paradojas de la comunicación en el México contemporáneo: una cosa es el músculo mediático (que se compone de cobertura cuasi hegemónica, capacidad de producción, aptitud para el chantaje político, influencia insolente en posiciones clave como la Cofetel, la Cofeco y la SCT) y otra, muy distinta, la credibilidad. López Dóriga mismo encarna esa paradoja en una ecuación extraña: todo mundo ve su noticiero y escucha su programa, pero son muy pocos los que le creen.

Algo así les pasa a los curas: el que las mujeres vayan a misa no significa que acatarán en automático las prescripciones ginecológicas formuladas desde el púlpito. Pero a las derechas no se les da la comprensión de las sociedades modernas como no sea para hacer dinero y acumular poder, y por eso a veces se quedan sin entender nada de nada.

El punto es que, con el coro de mentadas de madre encima, ayer López Dóriga se fue de bruces en su propia trampa, se clavó en rebatirle a AMLO lo de la conjura posdebate y permitió que por su portería radial entrara una cuarentena de goles. O de carreras, digamos, en honor al tabasqueño, quien no hablará de corrido pero es más listo que el hambre.

Y mientras el conductor estrella de Televisa se empecinaba en demostrar que su interlocutor “mintió” en un detalle preciso ocurrido o no ocurrido hace seis años, López Obrador le repasó las maneras inmundas en que fue aprobada la “Ley Televisa”, en las postrimerías del sexenio de Fox; le recordó la vergonzosa tarea desempeñada en 2006 por la empresa televisiva como copartícipe de la guerra sucia, la distorsión de la voluntad popular, la fractura social generada y, a la postre, el fraude. Asimismo, el candidato presidencial de las izquierdas usó a conciencia su tiempo al aire para denunciar que, en el presente, Televisa ha fabricado a una marioneta presidenciable (Enrique Peña Nieto) que se cae a pedazos en cuanto abre la boca y formuló un severo cuestionamiento al doble papel de ese corporativo: beneficiaria de múltiples concesiones y, al mismo tiempo, instancia de presión y manipulación política.

Por añadidura, en poco más de diez minutos, el abanderado del Movimiento Progresista dejó en claro que la competencia real no es entre tres (o cuatro, si se concede un generoso margen a lo esperpéntico) sino entre dos: él, Andrés Manuel López Obrador, postulado por cuatro organizaciones de izquierda, y Enrique Peña Nieto, fabricado por el consorcio televisivo. Como lo expresó Víctor M. Toledo en su artículo del miércoles pasado en La Jornada, la disputa real en este proceso electoral no es entre el PAN, el PRI y la coalición del Movimiento Progresista, sino entre Televisa y Morena. Ni más ni menos.

Enredado por su afán de demostrar que el tabasqueño mentía, López Dóriga tuvo que escuchar, en silencio, las duras acusaciones contra la empresa para la que trabaja: es corresponsable del enorme daño a México causado por el desgobierno de Felipe Calderón, abusa de sus concesiones, miente, difama, manipula al poder y a la opinión pública y ahora, para colmo, pretende imponer en Los Pinos a su muñeco mexiquense.

Y como no puede trenzarse en un debate político con un aspirante presidencial, y como además no tiene forma de desmentir las acusaciones del tabasqueño, por la simple razón de que son ciertas, el locutor calló... y otorgó. Puede estar razonablemente seguro de que sus radioescuchas –que no son tontos– interpretaron su silencio de manera correcta.

Ahora que un nieto del señor Borbón y un ministro español de no sé que han puesto de moda la expresión “darse un tiro en el pie”, López Dóriga está muy fashionable.

26.4.12

A los monos, no



Matar a un animal con un arma de fuego no es una experiencia propiamente placentera. Cuando se tiene la certeza de que el bicho ha sido alcanzado por la bala o los perdigones y se acude, corriendo, al sitio donde cayó la presa, lo que se siente es un frenesí molesto: una mezcla de excitación y congoja, de sensación de poder con sentimiento arrasador de culpabilidad, de mareo ausente y de asco ilimitado, de piedad por la criatura muerta o agonizante y de amor propio henchido por el éxito.

Lo sé porque fui cazador muy precoz, instruido por mi padre, en una época virginal y primigenia en la que no se había inventado la corrección política. Con cierta frecuencia, él y sus amigos se enmontañaban o se iban a la costa, a bordo de una antigualla Dodge que ya para entonces merecía museo, unas sábanas tratadas con pintura vinílica con las cuales hacer tiendas de campaña, un par de sartenes, sal, cigarrillos a discreción, tres arpones de banda elástica, una escopeta vieja de percusión y retrocarga, una carabina .22 y un rifle Winchester del siglo antepasado al que le llamaban “El Ronco” por su bramido ensordecedor. También cargaban con la prole, que estaba constituida por tres o cuatro críos –hembras y machos–, el menor de cinco y el menor de no más de ocho.

Claro que los elefantes, búfalos y leones no estaban a nuestro alcance. Ni siquiera pudimos divisar nunca un jaguar, un puma, un cocodrilo o un venado. Liebres, iguanas, tepezcuintles y tlacuaches eran nuestras presas plebeyas, por lo que se refiere a animales terrestres, y solíamos cobrar además, en cada expedición, algunos acuáticos, como mojarras, si era en la costa, o carpas, cuando era en las montañas. Nos comíamos todo lo que cazábamos y los único bichos vedados eran los monos. Nos comíamos todo lo que cazábamos.

Con una irresponsabilidad tan minuciosa como inocente, nuestros mayores nos instruían para poner rígido el hombro en prevención del retroceso; a cargar la escopeta –pólvora, postas, taco de papel, en ese orden– y a cebarla con el fulminante, o bien a cargar los rifles con la munición correspondiente; a jalar del percutor o a poner cartucho en la recámara; a quitar el seguro del arma y sacar el dedo del gatillo y luego, a esperar, inmóviles, sosteniendo por el guardamanos el arma cargada. De veras no sé cómo lográbamos sostenerla, pero lo lográbamos. Los adultos –ahora que lo pienso, nadie calificaba realmente como tal– se alejaban unos metros del cazador bisoño, no sin antes advertirle:

–A los monos, no.

Después ya sólo era cosa de esperar a que asomara en la maleza una posible víctima, mover con sigilo el cañón en dirección a ella, alinear el punto de mira justo enmedio del alza, deslizar con sigilo el índice hacia atrás para que entrara en el guardamontes, dejar de respirar y jalar el gatillo.

Lo más extraño de todo es que los niños del grupo logramos algunos disparos certeros. Pero las más de las veces nos tocaba cerrar el pico y quedarnos inmóviles detrás de un adulto apostado y esperar la detonación. Si el disparo daba en el blanco, corríamos con el corazón en la garganta hacia donde estaba la presa, hacíamos un círculo en torno a ella y nos dejábamos embargar por esa mezcla de excitación y congoja, poder y culpa, mareo y asco, piedad y orgullo. Después, la alineábamos –o sea que le quitábamos el cuero, le sacábamos las tripasy la estacábamos–, la rostizábamos y nos la tragábamos.

Las expediciones terminaron de manera abrupta cuando yo había alcanzado los ocho o nueve. La pandilla de adultos invitó a un tipo que nunca había cazado y lo hicieron pasar por el mismo ritual de instrucción que se aplicaba a nosotros, los niños. Cuando el individuo aseguró que había comprendido todo, nos internamos un poquito en la selva y pronto escuchamos un rumor en las copas de los árboles. Luego todo sucedió muy rápido. El idiota volteó hacia arriba, vio un bulto peludo que se movía, se echó el rifle al hombro, apuntó, disparó y de inmediato se escuchó un chillido. El bulto peludo cayó despacio, rebotando de rama en rama, hasta que llegó al suelo. Nos acercamos lentamente y formamos un círculo a su derredor. Era un saraguato de gran tamaño y tenía una pelambre dorada. Yacía de espaldas, estaba vivo, tenía la respiración entrecortada y una mancha roja en el pecho, bajo el hombro izquierdo. Se incorporó a medias, tanteó el suelo cercano con el brazo derecho, asió una hoja, se limpió con ella la sangre que manaba de la herida, luego nos miró con ojos apacibles, alzó la mano hacia nosotros y nos mostró la hoja ensangrentada. Después tuvo unos estertores y se murió.

Comprendí, de golpe, el motivo por el cual los monos estaban vedados para la caza: con las otras especies la indiferencia ante el dolor era manejable, pero con los primates corríamos un alto riesgo de identificarnos con la víctima.

Por añadidura, aquel puñado de adultos –es un decir, porque el mayor de la banda no llegaba a los 30, y todos eran inmaduros a morir y estaban entrañablemente locos–, en compañía de su prole, cobró conciencia en ese instante que la cacería no es graciosa ni divertida ni placentera. No fue una decisión explícita, pero a partir de aquel día los viajes de caza no se repitieron más.

Pasados los años, ya veinteañero, tuve la curiosidad de revivir de algún modo aquellas vivencias y, en mala hora, se me ocurrió probar suerte de nuevo. En alguna ex hacienda de Morelos maté a una iguana, la cociné, me la comí, y me pusieron una regañiza que aún recuerdo con mucha vergüenza. Me quedó meridianamente claro, y para siempre que, como no sea en defensa propia o por estricta y coyuntural urgencia alimenticia, el matar a un ejemplar de otra especie dejó de tener sentido desde el tránsito de los pueblos cazadores a los recolectores; que, si bien la ingesta de proteínas animales fue fundamental en la evolución humana, no por ello hay que ejercitar los instintos primarios, habida cuenta que uno puede, si quiere, adquirir las chuletas o la barbacoa en el mercado, y que destruir un organismo por mero entretenimiento tal vez no sea un crimen –reservemos esa categoría para la liquidación de humanos o de poblaciones enteras de animales–, pero sí una vulgaridad y una gran pendejada.

Una especialidad que gozaba de cierto reconocimiento y hasta de legitimidad en círculos de vanguardia era la caza al monarca. Los descamisados franceses la practicaron en el XVIII y lograron desarrollar una gran maestría en el manejo de la guillotina. Posteriormente, en las postrimerías del XIX y principios del XX, algunos grupos de anarquistas rusos hicieron escuela con la bomba y el revólver. Pero en la era actual, afortunadamente, tales métodos son inaceptables, incluso si se recurre a ellos con el pretexto de cambiar el mundo.

Además, la especie cada vez más rara de elefantes blancos coronados –ellos se sienten humanos superiores–  encarna la paradoja de ser una plaga en extinción, acaso por su incapacidad para adaptarse a los cambios de su entorno moral y social: la prueba es que algunos de ellos se aferran, más allá del sentido común, a la práctica de la caza mayor. Para deshacerse de uno de ellos basta con apersonarse un día en su madriguera real, decirle “estás despedido” y mandarlo al carajo.




25.4.12

“Migración cero”
y falta de decoro


Es posible que la contracción del mercado laboral en Estados Unidos, sumada al reforzamiento de la frontera común y a las redadas policiales con propósito de expulsión, hayan llevado a un punto cero el flujo migratorio de mexicanos. En todo caso, parece haber un equilibrio entre el número de mexicanos que emigran a Estados Unidos y los que regesan a su país. Eso dice un informe del Pew Hispanic Center y valdría la pena cotejar ese dato aislado, a fin de validarlo, con estudios demográficos en ambos lados de la demarcación binacional.

Raudo y veloz, Felipe Calderón se apropió del dato y lo adaptó a su injustificada complacencia: si la migración se redujo a cero, dijo, es “porque estamos creando oportunidades de empleo en México, oportunidades de formación y de educación para los jóvenes, servicios de salud y del cuidado de salud para toda la nación, menos restricciones para negocios” y porque hay “mejoras en la aplicación de la ley”.

La mentira es escandalosa: en el curso del calderonato la tasa real de desempleo se ha elevado (dato de la UNAM), hasta el 15.4 por ciento de la PEA (lo que significa que ocho millones 700 mil personas están sin trabajo), las personas en situación de pobreza han pasado de 45 a 60 millones (dato del ITESM), el pib per cápita se ha contraído 0.48 por ciento cada año y el poder adquisitivo del salario ha experimentado una pérdida de 42 por ciento en lo que va de esta administración.

Los logros en salud y educación, suponiendo que hubiera alguno atribuible al gobierno de Calderón, tampoco podrían explicar, por sí mismos, la posible reducción a cero del flujo migratorio porque éste no se compone de estudiantes que vayan a a Harvard o a Yale ni de pacientes que acudan a los hospitales de Houston sino, en su inmensa mayoría, de gente que busca escapar de la pobreza y del desempleo.

Calderón es culpable de haber llevado al país a pavorosas simas de pobreza, a una violencia descontrolada que se ha cobrado decenas de miles de vidas y a una intolerable postración de la soberanía. Tal vez sea posible llevarlo a juicio por lo segundo y por lo tercero. Ojalá, porque estos saldos no deben repetirse nunca. Otro grave perjuicio que deja su desgobierno es la consagración de la mentira como instrumento de gobierno, y en eso ha ido mucho más lejos que cualquiera de sus predecesores, de suyo mentirosos.

Las faltas graves a la verdad, cuando las perpetran los altos mandos del Estado en el ejercicio de sus funciones, causan un daño enorme en el entramado social e institucional porque inducen a ciudadanos incautos a tomar decisiones personales, laborales, profesionales, políticas o empresariales, sobre premisas falsas. Y aunque así no fuera, la jactancia por un país próspero y con la población satisfecha en todos los órdenes –implícita en las palabras de Calderón– es una burla, un agravio y una completa falta de decoro.

24.4.12

Justicia demolida



Ahora nos enteramos, en las páginas de The New York Times, que Wal-Mart soborna a funcionarios de nuestro país para que le permitan hacer lo que le dé la gana en territorio nacional. Antes, gracias a la realización de audiencias legislativas en Estados Unidos, pudimos saber que la DEA lavó dinero para un cártel mexicano y que ATF suministró armamento a la delincuencia organizada. El año antepasado se dieron a conocer documentos judiciales del país vecino del norte que revelaban la existencia de una corrupción de clase mundial en el seno de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que involucraba a altos directivos de esa paraestatal. Por norma, la Procuraduría General de la República, la Secretaría de la Función Pública y otras instancias nacionales encargadas de procurar justicia, de combatir la corrupción y fiscalizar a los funcionarios, se enteran de esos y de otros escándalos por los medios, se desperezan, se frotan los ojos, anuncian que van a hacer algo y de vez en cuando redactan un oficio o hasta inician una averiguación previa.

Desde luego, hay otras formas de destruir, por acción o por omisión, la soberanía nacional en materia de procuración e impartición de justicia. El caso de Florence Cassez salió del ámbito de los tribunales nacionales gracias a las payasadas mediáticas de Genaro García Luna. Muchos activistas sociales, defensores de derechos humanos o simples víctimas del atropello y la prepotencia han debido hallar justicia en instancias internacionales. Por lo demás, estos últimos desgobiernos federales han tenido el gatillo fácil en materia de extradiciones. Hoy hasta parece normal que un presunto delincuente mexicano, que cometió supuestos delitos en territorio nacional, sea automáticamente arrojado al norte del Río Bravo en extradición exprés. Los gobernantes han tenido incluso el descaro de justificar tales actos argumentando que las cárceles del país, administradas por ellos, carecen de las condiciones de seguridad adecuadas, o que, como hay mucha corrupción, no vaya a ser que el preso se escape. Y por si no faltara, Felipe Calderón suele desahogar la frustración por los fracasos de sus policías y fiscales con exabruptos berlusconianos orientados a descalificar a los jueces y al poder judicial en su conjunto. “Yo detengo a los delincuentes pero los jueces los dejan libres”, ha dicho Calderón varias veces, sin mencionar que en muchos de esos casos no había pruebas suficientes para sentenciar a los acusados, o ni siquiera para procesar a los presentados, o bien que se trataba de culpables fabricados con los tradicionales métodos canallescos e ilegales del repertorio policial.

Junto con la propiedad pública, las instancias de bienestar social, el arbitrio del Estado, el control del territorio y las tareas de inteligencia, la procuración y la impartición de justicia han sido víctimas del trabajo de demolición institucional practicado en forma sistemática en el periodo Salinas-Calderón. Si creen que Peña Nieto puede ser diferente, acuérdense –botones de muestra– de la impunidad para los policías violadores de Atenco, la epidemia de feminicidios en el Estado de México y los casos de Paulette y de El Coqueto.

En el caso de la procuración y la impartición de justicia la soberanía nacional ha sido también avasallada y se ha abdicado a la potestad de México para prevenir, investigar, procesar y sancionar el delito. Se necesita mucha fe ciega en los milagros para suponer que un Estado sin capacidad ni órganos adecuados para descubrir, imputar y castigar ilícitos, y que delega esas tareas en la institucionalidad de otras naciones, puede ganarle la guerra a la delincuencia. Si la sociedad no opta por desechar este modelo, el país irá directo a la extinción de la autoridad y a la entronización de una ley única: la de la jungla.

23.4.12

De Peña para EU


Vaya, pues: así que el escurridizo Peña Nieto es “el más interesado” en discutir con sus adversarios, y si no los ha convocado a un debate en la sala de su casa es porque no sabe cómo localizarlos.

Aparte de esa mentira, gorda y jugosa como cucaracha del trópico, en la entrevista del abanderado priísta con Univisión –con un entrevistador complaciente: León Krauze– fue perceptible la zalamería hacia Washington. “Quiero con Obama o quiero con Romney” podría sintetizarse: todo irá bien entre los dos países –comercio, migración–, gane quien gane en la elección de noviembre en Estados Unidos, y con la sola condición de que él, Peña, se alce con el triunfo en México cinco meses antes.

En materia de seguridad, combate antidrogas y lo demás, tomen lo que gusten, e incluso más cooperación que la que ha habido con Calderón, y nada de despenalización de las drogas.

Los antecedentes del mexiquense indican que es un hombre conservador, ortodoxo y autoritario, y no hay de que sorprenderse si ahora se dice dispuesto a continuar el entreguismo calderonista –el michoacano también asegura que respeta la soberanía– en materia de seguridad. Y aunque no lo estuviera, uno de los telones de fondo de la conversación es la frase con la que Hillary Clinton habría resumido, en julio del año pasado, su sentir con respecto a Peña Nieto: “over my dead body”.

Uno piensa que la señora no tiene el menor derecho a decir eso que dicen que dijo y que si muere de un berrinche por algo que ocurre en México, muy su problema. Pero tal vez Peña no piense así y concluya que más vale quedar bien con las autoridades del país vecino, las cuales, también se ha dicho, preferirían ver en Los Pinos a Josefina Vázquez Mota.

Si Peña creyera en la pertinencia de las decisiones soberanas y en la abrumadora ventaja que le atribuyen las encuestas orgánicas, correría a ponerse una camiseta de Pancho Villa, asumiría de inmediato un discurso nacionalista y hasta con ribetes antiyanquis. Con eso consolidaría una ventaja irremontable sobre Vézquez Mota y, de paso, le desbarataría la campaña a López Obrador, el único de los tres que aún hace referencia al asunto de la soberanía.

Pero Peña Nieto no tiene las cosas muy claras en materia de autodeterminación e independencia y tal vez no esté muy convencido de esos porcentajes suculentos que GEA-ISA y otras por el estilo le hacen llegar todas las mañanas a su mesa del desayuno y que son tan veraces como esa súbita postura: “me muero por debatir”.

19.4.12

Elogio de la jaula



La afirmación parece obvia y baladí, pero tal vez no lo sea tanto: para hacer lo que te dé la gana necesitas de un espacio y un tiempo precisos y definidos. Quiere el lugar común que el acto creativo se asocie en automático a libertad pero pocas veces se tiene en mente que su ejercicio obliga a someterse a toda suerte de  disciplinas, reglas y limitaciones, y esto vale tanto para el diseñador de aviones como para la coreógrafa; para la pintora, lo mismo que para el cineasta; para el actor, para la violinista, para el poeta y para el programador –habida cuenta que algunos sitios y programas son poesía pura.

La primera vez que este asunto se me vino a la cabeza estaba trenzado en una discusión, precisamente, con un programador: yo le exigía una página de Internet que hiciera monería y media, él afirmaba que mis peticiones eran imposibles y argumentaba que el HTML era un conjunto de instrucciones muy deficiente y limitado. La inspiración vino en mi ayuda y le espeté:

–Imagínate que tienes que decir cualquier cosa en 80 sílabas; ¿Te sentirías limitado?

–Pues supongo que sí. ¿Pero eso, a qué viene? –se puso en guardia.

Le expliqué entonces las bases preceptivas de la décima espinela: diez versos de ocho sílabas cada uno y, para rematarla, con un rígido esquema de rimas ABBAACCDDC. Esa estrofa, que toma su apellido del de Vicente Espinel, que la cultivó en el XVI, ha sido exhaustivamente explotada, en lo sucesivo, tanto por poetas cultos como por trovadores populares por toda la inmensidad de las tierras iberoamericanas; se ha fundido con expresiones de la cultura popular del Golfo de México y del Caribe, de la pampa y de los Andes; se ha usado para satirizar al prójimo, para expresar amor a Dios, para celebrar los placeres de la carne, para cantar gestas históricas y hasta para hacer referencia a la propia décima, como ésta, perteneciente a la tradición popular peruana y recopilada por Nicomedes Santa Cruz, músico y decimero enorme:

De fácil composición
una décima parece
y por eso se apetece
para cualquiera función:
pero en la distribución
del pensamiento adoptado,
su mérito está fincado
en que, sin ningún estorbo,
concluya el último sorbo
con el último bocado.

Claro que parece “de fácil composición”, pero hay que sudar un buen rato para que el pensamiento se habitúe a fluir en los rígidos cauces de su modelo y en sus exigencias formales. Y se requiere de horas y horas de práctica para que lo que se desea decir termine exactamente en las sílabas 79 y 80, y que éstas rimen con las 55 y 56, con una precisión análoga a la que une las manos del trapecista con el palo del trapecio porque, si no se aferra a él en el instante preciso, el artista se rompe la madre.

La creación exige sometimiento a la dictadura del tiempo –y a la del tempo– porque el palo del trapecio sólo estará al alcance de la mano durante una precisa fracción de segundo, porque hay un problema acuciante que espera una solución técnica, porque la función ha de empezar en el horario programado, porque el editor no estará toda la vida esperando tus relatos, porque en la pintura al fresco la humedad del yeso no debe evaporarse antes de ser impregnada con pigmentos, porque cada nota de una sinfonía debe caer sin adelanto ni retraso en el instante que le corresponde.

La creación ha de doblar la cerviz también ante los límites del espacio porque la superficie del lienzo no admite añadidos posteriores, el diseño de una computadora parte de especificaciones máximas de volumen, la novela no puede desarrollarse en una sola página –ni extenderse a lo largo de cien mil–, la escultura no ha de exceder las dimensiones del bloque de mármol en que va a tallarse, la obra de teatro no puede salir del escenario definido como tal, llevándose tras de ella a los espectadores y a los equipos de iluminación, e irse de día de campo.

Lo que en un flautista, una bailarina o un poeta parece ejercicio de absoluta libertad es, en realidad, la expresión de innumerables sesiones de entrenamiento y ensayo, de doblegar los impulsos naturales a la entropía del cuerpo y las ideas, de ejercitar facultades que no necesariamente están a la vista en el momento en que se exhibe el resultado. El trabajo del cómico y del payaso, que parece tan espontáneo, requiere de una meticulosa preparación ante el espejo y de una cuidadosa destilación de gestos, movimientos o palabras.

Más aun: para que eso que se tiene en la cabeza tome cuerpo en la realidad es necesario delimitar en forma escrupulosa los medios, los materiales y las herramientas para realizarlo: la gama de colores, el universo semántico, el tipo de movimientos, los instrumentos musicales que entrarán en juego, el número y la forma de marionetas que aparecerán en el teatrino, el tema y el marco teórico de un ensayo, los individuos o los motores que moverán los escenarios, la colección de instrumentos a emplear en la intervención quirúrgica.

La verdadera libertad creativa consiste en la facultad de escoger la jaula más adecuada, en conocerla centímetro a centímetro y en fundirse con ella hasta que parezca que ha dejado de existir.

Para muchas personas la admiración profana de esa engañosa libertad del arte va acompañada de una mirada despectiva que presupone la facilidad. Pónganlas ante un cuadro de Paul Klee y afirmarán: “Mi hija de seis años puede pintar eso”. Y no. Detrás de lo que expone un verdadero y buen creador hay un aprendizaje de sí mismo –sus capacidades y sus ineptitudes– y la asimilación de múltiples elementos externos y una ardua disciplina que no tiene nada que ver con la bohemia.

Hay cierta tendencia, además, a abominar de la constricción y de la represión que demanda el acto creativo, acaso por la sistemática exaltación actual de lo espontáneo. A saber en qué momento de la cultura de masas tuvo lugar esa cruza vulgar de Buda y de Rousseau; lo cierto es que hoy el producto pulula y se asoma desde gargantas que se sienten dueñas de la profundidad del pensamiento (aunque no por eso sean gargantas profundas) y recomiendan: “fluye”. En todo caso, mi compañero de trabajo, el programador, tuvo en cuenta mi observación y a la postre le salió un sitio web maravilloso. Pero de eso hace ya años.

Parece obvio y baladí, decía al principio, y además, es un asunto conocido y trillado. Ya Aristóteles lo expuso hace dos milenios y medio, con meridiana claridad, y en forma implacable, en su Poética  –las denominadas unidades aristotélicas: de acción, de lugar y de tiempo–, y el principio general sigue siendo válido. De algún modo, lo es no sólo para la creación de lo que sea, sino para la vida en general. A fin de cuentas, nadie en su sano juicio pensará en prohibirte que orines, pero no por ello vas a orinar sobre el altar mayor.

Y si es para la vida en general, benditos sean sus límites de espacio y tiempo (nuestra jaula existencial) porque sin ellos uno andaría postergando para la próxima eternidad el amor, el odio, la creación, la compasión, la risa y la ternura.

17.4.12

Gobierno de cárteles


El 12 de agosto de 2009 Felipe Calderón Hinojosa fue informado de la red de corrupción que operaba en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), de la que el ex director de Operaciones de la paraestatal, Néstor Moreno, hoy imputado de enriquecimiento ilícito, es hasta ahora la única parte visible. De acuerdo con la nota de Patricia Muñoz Ríos publicada ayer en la página 5 de La Jornada, la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados recabó información que prueba la existencia en la CFE de un verdadero “cártel de la electricidad”, formado por varios funcionarios, que se encarga de “ejecutar, simular y encubrir toda una cadena delictiva... desde la preparación de las bases de licitación (donde) se busca dirigirlas hacia un grupo empresarial determinado, en el que participa en la elaboración de dichas bases... hasta quien califica o descalifica las propuestas”.

Algunas de las más dudosas adjudicaciones otorgadas bajo este esquema han privilegiado a Iberdrola y a Repsol. Esta última ha sido beneficiaria sistemática del calderonato a costa del patrimonio nacional, del bienestar y la seguridad de la gente y de la soberanía misma del país. Para proteger a esa transnacional se ha ordenado la inversión ruinosa de dineros de Pemex, se ha inflado las facturas de la CFE para absorber los altos precios de la electricidad comprada a Repsol, se ha paralizado la operación de hidroeléctricas... Hace unos días, el propio Calderón, instigado por Mariano Rajoy, ensayó en Argentina una pataleta contra “las expropiaciones”, con el telón de fondo de la inminente nacionalización parcial de Repsol por la presidenta argentina, Cristina Fernández.

Otro aspecto significativo de la información comentada es que el gobernante mantuvo a Néstor Moreno como responsable de administrar los bienes de la extinta Luz y Fuerza del Centro (LFC), de los cuales “nunca se hizo un inventario ni se dio cuenta del destino de vehículos, material, equipo, dinero y hasta pertenencias de trabajadores”. En tanto la administración actual no exhiba en forma transparente y puntual qué hizo con las propiedades de LFC, hay motivos justificados para suponer que los miembros del equipo gobernante, coordinados en ese “cártel de la electricidad” se robaron y se distribuyeron entre ellos los activos de toda una paraestatal. ¿Investigados, imputados, sancionados por ese saqueo monumental? Ni uno, hasta la fecha.

Por lo demás, hay indicios suficientes para pensar que esa delincuencia organizada que opera en la CFE se replica en otros sectores. Debe existir, por ejemplo, un “cártel del petróleo”, como pudo deducirse, en su momento, del trapicheo de contratos en los que se encontraba involucrado el extinto Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación y favorito de Calderón.

Hay sobradas razones, asimismo, para ver, en el obsequioso desempeño oficial para con Televisa y en la saña con la que este gobierno pretende impedir el resurgimiento de Mexicana, la operación de un “cártel de las telecomunicaciones” incrustado en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Están a la luz los pactos ilegales por los que Calderón entregó varios puestos clave de su gobierno a la cúpula charra que controla el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, así como los montos astronómicos sacados del erario y entregados a Elba Esther Gordillo: puede hablarse, por ello, de la existencia de un “cártel de la educación”. Y así, por el estilo, en otros rubros.

Todo ello, sin referirse a “la otra” delincuencia, la que en el curso de este sexenio catastrófico ha sido meticulosamente fortalecida por la “guerra contra la delincuencia” que proclamó el michoacano desde los primeros momentos de su presidencia usurpada.

Tendría que bastar con estos datos para entender que el supuesto compromiso de Calderón “contra” la delincuencia es mera ficción. Lo delictivo es origen, condición y esencia de su ejercicio del poder.

16.4.12

27 razones para
votar por AMLO



                                   
  1. Porque México debe volver a ser un país para vivir y no un territorio para morir

  2. Porque necesitamos un cambio verdadero, y no más de lo mismo

  3. Porque paz no quiere decir guerra, prosperidad no significa miseria y honestidad es lo contrario que robar

  4. Porque representa un proyecto de nación y sus adversarios, un plan de negocios

  5. Por la memoria de tus abuelos, por la dignidad de tus hermanos y por el bienestar de tus nietos

  6. Porque nos merecemos la primavera

  7. Porque estás hart@ del atropello, el saqueo, la mentira, la prepotencia y el cinismo

  8. Porque quieres que termine la larga pesadilla Salinas-Calderón

  9. Porque no quieres ser cómplice de la degradación nacional

  10. Porque estás llen@ de indignación, de amor y de esperanza

  11. Porque te duelen la violencia, la pobreza, la corrupción, la impunidad y el sometimiento

  12. Porque Pemex es tuyo y quieres que siga siendo tuyo

  13. Porque crees que la soberanía debe dimanar del pueblo (Artículo 34 de la Constitución) y no de la televisión

  14.  Porque no quieres más mafias, cárteles ni poderes fácticos

  15. Porque te han robado el empleo, la seguridad, la salud, la educación y la cultura

  16. Porque quieres sentir orgullo y no vergüenza

  17. Porque los grandes corporativos se han quedado con todos los derechos y a ti te han dejado sólo las obligaciones

  18. Porque te aumentan el IVA y la gasolina, pero les perdona los impuestos a un puñado de empresarios

  19. Porque distingues entre el que sabe gobernar y los que saben robar

  20. Porque no quieres más Tlatelolcos, más Acteales, más Atencos ni más Lomas de Salvárcar

  21. Porque en él coinciden tus intereses legítimos y tus principios irrenunciables

  22. Porque prefieres la colaboración fructífera a la competencia despiadada

  23. Porque sabes que una nación de muchos no puede ser sólo para unos cuántos

  24. Porque un conglomerado humano que explota y abandona a sus integrantes más débiles es moralmente insostenible

  25. Porque no quieres resignarte ni verte reducid@ a la impotencia

  26. Por ti, por mí, por tod@s, por quienes ya se fueron y por quienes aún no han nacido

  27. Porque con él está lo mejor del pasado, lo bueno del presente y todo el futuro.

13.4.12

Encuesta mínima


¿Qué quiso decir Josefina Vázquez Mota cuando afirmó que en las elecciones de julio están en juego “nuestra propia vida y la vida de nuestros hijos y la de los hijos de nuestros hijos”?

  1. Que si gana el PRI, Peña Nieto ordenará su asesinato y el de toda su descendencia.
  2. Que si gana AMLO, ella se cortará las venas y envenenará a sus hijas.
  3. Que si gana ella, continuará la política de Felipe Calderón y moriremos todos.

12.4.12

Y todo, por los perros
de Nueva Macedonia


La idea la tuvo el que me contó esta historia: el alcalde de Nueva Macedonia, una localidad sin más gracia que la de tener el mayor índice de perros por habitante (1.7) en todo el continente americano. Los cánidos no habían pasado de ser una simple molestia hasta que se declaró la primera epidemia de fiebre tifoidea, causada por la fecalización al aire libre de estos animales, la sequía y los fuertes vientos que soplaron por esa época sobre el valle. Se calcula que mil 300 de los 28 mil neomacedonios consignados en el registro civil enfermaron en el lapso de una semana y que 79 de ellos se fueron a la tumba, no porque se tratara de un padecimiento grave ni mortal sino porque los centros de salud del lugar no estaban preparados para enfrentar el brote masivo.

El gobierno central no respondió ni bien ni mal a los pedidos de auxilio de las autoridades locales y de la población. El alcalde, un veterinario de apellido Cabanillas, hubo de desviar la casi totalidad del presupuesto municipal de ese año a la compra de antibióticos y otros medicamentos y, dada la emergencia, convocó al pueblo a una gran asamblea, que tuvo lugar en el mercado, para exponer su plan de emergencia.

–Tendremos que sacrificar a los perros –anunció de manera escueta a los presentes, muchos de ellos vestidos de riguroso negro por la reciente pérdida de un familiar–. Son ellos o nosotros.

Pero los neomacedonios se caracterizan por su amor a las mascotas, así las dejen abandonadas a su suerte en las calles, y Cabanillas tuvo una clamorosa rechifla por respuesta. Los asistentes que estaban sentados se pusieron de pie, los que estaban de pie dieron media vuelta y en un tris la nave del mercado se vació. La población de Nueva Macedonia repudió de esa forma inequívoca la propuesta de canicidio expuesta por su máxima autoridad.

Deprimido y confundido, Cabanillas se marchó a su casa, saludó con un gruñido a su mujer y a sus hijos, echó a andar la computadora, se metió a Internet y se puso a buscar las expresiones “proliferación canina” y “fecalismo al aire libre”. Halló, entre otras cosas, el Método Mac Clean, “que consiste en la combinación de técnicas de reiki, masajes, hidroterapia, paseos al aire libre y juegos” para lograr que los perros abandonados socialicen. Se perdió entre diagramas, tablas y cifras espantosas, como la producción diaria de heces caninas de la capital mexicana: 625 toneladas, parte de las cuales se sublima (el verbo viene de la física, no de la poesía) a la de por sí ponzoñosa atmósfera del Anáhuac. Descubrió que las deposiciones de los perros en los parques de Quito es motivo de sesudos estudios universitarios y de programas concebidos por dependencias públicas y organismos internacionales.




Abrumado por la complejidad del problema que enfrentaba su pequeña ciudad, el munícipe apagó la máquina, se sirvió un vaso de ron derecho, tomó del estante un manojo de revistas viejas a las que se les caían las páginas de tanto ser leídas y releídas, y se puso a ojearlas con desgano, tumbado bajo las aspas del ventilador, de tal manera que la ráfaga de aire hizo voltear las hojas de una de las publicaciones y la dejó abierta al azar entre las manos del alcalde, ahorrándole incluso el trabajo de escoger la lectura. Ante los ojos de Cabanillas apareció un encabezado que rezaba: “Compañía de Estados Unidos lanza al mercado gatos que no causan alergia”. El interés del funcionario se encendió de inmediato porque pensó: ya inventaron las naranjas sin semilla; ya fabrican gatos que no dan alergia; ya están vendiendo rosas azules y en un rato más les van a poner genes de araña a los cerdos para que nazcan con ocho patas y se pueda duplicar de golpe la producción de jamones. ¿Por qué no han fabricado perros transgénicos que no hagan caca?

Frenético por el foco que se acababa de encender en su cabeza, el alcalde salió, abordó su vehículo, lo echó a andar y se puso en camino hacia Norebamba, la cabecera departamental.

No volvió a su casa sino cinco días después. En ese lapso logró entrevistarse con el jefe del Departamento de Genética de la Universidad de Norebamba. Lo engatusó a tal punto con su idea alocada que el hombre hizo llamadas a colegas suyos de la capital de la república, y éstos, a investigadores destacados del extranjero. La idea prendió como pólvora en las divisiones de planificación de un par de empresas de transgénicos, en donde vieron no la posbilidad de poner fin a la fecalidad canina en un pueblo latinoamericano perdido, sino de amasar fortunas con la venta de especies domésticas hiperdigestivas, capaces de aprovechar el 90 o el 95 por ciento de la masa alimenticia ingerida, así como mascotas que podrían ahorrar a sus propietarios el gasto y el asco derivados del manejo de las heces.

Un año más tarde, Nueva Macedonia seguía hundida en mierda de perro. Cabanillas terminó su periodo y no logró reelegirse. La epidemia de fiebre tifoidea había puesto fin a su carrera política y el hombre vendió sus propiedades y se mudó, junto con su familia, a Norebamba, en donde puso un consultorio veterinario. Hasta su local llegó una publicación que reseñaba los avances logrados por las dos empresas que originalmente se interesaron en su proyecto, ambas con posición de dominancia en el mercado de transgénicos: habían logrado crear unos cuantos especímenes de cánidos hiperdigestivos e hipofecales que comían una vez por semana y producían caquitas del tamaño de una píldora, pero que resultaban muy propensos a padecer ictericia y a sufrir choques sépticos.

Ambos consorcios tuvieron que invertir decenas de millones para superar esos problemas y a la postre consiguieron crear, con semanas de diferencia, algunas decenas de ejemplares de dos nuevas razas –los productos fueron denominados, respectivamente, Rottweiler LFP y Shitless– que fueron otorgados, en préstamo, a amos temporales que firmaron cartas-compromiso y asistieron a algunas sesiones de evaluación. Pero algo marchó mal porque, hasta la fecha, ni el Rottweiler LFP (abreviatura, al parecer, de “Low Fecal Production”) ni el Shitless han sido comercializados en forma masiva.

Conocí a Cabanillas en la sala de espera de un aeropuerto semivacío. Parece ser que nos caímos simpáticos, hicimos plática casual y ya fue que me contó esta historia. Cuando estaba por terminarla, en los altavoces de la sala sonó un anuncio (“Pasajeros con destino a...”), el hombre lo escuchó, se puso de pie y me tendió la mano para despedirse.

–Espérese un ratito –le dije, irguiéndome a mi vez, con  angustia de perderme el fin del relato–. ¿Y qué fue lo que falló con esos perros afecales?

Cabanillas alzó las cejas con tristeza, bajó la voz y, mientras se encaminaba a la fila para abordar, me confió:

–Lo de la ictericia y los choques sépticos lo resolvieron , pero nunca pudieron con otra consecuencia inesperada de la manipulación genética.

–¿Cuál? –supliqué.

–Los perros modificados... lloraban.

–¿Cómo así?

–Pues eso: les daba por llorar. Como lloramos usted y yo: con sollozos, lágrimas, respiración entrecortada, contracciones faciales. Usted sabe... Y ningún comprador iba a a querer una mascota que le rompiera el corazón de esa manera. En fin. Ha sido un gusto conocerlo.

Y Cabanillas se metió al túnel que llevaba a su avión, y eso fue todo.


10.4.12

Peña Nieto y Zapata


En el libro de Enrique Peña Nieto México: la gran esperanza, Un Estado Eficaz para una democracia de resultados no hay un capítulo (tiene ocho) específicamente dedicado al campo. El tema agrario es mencionado en el capítulo 3, “Acelerar el crecimiento económico sustentable”, apartado VI, “Reactivar el campo”, y en el 5, “Un México sin pobreza”, en donde se le dedica el apartado V: “Combatir la pobreza dura: la dispersión y el aislamiento rural”. Tres páginas y media, de un total de 212, para hablar de –en el propio texto se cita la cifra– cerca de 25 millones de mexicanos que viven en y del campo.

En el primero de esos apartados no hay propuestas, sino promesas: pensionar a los campesinos, “impulsar la penetración de servicios financieros en las comunidades rurales”, convertir las tiendas de abarrotes en “corresponsales bancarios”, “focalizar los subsidios gubernamentales a los pequeñios productores con menos recursos”, hacer más “eficiente y competitivo” al sector agroalimentario, promover el uso eficiente del agua.

En el segundo se propone “ofrecer a la población actualmente aislada de los centros de servicios la oportunidad de acceder a ellos a través de la creación de nuevos asentamientos rurales que reúnan a las familias hoy dispersas. En estas comunidades será posible llevar al campo los beneficios asociados a la urbanización y a la expansión de las clases medias, como los servicios de agua y drenaje, hospitales con equipo y recursos humanos suficientes y escuelas equipadas y conectadas a internet”.

Dicho de manera simple: sacar a los campesinos de sus lugares ancestrales de vivienda, reubicarlos para que se vuelvan visitantes de centros comerciales y que dejen de ser campesinos.

¿Con qué cara homenajea a Emiliano Zapata?

Un ejercicio interesante para este 10 de abril es comparar lo que se dice sobre el campo en el libro de Peña Nieto con las 24 páginas del capítulo “El campo y la soberanía alimentaria” del Proyecto Alternativo de Nación elaborado por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).  

Peña Nieto y Cernuda


El primer tropiezo grave en el afán de Enrique Peña Nieto por instalarse como presidente de la república fue, con todo y su simbolismo, la falta de memoria: de acuerdo con documentos videográficos, el candidato priísta no recuerda el nombre de la enfermedad que provocó la muerte a su primera esposa, no puede acordarse de los títulos de tres libros, no logra precisar si es candidato o precandidato y no consigue memorizar siete palabras protocolarias sin ayuda del teleprompter. Esta poderosa aptitud para el olvido fue captada por Cecilia Sotres, con la agudeza que le sobra al teatro y le falta al análisis político, en su construcción del personaje central en “Directo al despeñanieto (Fiesten)”, que aún está en cartelera en el teatro bar El Vicio.

Esta limitación personal del candidato, la misma que le ha valido el escarnio generalizado de la opinión pública, es, proyectada hacia el resto del país, la principal apuesta de su partido (y de los intereses corporativos que representa) para poner fin a la fase panista en el ejercicio duopólico del poder presidencial. La vuelta del logotipo tricolor a Los Pinos requiere de una sociedad capaz de olvidar por qué ese mismo emblema perdió la elección en 2000, que no pueda acordarse de tres textos de historia leídos en la Primaria, que no sepa si es economía emergente o país tercermundista y que no logre hilvanar siete pensamientos sin ayuda de la pantalla chica, Deus ex machina del propio Peña Nieto.

Que “penas y dichas no sean más que nombres”, reza, en coincidencia con el poema de Luis Cernuda, la estrategia priísta para esta temporada: olviden, mexicanos, el 18 de marzo y demás fechas venturosas; olvídense del 2 de Octubre, del 10 de Junio, del 9 de febrero y otros días de la ignominia; borren de su memoria los sexenios completos de De la Madrid, de Salinas y de Zedillo. Borren de su memoria las violaciones de Estado perpetradas en mayo de 2006 por las fuerzas policiales de Fox y de Peña Nieto; extirpen el recuerdo de las inundaciones anuales en el oriente del Valle de México y de las también anuales promesas de resolverlas “de manera definitiva”; dejen de tener presente la gráfica rampante de feminicidios en la entidad, los números de la marginación social, las cifras del dispendio, las fotos de obra pública abandonada antes del término, la humillación del canje de sufragios por despensas, el nombre de una niña que se llamó Paulette, la simulación, la impunidad y la connivencia funcional y utilitaria con estamentos delictivos.

Perdida la dictadura perfecta quedaba, cuando menos, la candidatura perfecta, basada en un cascarón bonito en el que cabe toda suerte de promesas y “compromisos”, así sean disparatados y mutuamente excluyentes; fundada en la tecnología de la persistencia machacona enunciada por Goebbels y cimentada, también, en el tremendo poder de la ausencia: como ocurre con los difuntos, se tiende a perdonar, olvidar o cuando menos atenuar, las miserias de los que no están. Si a eso se agrega la bacanal de corrupción y sangre del último quinquenio, que por contraste –y a una década de distancia–, hacen aparecer como inmaculadas y apacibles a las administraciones priístas anteriores, el triunfo de la desmemoria parecía asegurado mediante una victoria electoral del olvidadizo.

Pero, aunque las casas encuestadoras oficiales mantienen la versión de una tendencia ganadora pétrea, inmune a resbalones y caídas estrepitosas en el ridículo y la inconsecuencia (y por lo tanto, poco creíble), la máscara sigue sufriendo abolladuras en forma irremediable. La más reciente es la entrevista en Telemundo del domingo pasado, en la que Peña Nieto pierde manifiestamente el control y monta en cólera cuando José Díaz-Balart le pregunta –capciosa, pero habitual en los noticieros gringos– si el tema de los hijos fuera de matrimonio son relevantes para los votantes de México. El video pone de manifiesto que una de las reacciones posibles del ex gobernador mexiquiense ante situaciones difíciles, además del olvido de datos sustantivos, es la embestida colérica y ésta remite, de manera inevitable, a arrebatos de ira como los que experimentaban, con consecuencias por lo general funestas, algunos destacados tlatoanis del priísmo.

Es probable que, expuesto a las inclemencias de la campaña, la imagen de la candidatura perfecta siga experimentado tropiezos de ese calibre, o peores. Por lo pronto, el triunfo de Peña Nieto sólo es posible en un país –diría Cernuda– “donde habite el olvido”.

5.4.12

Carta a Jesús de Nazaret



Líbrate del martirio, buen hombre. Corre por tu vida, piérdete entre los olivos, ponte a resguardo de la turba de fariseos y saduceos que viene a prenderte. No tropieces con el espejismo de la voluntad de tu Padre: esta vida es lo que hay y fuera de ella todo es oscuro.


Has escuchado voces en tu interior; has imaginado escenas en las que apareces sentado a la diestra del Creador del Universo en un sitio brillante, suave y dichoso. Son las tentaciones de la nada: son voces de las sirenas de Tánatos y de Mors, las inercias de la entropía que impulsa el desorden de lo ordenado, la desintegración de lo integral, el desvanecimiento de la luz. No les hagas caso. Tienes huesos, carne, lengua, corazón y sangre. Lo demás es incierto.


Mañana será demasiado tarde. Escabúllete ahora, buen hombre. Tienes por delante muchos años para ser carpintero apacible o profeta tremendo. Tienes ante ti el aroma de las hierbas, la atención arrobada de tus seguidores, el pensamiento torturado, el abrigo de las telas bastas, los muslos milagrosos de Magdalena. Ella y tú son fecundos: funda una estirpe de artesanos o de reyes, concédete la gloria de acariciar la cabeza de tus hijos, que serán reales y corpóreos.


Ahórranos, buen hombre, las conjuras, los martirios, la entronización imperial de tu nombre.  Si te dejas conducir al matadero terminarás convertido en una de esas deidades sedientas de venganza y sangre: un nuevo Baal, un Huitzilopochtli mediterráneo. Ahórranos la persecución de los tuyos en las catacumbas, las Cruzadas y las guerras devastadoras contra los herejes. Líbranos del Santo Oficio y del asado de brujas. Escapa de la cruz y evítanos la hoguera, el tormento, el desmembramiento para los idólatras. No permitas que en tu nombre los gentiles derramen sangre de judíos, que los cristianos decapiten a los moros, que los españoles marquen a fuego a los indios, que los cristianos renacidos arrasen países y lancen bombas atómicas sobre pueblos inermes, que los asesinos y los ladrones beban de tu sangre y coman el símbolo de tu carne para sentirse reconfortados de sus crímenes. Los clavos que están a punto de lastimarte nos van a costar carísimo.


La intrínseca bondad del alma humana es anterior a ti: esta especie es gregaria y su supervivencia no depende tanto del triunfo del más fuerte sino de que sus especímenes cooperen entre sí. El amor tiene un fuego perenne y no te requiere para enfrentarse a la frialdad del odio. La compasión no te necesita. Y sin embargo, la ley del más fuerte ha sido impuesta y lo seguirá siendo en tu nombre o sin él. Para qué te involucras en eso.


Si mueres ahora, tus seguidores borrarán de la historia a los bondadosos, a los amorosos y a los piadosos que te precedieron para que nadie ni nada haga sombra a tu esplendor de difunto. Por ti, por ellos y por todos, huye de la cruz. Tu pasión no va a fructificar en una exaltación de la vida; será, por el contrario, celebración lóbrega de la muerte, porque ésta engendra más muerte y la tuya no escapará a la regla. Más allá de los íconos no hay Más Allá.


Durante tres años has predicado el bien, el amor y el perdón, y con eso deberías darte por satisfecho. Permite que madure la cosecha de tu siembra; confía en aquellos a quienes dirigiste la palabra y cuya piel tocaste con tu piel; deja que los agraciados por tus sanaciones canten y alaben tu poder, te admiren sin venerarte, te quieran sin adoración y sigan tus pasos sin que el camino los conduzca al martirio. Multiplícate en ellos y en una hermosa prole que cultive los campos ariscos de tu tierra, fabrique naves de comercio y de pesca, estudie los misterios de la Torá, defienda a tu gente de cuantas amenazas y opresiones se ciernen sobre ella.


Hijo del Hombre, aférrate a la vida. Hijo de Dios, líbrate de la soberbia. Ten fe en que los pastores buenos de tu fe hallarán por sí mismos  parábolas menos devastadoras que el tormento y la destrucción de la carne para aliviar con la palabra los males del mundo.


Pero no te regales a Roma. No le obsequies al Imperio el pendón espiritual que necesita para reinventar su dominio. No induzcas a Pedro a fundar una iglesia que tendrá aciertos humanos pero que acabará dominada por pontífices envenenadores y violadores de sus propias hijas, por cardenales forrados de oro, por funcionarios aferrados a sus cotos de poder terrenal, por banqueros vaticanos que lavarán dinero y lo invertirán en fábricas de armamento. No contribuyas, con tu muerte violenta, a entronizar la idolatría y el fetichismo, de los cuales abominas, ni la superstición y la charlatanería. Si te dejas clavar en ese madero, antes incluso de que los buitres te devoren, o antes de que tus mujeres amadas consigan recuperar tu cuerpo, vendrán los mercaderes a reducir tu cruz a astillas –pobres pedazos de madera remojados en sangre– que serán vendidas por sumas desmesuradas y presentadas como generadoras de milagros, y los milagros son mentira.


No llegues hasta el Sanedrín, buen hombre, no te dejes conducir al Gólgota. Predica la buena nueva pero no pretendas que ésta transite por tu homicidio atroz, por el corazón desgarrado de María, por el dolor de tus discípulos, por el truncado amor de Magdalena, por la grotesca tragedia del Iscariote, por la maldición eterna para las tribus que forjaron los clavos que hiendan tu carne. Prosigue tu tarea sin apelar a la muerte, refúgiate entre los nabateos, con los fenicios de Tiro, en la montañosa Macedonia o en las soleadas costas corintias, y sé bienaventurado con tu aura de profeta y tu mensaje de amor, de intolerancia compasiva, de arrogante humildad y, si puedes, de alegría y celebración de la vida, porque fuera de ella todo es incierto.


Líbrate del martirio así como tus padres terrenales te libraron, cuando eras un recién nacido, de la degollina de Herodes el Grande. Acepta la enseñanza de tus mayores y sé fiel a la existencia. Si los humanos de tu tiempo y tu país son susceptibles de salvación, muchos de ellos lograrán entender tu verdad sin necesidad de latigazos, caídas, coronas de espinas, maderos agobiantes, sed burlada con vinagre, hierros lacerantes y agonías sin término.


Hermano, ten piedad de ti y de nosotros, los que somos y seremos libres de toda culpa o pecado original y creemos, con una convicción tan poderosa como la tuya, que no hay salvación fuera del convivio, que es el vivir a coro y entre muchos, y que la muerte no vale la pena.



3.4.12

Los problemas
de Vázquez Mota



El primero no es necesariamente su tendencia al lapsus linguæ –el fin de semana ofreció fortalecer el lavado de dinero, en lo que pudo ser tanto la omisión de una parte fundamental de lo que habría querido prometer, como una proyección del inconsciente en el discurso– ni su condición de mentirosa compulsiva –no terminaba de afirmar “de manera clara y contundente” que no había contratado a Antonio Solá cuando en las redes sociales se exhibían pruebas de lo contrario–, sino la imposibilidad de deslindarse de su propia trayectoria como alta funcionaria en las administraciones de Fox y de Calderón.

La abanderada panista puede prometer lo que sea en materia de democracia, revisión de la estrategia “de seguridad”, reforma del sistema educativo, diálogo, crecimiento, probidad, transparencia, más lo que se le ocurra esta semana, pero cada una de sus promesas ha de cargar con el lastre de los saldos de desastre del foxismo y del calderonato.

Un dilema irresoluble que en las próximas semanas puede hundir la candidatura de Vázquez Mota –si antes no la torpedea abiertamente el propio Calderón– es que la aspirante presidencial panista no es capaz, so pena de demolerse a sí misma, de señalar abiertamente la herencia de corrupción monumental, ilegalidad, autoritarismo, insensibilidad social, protección a la impunidad, desastre económico, naufragio de la seguridad pública y enorme derramamiento de sangre que deja este desgobierno. Tampoco puede, por supuesto, sumarse al mensaje de despedida del calderonato según el cual México se encuentra en el momento más glorioso, próspero, pacífico, transparente, democrático, equitativo y luminoso de su historia.

Atrapada en esa disyuntiva, Vázquez Mota podría refugiarse en la exposición de sus propias formulaciones sobre los asuntos del país, de no ser porque –segundo problema– no las tiene. Ante tal carencia, se limita a arranques como el que sigue, aparecido en febrero pasado en la página web josefina.org.mx, y que se transcribe en forma literal, con puntos, comas, mayúsculas y minúsculas:

Definimos nuestro proceso de construcción de Propuesta como un proceso participativo y ciudadano sustentado en una metodología de Proceso de Diseño Dialógico Estructurado; es decir, como un proceso en el cual, el diseño de la visión de país y de las líneas estratégicas de política pública y programas son el resultado de un diálogo sistematizado entre ciudadanos, expertos, representantes de los sectores, académicos, representantes de la sociedad civil organizada, funcionarios públicos y políticos, en cada uno de los ejes temáticos definidos en la Propuesta”.

En noviembre de 2011 Vázquez Mota publicó una cosa llamada Nuestra oportunidad / Un México para todos ( Aguilar), cuyo subtítulo es plagio flagrante de una propuesta política de Cuauhtémoc Cárdenas y su grupo, presentada a la opinión pública desde febrero de 2004. El volumen de la panista pretende hilvanar algo a partir de la transcripción de pláticas con reales o supuestos exponentes de la política, las finanzas, la economía, la diplomacia, la policía (por Joaquín Villalobos) y el futbol (por Emilio Butragueño) de diversos países, todas las cuales le dan ideas para gobernar a México; ese conjunto va precedido por “un ensayo sobre el México futuro que podemos construir” en el que se muestra, dice, “el México posible en lo económico, en lo social, en lo internacional”. Las 40 páginas de lo que la autora llama “ensayo” están escritas mal y a la carrera, con descuidos tan evidentes como repetir párrafos completos en una misma página, llenas de errores por desconocimiento (FMNL por FMLN, Sánchez de Lozado por Sánchez de Lozada, etc.) y plagadas de frases huecas del tipo “nuestra realidad puede llevarnos al pesimismo y a la desesperanza. Por eso es muy importante entender correctamente los problemas para poder construir soluciones” (p. 37)

La ambigüedad y el cantinflismo proliferan casi en cada párrafo del texto. Un ejemplo curioso de la nulidad de su propuesta para un “México posible” es que a lo largo de esas 40 páginas no aparecen las palabras “agro”, “campo” o “campesino”, a pesar de que en este país hay 24 millones de ellos (INEGI a 2010). Las únicas referencias al sector rural son la mención de la necesidad de “recuperar bosques y selvas... procurando la vocación silvícola de buena parte del territorio” (p. 40), y una enumeración jalada de los pelos, pero retóricamente pretenciosa: “Es el tiempo del ciudadano, de las amas de casa, de las mujeres que tienen diversos roles, del estudiante que quiere llegar a ser el mejor profesional, del pequeño empresario que levanta la cortina de su negocio cada mañana, del chofer y del agricultor” (p. 43)

Para una candidatura presidencial es grave la atadura irremediable con un régimen neronesco. Pero más grave es no entender nada de nada.


2.4.12

El de siempre


“Cuentan que un distinguido priísta, de bigotes pero no pelón, llegó ayer a la morada de De la Madrid para decirle que si no se declaraba demente se moría... o se morían.” Así lo narró la “Rayuela” en la edición del 14 de mayo de 2009 de La Jornada.

El día anterior se habían conocido declaraciones en las que Miguel de la Madrid acusaba a su sucesor de haberse robado cuando menos la mitad de la partida secreta de la Presidencia y señalaba los negocios de Raúl y Enrique Salinas (ya fallecido) con el narcotráfico.

Meloso, relamido, hipócrita e impertinente, como ha sido siempre, llegó a esa misma morada, casi tres años despues, “a demostrar mi respeto y afecto a la familia del ex presidente Miguel de la Madrid por su sensible fallecimiento”.

No tiene madre.