8.7.04

Recuerdos de guerra

  • Escuelas en huelga y libros digitales
  • Las armas de Aquiles
  • El botín de los jóvenes veteranos
  • Del mercado de las pulgas al eBay


EL PERSONAL NO DOCENTE (trabajadores administrativos, técnicos, profesionales, de mantenimiento y servicios generales) de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini (ESCCP), un plantel de nivel medio dependiente de la Universidad de Buenos Aires, está en huelga desde hace varias semanas y el pasado 28 de junio el rector, Abraham Leonardo Gak, decidió suspender las clases “por la falta de higiene” que impera en el plantel. Esa circunstancia no ha afectado el funcionamiento del sitio web de la ESCCP, en el que es posible consultar una minúscula, pero apacible biblioteca digital de autores clásicos, cuyos textos se dejan leer con el programa Microsoft Reader, de distribución gratuita. Las casi infinitas posibilidades que brinda la computadora para capturar, distribuir y consultar libros es objeto de debates interminables en los que discute el formato más apropiado para leer a Séneca en una computadora de escritorio, en una Palm, en la tele o, por qué no, en un teléfono celular, y en la contienda se intercambian consideraciones editoriales, tecnológicas, comerciales, de propiedad intelectual y hasta ideológicas. Yo no pretendía meterme en esa polémica, y ni siquiera enterarme de sus entresijos --no por ahora--, sino, simplemente, consultar en línea un pasaje de La Ilíada, por la vergonzosa razón de que mi edición en papel --y eso que es voluminosa-- se ha extraviado en un desmadre peor que el que imperó en Troya después del ingreso furtivo de los aqueos a la ciudad. En la web de habla española hay decenas de sitios que habrían podido ayudarme, pero por alguna razón acabé metido en la biblioteca de una escuela bonaerense cerrada por una huelga de sus trabajadores.


űCuando Zeus, que amontona las nubes, vio que Héctor, apartándose, vestía las armas del divino Pélida, moviendo la cabeza, habló consigo mismo y dijo: “¡Ah, mísero! No piensas en la muerte, que ya se halla cerca de ti, y vistes las armas divinas de un hombre valientísimo a quien todos temen. Has muerto a su amigo, tan bueno como fuerte, y le has quitado ignominiosamente la armadura de la cabeza y de los hombros” (...) La armadura de Aquiles le vino bien a Héctor, apoderose de éste un terrible furor bélico, y sus miembros se vigorizaron y fortalecieron; y el héroe, dando recias voces, enderezó sus pasos a los aliados ilustres y se les presentó con las resplandecientes armas del magnánimo Pelión.Ƈ.Ilíada, XVII, 198-209.

QUIENES AÚN REQUIERAN de monitos para soportar la lectura, pueden, en el caso de La Ilíada, referirse al servidor de la University of the South, enclavada en Tennessee, entre Nashville y Chattanooga, en el que encontrarán varias ilustraciones de pasajes de la guerra de Troya, los textos homéricos en inglés y un vínculo a un sitio sobre el arqueólogo chiflado Heinrich Schliemann, gran impulsor de las obsesiones troyanas contemporáneas.

http://www.sewanee.edu/
http://www.mnsu.edu/

EL GUIONISTA DE la película Troya omitió, entre muchos asertos homéricos fundamentales, que Héctor, tras matar a Patroclo, lo despojó de la armadura de Aquiles y que este último, antes de ir a vengar a su amigo, tuvo que esperar a que Hefesto (o Vulcano, como lo conocen en los changarros en los que reparan llantas) le fabricara al jefe de los mirmidones un nuevo coordinado de equipamientos bélicos. Desde antes de la guerra de Troya los arreos de los vencidos suelen convertirse en posesiones valiosas para los vencedores, no por su valor intrínseco, sino porque simbolizan y recuerdan la victoria. La acción se consideraba legítima hace tres mil años, lo sigue siendo hoy en día y es menos ofensiva, en todo caso, que la práctica --también existe-- de atesorar las cabezas, las orejas o los penes de los derrotados. No puedo dejar de pensar en esa foto espantosa que ha circulado por medio mundo en la que una muchacha observa el miembro desmesurado de Rasputín, metido en un frasco de formol, y ya del todo indiferente a las miradas pícaras.

A BUSH LE ENCANTA presumir ante sus invitados en la Casa Blanca la pistola que le fue confiscada a Saddam Hussein al momento de su detención. La tiene colgada de un muro en el mismo cuartito en el que su predecesor, Bill Clinton, maceraba puros en las humedades de Monica Lewinsky, y me parece posible que un nieto o un biznieto de Bush acudirá un día a una casa de subastas y entregarán el arma a cambio de unos dólares para asegurarse el abasto mensual de heroína.


LOS RASOS INVOLUCRADOS en la destrucción y la ocupación de Irak no han conseguido, por norma, trofeos tan valiosos. En el sitio de subastas en línea eBay, alguien ubicado en “el norte de Italia” ofrece por 10 dólares un juego de casco y chaqueta del viejo ejército iraquí, aclarando que la oferta no viola las estrictas reglas de la empresa referida, la cual prohíbe la compraventa, por medio de sus sistemas, de muchas cosas; entre otras, de productos de contrabando, alcohol, tabaco, armas de fuego y municiones, drogas, tarjetas de crédito, comida, fuegos artificiales, animales, restos humanos de indígenas estadunidenses, objetos relacionados con sitios fúnebres, máscaras y objetos rituales de las tribus del sudoeste y restos humanos procedentes de Hawaii, así como de cosméticos usados, sillas eléctricas, fotos tomadas en la morgue y ropa interior de segunda mano. Un pasamontañas “auténtico” de fedayín iraquí, cuya obtención no implicó “medios ilegales que violasen las leyes de la guerra y no es considerado un trofeo de guerra”, se oferta en el mismo sitio en un precio base de 10 dólares. Unos galones de general del ejército derrotado pueden conseguirse en cinco, y por un mínimo de 25 se puede uno hacer con un uniforme completo de general de cuatro estrellas de la Guardia Republicana, con todo y sus medallas de la “Madre de todas las batallas”, los símbolos de pertenencias al partido Baas y el distintivo de la Orden de la Perfección. Por desgracia, el vendedor omite un dato fundamental: la talla de la prenda.


EN EL SITIO DE SUBASTAS de Yahoo hay a la venta billetes iraquíes con el retrato de Saddam, así como ejemplares de los mazos de naipes diseñados y profusamente distribuidos por el ejército estadunidense con las fotos de los sadamistas prófugos. El dinero de los vencidos --no sólo el de los iraquíes, sino también los billetes afganos impresos por el régimen talibán-- es una mercancía frecuente.

http://www.mundohispano.org/NewsTemplate.asp?szTema=1890&Newstype_id=USA
http://pages.ebay.com/help/policies/items-ov.html


LA SITUACIÓN DE superficie está tan turbia que dan ganas de irse de paseo a los lechos marinos. Hace muchos años, en estas páginas, publiqué un artículo al que puse el metafórico título de “Pecios del siglo XX”. Quién me manda. Alguien en el diario corrigió solícitamente lo que consideró un error de dedo y el texto salió publicado bajo la cabeza “Precios del siglo XX”, una conversión de sentido y de tono tan graciosa que ni se me ocurrió protestar. Sin embargo, la palabra original existe, proviene del bajo latín pecium y significa (1) pedazo o fragmento de la nave que ha naufragado, (2) porción de lo que ella contiene o (3) derechos que el señor del puerto de mar exigía de las naves que naufragaban en sus marinas y costas.

EN LAS ARTES DE MAREAR hay rutas de cabotaje y cruceros trasatlánticos, cursos fluviales y lacustres, navegaciones de superficie y travesías submarinas. Culminemos este viaje en el fondo del mar, asomándonos por la claraboya de un curioso sitio italiano que reúne información sobre biología y arqueología marinas, lugares para practicar el buceo y museos marítimos del Mediterráneo. La página es un tanto elemental y primitiva en su diseño y programación, pero prodigiosa en imágenes e información sistematizada sobre sus temas. Una de las joyas es el catálogo para buceadores y submarinistas de 830 pecios de todas clases --de aviones, galeones, barcos faraónicos, submarinos y destructores-- hundidos en el Mediterráneo en los últimos tres milenios, y clasificados por país, por época y por tipo.

http://www.rae.es

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