En el libro de Enrique Peña Nieto
México: la gran esperanza, Un Estado Eficaz para una democracia
de resultados no hay un capítulo (tiene ocho) específicamente
dedicado al campo. El tema agrario es mencionado en el capítulo 3,
“Acelerar el crecimiento económico sustentable”, apartado VI,
“Reactivar el campo”, y en el 5, “Un México sin pobreza”, en
donde se le dedica el apartado V: “Combatir la pobreza dura: la
dispersión y el aislamiento rural”. Tres páginas y media, de un
total de 212, para hablar de –en el propio texto se cita la cifra–
cerca de 25 millones de mexicanos que viven en y del campo.
En el primero de esos apartados no hay
propuestas, sino promesas: pensionar a los campesinos, “impulsar la
penetración de servicios financieros en las comunidades rurales”,
convertir las tiendas de abarrotes en “corresponsales bancarios”,
“focalizar los subsidios gubernamentales a los pequeñios
productores con menos recursos”, hacer más “eficiente y
competitivo” al sector agroalimentario, promover el uso eficiente
del agua.
En el segundo se propone “ofrecer a
la población actualmente aislada de los centros de servicios la
oportunidad de acceder a ellos a través de la creación de nuevos
asentamientos rurales que reúnan a las familias hoy dispersas. En
estas comunidades será posible llevar al campo los beneficios
asociados a la urbanización y a la expansión de las clases medias,
como los servicios de agua y drenaje, hospitales con equipo y
recursos humanos suficientes y escuelas equipadas y conectadas a
internet”.
Dicho de manera simple: sacar a los
campesinos de sus lugares ancestrales de vivienda, reubicarlos para
que se vuelvan visitantes de centros comerciales y que dejen de ser
campesinos.
¿Con qué cara homenajea
a Emiliano Zapata?
Un ejercicio interesante para este 10
de abril es comparar lo que se dice sobre el campo en el libro de
Peña Nieto con las 24 páginas del capítulo “El campo y la
soberanía alimentaria” del Proyecto
Alternativo de Nación elaborado por el Movimiento de
Regeneración Nacional (Morena).
1 comentario:
Más claro, ni el agua.
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