Una vez concebida, nace y crece,
avanzando al cenit, la piedra dura.
Su propia heliotropía configura
la marca que en el tiempo permanece.
La piedra duerme, sueña y amanece
convertida en designio y en cultura;
es un reloj de Sol esta figura
o bien chorro de lava que se cuece
y fragua rumbo al Sol en tres danzantes:
tres formas en la arena desolada
del principio del tiempo, tal vez de antes.
Marcan ese lugar –en donde medra
la infancia en el panteón, la sed de nada—
tres erectos relámpagos de piedra.
18.8.06
Al conjunto escultórico "Tres danzantes"
de Federico Silva
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