14.8.06

Just for Men


Perdón por ser tan morboso.
Pero qué lozanía. A juzgar por las imágenes del antes y del después, la intervención quirúrgica en el intestino de Fidel Castro fue más que un éxito. La transición del uniforme al traje es nada comparada con este golpe de timón de la corbata a la ropa deportiva Adidas. Es posible que además se haya aprovechado el periodo de inconsciencia anestésica para aplicarle una perceptible teñida de barbas.
Perdón, pero estos afeites huelen a preparativos de taxidermia.

9 comentarios:

Nadie Jedesmal dijo...

Hola, interesante foto, podrias decir de donde la sacaste?

saludos

nadie

Nadie Jedesmal dijo...

ja!, del granma internacional, perdon, pero no se me habia ocurrido buscar ahi!

saludos
nadie

140789 dijo...

Se han escuchado y dicho muchos comentarios sobre la supuesta reparición de Fidel, el día de su cumpleñaos.

Pero es obvia la evidencia de fotoshop en estas dos fotografías.

El misterio siempre rodea la muerte de los caudillos.

Pedro Miguel dijo...

Nadie: están los links a las fuentes en las palabras "antes" y "después".

Belle Marielena: no siempre. Franco agonizó a la vista de la opinión pública mundial. Recuerdo que el mundo estaba pendiente de los tubos que mantenían las funciones vitales (es un decir) del asesino, y que cuando éste terminó de estirar la pata, La Extra de México acuñó un titular célebre: "¡Ya!", y todos supimos de qué se trataba. Otro exhibicionista de la muerte (no estoy seguro de si se le puede llamar caudillo, pero ultimadamente sí) fue Karol Wojtyla. No sólo fue posible seguir en los medios los detalles de su agonía, sino que encima la tele nos embarró días y días la descomposición de su cadáver en la Capilla Sixtina; morbo puro, trasvestido de piedad y amor.

Mamá-Z dijo...

Venero toda vejez, venero la fragilidad de los últimos años de un ser humano, desde la de Borges hasta la de Joaquín Balaguer, desde las de Octavio Paz y Bertrand Russell hasta las de Francisco Franco y Porfirio Díaz.

Espero llegar a los 80 sin que los míos empiecen a mirar el reloj o a hacer chistes de mal gusto sobre el hecho de encontrarme al borde de la nada.

En cuanto a Fidel, si siempre ha sido uno de mis hombres predilectos, ahora en su vejez lo encuentro igualmente grande.

Pedro Miguel, tu columna en La Jornada la leo sin falta. Gracias por tu trabajo.

La musa enferma dijo...

Un gusto, tenerlo de vuelta... Morbo al fin.

Pedro Miguel dijo...

Agustín:
Encuentro que hay personas venerables, personas respetables y personas despreciables, y que la edad no cambia en nada tales condiciones (“Qu'on ait vingt ans, qu'on soit grand-père, / Quand on est con, on est con”).
Tip: antes de estirar la pata, mi padre me enseñó que la mejor manera de evitar que los demás hagan chistes con cargo a tu lápida es adelantarse y hacerlos tú mismo: cuando al fin te vas, dejas una muy buena impresión entre los cuates. Claro que no es necesario exagerar ni pegarle a tu ataúd calcomanías del América.
Y, lo siento, no puedo dejar de execrar a quienes hacen un espectáculo de su chapuzón en el Estigia. No importa cuán pública sea la persona, la muerte ha de ser un acto privado. Al margen de los juicios sobre el personaje, me temo que la de Fidel Castro va a ser (ya está siendo, mira nada más) un reality show un poco pavoroso.
Gracias por tu buena opinión, y va un abrazo.

Musa, aquí seguimos. Otro abrazo.

HL dijo...

¿No será algo parecido a lo de Don Ruy Díaz de Vivar?

¡Saludos!

Pedro Miguel dijo...

Desaparecida:

Touché.