15.9.12

Todo tiene un límite


El otro día reflexionábamos Laguna y yo y nos decíamos que cualquier ateo puede encontrar pasables y hasta excitantes las menciones a Dios en ciertos momentos climáticos, pero que una invocación al beato Juan Pablo II derriba al instante la erección más pétrea y seca de inmediato las humedades más apasionadas. 


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