20.9.06

La sociedad mexicana y el espíritu de Córdoba


Marcela Capdevila


En su edición correspondiente al mes de mayo de 2005, la revista Este país publicó un estudio sobre las creencias, actitudes y valores de maestros y padres de familia de la educación básica en México. El estudio revela entre otras cosas, que que el 17% de los maestros no aceptaría que un indígena viviera en su casa. Uno de cada cinco maestros no aceptaría que una persona de otra raza viviera en su casa. Un tercio de los maestros no aceptaría que una persona de otra religión viviera en su casa. Cerca del 40% de los maestros no aceptaría que un homosexual viviera en su casa. Los entrevistados representan a dos de las instituciones responsables de la transmisión de valores de una generación a otra y sus respuestas nos muestran una tendencia hacia la intolerancia en lo que se refire a la diversidad cultural, étnica y religiosa así como a la diversidad sexual. Sabemos que toda transmisión de la cultura implica siempre un juego y una tensión entre valores tradicionales y valores emergentes y que esta transmisión se lleva a cabo también por “educadores no formales” como son los medios de comunicación masiva. ¿Cuáles son los valores que transmiten estos medios?

Para estrenar siglo y milenio, la sociedad mexicana se ha provisto de un buen lugar en el tren de la innovación tecnológica. Sin embaro, las nuevas reformas a la Ley Federal de Telecomunicaciones garantizan el futuro avasallamiento del espacio aéreo por los grupos monopólicos que se han convertido en los más eficientes transmisores de una cultura en la que prevalece el rechazo a la diferencia. El modo de operar de estos grupos y los contenidos de los programas que se transmiten en sus canales de mayor rating, han convertido poco a poco al ciudadano común en un pasivo consumidor de sus valores dominantes.

Durante los últimos seis meses mi buzón de internet registró una gran cantidad de textos e imágenes que incluyen desde los 50 puntos que resumen las propuestas de gobierno de López Obrador, hasta historias clínicas en las que se le diagnostican los más variados trastornos de personalidad. Lo último que recibí fué un artículo que Ikram Antaki publicó en El Universal hace seis años en el que se refiere al ex jefe de gobierno como un “provinciano ignorante, violento y fanático” y en el que hace una apología de la ley y el estado de derecho. El texto reaparece en tiempos poselectorales transformando a Antaki en la nueva profeta de nuestra clase media. Me pregunto si alguna vez sus promotores de hoy leyeron su libro El Espíritu de Córdoba y si tal lectura provocó en ellos un ánimo de difusión tan entusiasta. El texto de Antaki nos narra el encuentro imaginario entre los filósofos Maimónides y Averroes. Judío el primero y árabe el segundo. La vida cultural en el califato de Córdoba durante el siglo XII es un ejemplo del diálogo que prevalecía en algunos lugares de Europa, antes de que ésta estableciera su identidad como diferencia frente a judíos y musulmanes.

Ikram Antaki

El espíritu de Córdoba es algo que nuestra sociedad mexicana podría aprender de la tradición cultural de Occidente, pero ¿cómo pedirle semejante esfuerzo? y sobre todo cómo hacerlo cuando por ejemplo, el máximo jerarca del Vaticano se atreve a citar —en una universidad—las palabras del emperador bizantino Manuel II quien afirmaba que la llegada del profeta Mahoma al mundo musulmán “sólo trajo cosas malas y deshumanas como su directiva de difundir a través de la espada la fe que él predicaba”. Acaso no recuerda Ratzinger la violencia que ha acompañado a las empresas religiosas de la iglesia católica durante siglos de lucha hegemónica por la dominación monoteísta? Con sus palabras el papa ofende no sólo a los fieles musulmanes sino a la comunidad espiritual del mundo entero que busca el diálogo ecuménico en medio de un clima de guerra generalizada.

El domingo pasado me tocó circular frente a la Cadena por la Concordia convocada por el grupo Sociedad en Movimiento. ¿Porqué será que los hombres y las mujeres de blanco paradójicamente congregados en la avenida de Los Insurgentes no se manifestaron cuando la Coalición por el Bien de Todos iba ganando las encuestas? Muy buena labor hubieran hecho al cuestionarse “¿Por qué confrontarnos, si todos somos mexicanos y todos queremos lo mejor para México?” Si “la nación soy yo, eres tú, son ellos, somos nosotros”, entonces ¿porqué difundieron durante meses una campaña de odio señalando a López Obrador como un peligro para México? Yo en lo personal no dejo de hacerme estas preguntas y lo hago sin ánimo de defender a ningún político sino para ampliar mi comprensión. La polarización social ya estaba ahí y el proceso electoral con sus campañas no hizo mas que sacarla a la luz y exacervarla para el provecho de unos cuantos. A mi me duele este país y mi mayor esperanza radica en que cada uno de nosotros seamos capaces de ignorar esas voces groseras que señalan al diferente como un peligro. No creo en la tolerancia predicada demagógicamente, ni en aquellos que se dicen poseedores de la verdad. La vocación de paz afirmada desde la exclusión del otro se llama hipocresía. Yo creo en el espíritu de Córdoba como un espíritu santo —patrimonio de nadie— que se escucha en la serenidad y que inunda nuestro corazón con un murmullo. Me parece que la verdadera reconciliación social implica una reconciliación con la vida y con los muchos y muy diversos prójimos.

Ciudad de México, 16 de septiembre de 2006

NOTA. El ejemplar citado de la revista ESTE PAIS puede conseguirse en la redacción de la misma o consultarse en cualquier hemeroteca. El libro de Ikram Antaki fué publicado por Editorial Planeta en 1994 y no se consigue fácilmente por lo cual sugiero acudir a la biblioteca Samuel Ramos en la Facultad de Filosofía de la UNAM para su lectura. Para una explicación completa de las reformas a las Leyes Federales de Telecomunicaciones publicado en el diario oficial el pasado 11 de abril de 2006, se puede solicitar a Radio Educación el artículo de Pita Cortés titulado ¿De quién es el cielo? El periódico Reforma publicó las declaraciones de Benedicto XVI el 15 de septiembre de 2006. Si alguien estuviera intresado en conocer una visión diferente a la del emperador bizantino citado por el papa, recomiendo la lectura del filósofo francés Henri Corbin cuya mirada respetuosa y profunda hacia el Islam, lo caracterizan como uno de sus más genuinos divulgadores. El artículo de Antaki se publicó en El Universal pero no tengo la fecha exacta ya que un querido amigo me lo mandó por internet para conocer mi opinión. He escrito estas páginas para responderle.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Mira Pedro que haces pensar y pensar bien. Y aunque la respuesta es para uno, la tomo mía y te lo agradezco.

Saludos desde esta parte del planeta y gracias por la flor del blog, pero para ser sinceros, mi único mérito es haber elegido la plantilla. Wordpress tiene sus ventajas y sus desventajas, como todo, pero lo que sí te recomiendo de verdad, es que visites esta página: http://www.google.com/analytics/

Ahora sí, me despido. Buenos días.

Rafael dijo...

Bueno...

Aquí estoy de metiche... y estoy interesado en esa lectura, trataré de consultar lo más posible de lo que citas

Saludos

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo contigo Pedro y tal vez mucho mas lo esten, no es necesario que lo digan, pero si es necensario que ellos mismos lo entiendan y lo sepan. Ufff que chorote me avente.

la sociedad mexicana es un ente en constante movimiento, en constante cambio, todo la afecta y al mismo tiempo pareciera que nada la mueve.

A final de cuentas todos somos eso, parte de la sociedad y mexicanos sobretodo, asi, sin color, sin credo, sin preferencias politicas, te imaginas como seria probar eso aunque fuera solo unos pocos segundos?
Tan solo de pensarlo se me encuero el chino, perdon, se me enchino el cuero .

Un saludo y seguimos navegando en esta red virtual y tratando de encontrarnos alguna vez en persona.

JC

Pedro Miguel dijo...

Ojo, ojo, el texto del post no es mío: me lo envió la autora, Marcela Capdevila, y yo nomás lo pegué aquí.

Rafael dijo...

Ja ja ja

No os preocupéis que ya tomé nota...

Saludos!