“Esos desgraciados que vendieron su
voto, su dignidad y el futuro del país por mil pesos o por una
tarjeta de Soriana”, etcétera. No sorprende que algunos canalicen
su primer golpe de rabia contra los paupérrimos entre los
paupérrimos (pobreza alimentaria, déficit de dignidad,
insuficiencia de cultura cívica) que fueron utilizados por el
régimen oligárquico como carne electoral para enfilar a Peña Nieto
a la presidencia.
No sorprende. Pero lastima.
Ciertamente, quienes reaccionan así al
megafraude, consumado por el IFE hace un par de meses, y legalizado
hace unos días por los siete magistrados del Tribunal Electoral,
disponen de más información que quienes accedieron a entregar su
boleta electoral a cambio de 300, 500 o mil pesos.. Tienen, desde
luego, una concepción más acabada de la perspectiva nacional y de
lo que significa, para ella, un nuevo régimen marcado por la
ilegitimidad y concebido para prolongar la aplicación del modelo
neoliberal y del sistema de saqueo puesto en práctica por la cúpula
oligárquica político-mediática y empresarial: mayor concentración
de la riqueza; reducción de la propiedad pública a cero; incremento
de los márgenes para la corrupción; generalización de las
connivencias entre autoridades y criminalidad organizada;
multiplicación de la pobreza, la marginación y las insuficiencias
educativas y, con ello, la generación de nuevos votantes
sobornables.
Es posible, por lo demás, que algunos
de los que han descargado su indignación –entendible, compartida,
justa– en los electores comprados no sepan, o no tengan en cuenta,
que para una persona cuyos ingresos son equivalentes al salario
mínimo (es decir, millones de ciudadanos), mil pesos pueden hacer la
diferencia entre el hambre y la comida durante una semana o una
quincena.
La miseria no sólo es indeseable
porque priva a las personas de los bienes y servicios mínimos para
una subsistencia digna sino también porque, en muchos casos, la
contingencia del estómago contamina otras dimensiones humanas (el
sentido del deber y de la integridad, la mirada al futuro, la
conciencia de sí y de los demás), coloca la supervivencia en el
nivel máximo de las prioridades y relega la dignidad a la condición
de producto de lujo.
Claro que hay muchos miserables que se
mantienen y se mantuvieron íntegros, así como hubo cosecha de votos
comprados en la clase media baja. Es que a veces basta con el pavor a
la carencia (o con su recuerdo) para perder el control moral de las
acciones propias.
Desde esa perspectiva, y habida cuenta
que los vendedores de su voluntad política son producto de este
régimen prianista, el condenarlos equivale a criticar a un
secuestrado porque pagó el rescate, a un asaltado porque entregó la
cartera, a un inimputable porque cometió delitos.
Lo compra de votos para Peña Nieto fue
una acción doblemente perversa porque no sólo se perpetró para
distorsionar la voluntad popular sino que se realizó también para
asegurar que los vendedores de sufragios permanezcan en esa condición
en forma indefinida.
Lo hecho, hecho está, y hoy resulta
necesario definir el objetivo de las movilizaciones en curso: ¿se
trata de impedir que Peña tome posesión o de amarrarle las manos a
él y al resto de la clase política para impedir que ahonden,
mediante las ominosas “reformas estructurales”, la catástrofe
nacional presente? Pero tal vez no esté de más distraer un cuarto
de hora de esa tarea fundamental para redimensionar la
responsabilidad de los votantes comprados. La crónica que escribí
en El Chamuco decía, con
perdón de Sor Juana, así:
Ante la pobreza inmensa
que se abate en el país,
cambia uno que otro infeliz
su voto por la despensa
y pregunto, en la defensa
del tipo en particular
si peca, en primer lugar,
y con intención aciaga,
el que vota por la paga
o el que paga por votar.
2 comentarios:
Estimado Pedro, te comparto un escrito que preparé al día siguiente de las elecciones, creo que se relaciona mucho con tus atinadas reflexiones: http://blogchinaco.wordpress.com/2012/07/03/mapaches-fraudes-trincheras/
No concuerdo con tu vision elitista, ni tampoco misera sobre la actitud de los vende votos, a los que justificas por su pobreza, yo vivo en Jalisco, tengo muchos años observando años que el puto sistema neoliberal PRIANISTA ha ido poco a poco destruyendo las cadenas productivas en esta región, oara así apoderarse ellos de la riqueza,a tal grado de que los profesionistas no tenemos trabajo ni liberal ni en empresas, a los que llamas pauperrimos se les ha dicho un sin fin de veces porque ocurre esto, a lo cual nos ignoran, tienen por eso, conocimiento de causa, por lo cuyal no pueden justificarse sus actos de vende votos, porque son traidores a la patria; te voy a decir algo que le dije a un colega, pero el es priista (jodido como yo) ombre cabron, haz algo para que los despiertes, cuando menos para que sientan lo que sentimos la gente conciente; quieres calarle, ve a despertarlos, a ber cuanto, mexicano de esa calidad despiertas, pero creo que te vaz a canzar primero, yo llevo 12 años haciendolo
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